Esclavismo wholesome

De la misma tierra nacen, aquella que nos acogió en nuestra huida de casa, nuestro alejamiento de los mares, aquel lugar donde echamos raíces y tomamos por nuestro. La relación que tenemos con aquellos lugares que dominamos, cuando no conquistamos, no es ni de cerca ideal, podemos dar buena fe de los actos perpetrados por una humanidad que solo piensa en tomar aquello que no nos pertenece. Es en este contexto donde se desarrolla nuestra relación tanto con el entorno como con aquellos seres que los pueblan, los cuales acaban sufriendo los mismos males que se realizan en las tierras que antaño fueron suyas. No son pocos los ejemplos que podemos encontrar sobre estas acciones, ya sea en el mundo real como en las producciones artísticas que en más de una ocasión se han utilizado tanto para denunciar como para perpetuar y blanquear en el imaginario colectivo. En la industria del videojuego vemos obras tan cercanas a estos hechos como Pokémon, el cual no creo que necesite presentación, donde la captura, esclavitud y combates entre especies endémicas de diferentes lugares está a la orden del día, un tabú que Pokémon Arceus intentó romper, pero no terminó de lograrlo. Durante todos estos años muchos otros juegos han repetido la fórmula, con sus más y con sus menos, pero repitiendo casi siempre la misma temática y relaciones, unas que, a pesar de su intención y lavado de cara, seguimos encontrando en un juego tan “concienciado” como Ooblets.

Ooblets

Este título independiente, cuyo early access se vio envuelto en polémica tras abandonar Steam antes de su lanzamiento por pasar a formar parte del plantel de Epic Games Store como uno de sus primeros exclusivos, lleva ya varios años trabajando poco a poco en traer contenido y actualizaciones, siempre muy de la mano de su comunidad, algo a tener en cuenta en los tiempos que corren. Todo este trabajo se ha materializado en el lanzamiento final del juego, el cual abandona PC y llega a plataformas como Nintendo Switch, donde lo he jugado y apenas tengo quejas. Como siempre, y teniendo en cuenta la consola en la que nos movemos, no tenemos el juego más fluido ni las pantallas de carga más veloces, pero sí que contamos con una plataforma a la que este tipo de juegos, muy relajados en los que no es necesario ni estar mucho tiempo ni centrar toda tu atención en él, le sienta como un anillo al dedo. Es por ello que apenas pongo quejas, sobre todo cuando son desarrollos independientes, y al menos que sea muy molesto, no suelo apenas mencionarlo. Así que teniendo en cuenta que el funcionamiento en esta consola es correcto, toca pasar a ver qué es lo que nos ofrece Ooblets y comentar sus problemas.

Ooblets

El juego en cuestión pivota sobre dos apartados jugables muy diferenciados entre sí pero que logran encajar a la perfección gracias al buen hacer del estudio, ya que no tiene por qué salir bien la unión de los juegos de gestión de granjas con los de coleccionar criaturas, prácticamente igual de importantes los dos durante toda la historia. Esta isla a la que llegaremos para huir de la rutina que nos atosiga ofrece al jugador, como viene siendo normal en estos títulos, una vieja granja abandonada en la que alojarnos, la cual poco a poco podremos ir mejorando tanto para ampliarla como para aumentar el espacio de cultivo que tendremos disponible. Las mecánicas relacionadas con la gestión de la granja son de las más típicas, que no por ello malas, del género: iremos plantando y regando plantas que podremos o vender o utilizar para recetas de cocina, construcciones, aparatos y demás. Esto será de vital importancia para avanzar, pues en muchas ocasiones nuestros vecinos nos pedirán ciertos productos que normalmente conseguiremos de esta manera, por lo que será obligatorio prestarle algo de atención a este apartado y no dejarlo completamente descuidado, sobre todo si queremos centrarnos en lo que a las capturas de ooblets se refiere. Estos seres que pueblan la isla son pequeños habitantes cuya pasión no es otra que bailar, usando esto incluso durante las batallas que libran, o más bien las que les obligamos a combatir. Una vez se gana dicho combate, tendremos la opción de recoger la semilla que nos deja el ooblet vencido, la cual podremos plantar en nuestra granja, y con los cuidados necesarios, terminar reclutando a un nuevo compañero que podremos incluir en nuestro equipo y que vivirá las aventuras de nuestra mano, o tal vez su destino no sea tan idílico. El sistema funciona bien, y en mi experiencia lo único destacable es que me costó más de lo que esperaba conseguir la moneda del juego, a pesar de las múltiples maneras de obtención, llegando a ser insuficiente algunas veces, siendo esto de las pocas cosas que ha lastrado mi viaje pues tanto el sistema de granjas como los bailes han supuesto una grata sorpresa para mí, especialmente el último. Cada combate empezaremos con un número de cartas y energía disponible, estando nuestro mazo compuesto por algunas cartas básicas y otras que nos otorgarán los ooblets que conformen nuestro equipo y que iremos desbloqueando conforme estos suban de nivel. Con diversas mecánicas presentes, deberemos de ir eligiendo nuestra alineación inicial e ir dándole forma para, poco a poco, tener el mazo definitivo. Sin embargo, hay un punto muy importante y en los que suelo hacer hincapié en este tipo de juegos, siendo lo que he mencionado al inicio del texto, y no es otra cosa que la relación existente entre nosotros como jugador y el entorno o habitantes del lugar en el que aterrizamos, y que de una manera u otra terminamos dominando.

No, Ooblets no se salva. A pesar de su apariencia wholesome e incluso comentarios realizados por algunos personajes del mundo, siendo estos mayoritariamente de corte progresista, las mecánicas del juego acaban recayendo en la relación de dominación que deberíamos de evitar a toda costa, y la cual se lleva dando desde el comienzo de la historia. El ciclo del juego consistirá en derrotar a ooblets que vendrán hacia nosotros con la intención de bailar a cambio de comida o productos, obtener su semilla y plantarla en nuestra granja para dar lugar a una nueva vida, una cuyo destino no es tan bonito como podría parecer, pues tendrá 2 posibles caminos, utilizarle para librar combates bailongos contra otros de sus especie, o uno bastante peor, pasando a ser un esclavo en nuestra granja que realizará tareas cotidianas hasta el fin de los tiempos. Puede sonar un poco fuerte, y entre tanto color pastel puede costar visualizarlo, pero detrás de todo esto nos estamos encontrando al mismo juego de siempre, incluso peor en algunos apartados como el que acabo de señalar, donde aquellos seres nativos de esta isla son dominados y criados para acabar siendo meros esclavos en granjas donde realizan tareas como cosechar, regar, quitar las malas hierbas o encargarse de las diversas máquinas con las que se procesan los productos. Estos es Ooblets, y me fastidia de sobre manera que sea así.

Un juego carismático y que logra hacer bien lo que se propone, mezclando propuestas dispares y dando lugar a un sistema que, aunque simple, cumple

Para nada es un juego malo, es bastante entretenido y especialmente divertido, ya que los personajes y sus comentarios hacen todo mucho más liviano, junto a una historia enfocada en mejorar nuestra ciudad y ayudar a nuestros vecinos, una noble labor para alguien que acaba de llegar, pero que, como he dicho, no duda en utilizar a estas curiosas criaturas para fines cuanto menos egoístas, como puede ser conseguir el shiny de un ooblet que ya tenemos poniendo al otro a trabajar con una labor interminable. Y es en esta dicotomía donde me encuentro, pues por un lado me ha parecido un juego carismático y que logra hacer bien lo que se propone, mezclando propuestas dispares y dando lugar a un sistema que, aunque simple, cumple, haciendo liviano este viaje por un mundo peculiar que irá sorprendiéndonos conforme más avancemos. Pero por el otro lado nos encontramos los tejemanejes ocultos, un sistema que no se esconde y se muestra tal y como es a pesar de intentar desviar la mirada a otros lados, un sistema que se ha perpetuado toda la vida, y que a pesar de las posibles proclamas en contra de ello que encontramos dentro del juego, apenas hacen autocrítica sobre nuestros actos, haciendo que de esta manera se perpetúe indefinidamente en el tiempo. Me alegra que salgan propuestas así, que no se corten a la hora de hablar de ciertos temas y que no les tiemble el pulso a la hora de criticar y atacar a quien se lo merece, pero antes que nada va la autocrítica y saber que cualquier forma de dominación está frontalmente en contra de la progresión de la sociedad, sea la nuestra o la virtual de Ooblets.


Esta crítica se ha realizado con un código de descarga para Nintendo Switch cedido por popagenda PR.