Plataformeo y teletransporte de los creadores de Celeste
Adoro los juegos cortos. En general, muchos de ellos tienen ideas geniales, o unas mecánicas divertidas, a la par que simples, pero que sientan un precedente de lo que pueden convertirse en un futuro. Me encanta trastear con pequeñas obras ocultas, que, como en el caso de este Out There Somewhere, solo pueda apelar a su escasa duración a causa del ansia por seguir disfrutando de sus simples, pero divertidísimas mecánicas. No hay excusa para no echarle las dos o tres horas que como mucho va a ocuparnos este título que podemos encontrar en Steam por menos de un euro. Parte del equipo que participó en la creación de Celeste, de Matt Thorson y Noel Berry, conformó hace años MiniBoss Studio, un pequeño proyecto Brasileño fundado por Amora, Pedro y Heidy. Out There Somewhere es un título de este estudio, que mezcla plataformas y ligeros puzles basados en ellas. Las inspiraciones en títulos como Portal son ineludibles y lo cierto es que funcionan a la perfección.
Out There Somewhere es un juego simple. Tenemos tres o cuatro mecánicas básicas y un recorrido bastante directo, pero podemos perdernos a través de zonas secretas y realizar un par de activiades secundarias, algo que no esperaba en absoluto. Se desarrolla en el 20XX, comenzando con una ligera fase de shoot’ em up, quizás demasiado corta, puesto que nos forzarán a perder para avanzar. Podría haberse convertido en una dinámica interesante a la que recurrir un par de veces a lo largo del recorrido, pero tan solo queda como algo anecdótico y curioso. El juego en sí transcurre en un planeta alienígena, en el que nos las apañaremos recurriendo a nuestra Teleport Gun, un arma capaz de teletransportarnos cuantdo el proyectil impacta con una superficie. Solo podemos disparar hacia los lados, así que tenemos que aprovechar el plataformeo y un par de mecánicas más para atravaesar cada pantallas. Yuri, el protagonista, busca la venganza contra Grigori, para lo cual tenemos que recuperar varios componentes principales de nuestra nave. Eso sí, tenemos una cantidad más que decente de caminos ocultos que difícilmente completaremos en nuestra primera partida. Estos son cosas muy opcionales, sí, pero dada la corta duración del título, realizarlas amplía la experiencia sobremanera. Reiniciar el juego una vez acabado e intentar completar todos los logros es algo que Out There Somewhere consigue transmitir.
Como sucedía con Portal, tenemos ciertas variables que irán modificando la forma en la que nos movemos por el escenario. Al comienzo, solo nos teletransportamos hacia muros, pero pronto se introducen unos láseres o haces de luz verticales, que podemos atravesar con nuestro cuerpo, pero que tienen un efecto especial en nuestro disparo, según el color: el rojo impedirá el teletransporte, los azules funcionan como un muro para la pistola y los verdes juegan con la verticalidad del escenario lanzándonos hacia arriba. Combinar estos haces de luz en pantalla conforma puzles que, de vez en cuando, parecen no tener solución. Además, tenemos ciertos bloques por los que el disparo de nuestra pistola de teletransporte es capaz de pasar, como el cristal.
Iremos encontrándonos con varios NPCs, que soltarán alguna que otra línea de diálogo. Nada del otro mundo, simplemente ayudas para avanzar, orientación sobre el entorno en el que nos encontramos y un poco de trasfondo ligero. Pero encontrar a personajes con los que hablar para descansar un poco después de tanto salto y teletransportación, es una experiencia agradable. De hecho, algunos NPCs son claves para abrirnos puertas y otros nos indicarán algún que otro secreto.
No todo el plataformeo es un paseo. Algunas pantallas son frustrantes (en el buen sentido) por la cantidad de repeticiones que necesitamos para hacernos al timing de salto y disparo. La reiteración constante y algo de memorización mecánica ayudan en este sentido. Pero también tenemos enemigos, que podemos esquivar o eliminar con una pequeña pistola de ataque, aunque ciertamente esta mecánica es probablemente su característica más tediosa. He llegado a esquivar enemigos que podría haber eliminado fácilmente solo por no pasarme diez segundos disparando en línea recta sin ninguna dificultad ni desafío.
Pero todo esto lo compensa con su jugabilidad. Algo presente en todo el título es la inercia. Desde prácticamente el comienzo nos explican que podemos saltar justo al teletransportarnos para llegar a zonas más altas en el destino. Combinarlo todo con los haces de luz y obstáculos como la lava o algún bloque destruible proporciona situaciones interesantes. Y si nos atascamos, los puntos de guardado son muy abundantes y tan solo en un par de ocasiones he tenido que avanzar más de la cuenta para volver al desafío tras morir. Un reintento que, en casi todas las pantallas, es instantáneo, puesto que ese punto de guardado se encuentra casi siempre en esta misma y no pasará un segundo antes de que nuestro protagonista esté de nuevo listo para la acción. De nuevo, la repetición constante es muy divertida en este caso y es una manera perfecta de resolverlo todo.
A nivel visual y sonoro cumple sin problemas. Dada la escala de este título se podría esperar una banda sonora menos trabajada, pero esto no es así en absoluto. MiniBoss la dejó completa en Bandcamp y ha sido el acompañamiento perfecto para escribir estas líneas. El toque retro le viene que ni pintado, tanto al sonido como al apartado visual, quizás demasiado simple en algunas ocasiones, pero cualquier amante de los clásicos de la NES, entre otros, apreciará el acabado del título, muy nostálgico.
Out There Somewhere se ha convertido en una de esas joyitas de mi colección a la que seguro que volveré en unos años, para disfrutar de unas horas de desconexión de la incesantemente extensiva inmersión a la que nos estamos acostumbrando conforme la industria amplía su catálogo. De vez en cuando, volver a un título que recuerde a esos clásicos ligeros con mecánicas tan divertidas, es la mejor forma de descansar.