Mi reino por un escenario
Apenas queda nada para la gala del momento, aquella donde se premian los esfuerzos de un largo año al que por fin se le da descanso, uno el cual ha vivido todo tipo de lanzamientos en un abanico extremadamente grande de categorías, y que sigue aumentado de forma imparable. Esta pomposa gala se viste con las mejores telas y busca, como siempre, refutar su credibilidad poniendo a los grandes nombres en las categorías de siempre, dejando un par reservadas para aquellos juegos indie a los que se les asciende a este panteón improvisado, una esquina de la que olvidarse llegado el esperado momento donde los juegos de verdad tm se dan cita. Esta es la realidad del evento, y temo que nadie puede discutírmelo, pues el objetivo final del mismo es volver a poner en boca de todos las grandes producciones de este año para así granjearse el favor de las mismas, ya que un premio tontorrón al mejor juego de año, al mejor juego de acción o mismamente de rol nunca está de más, con todo lo que se invierte en ellos para no serlo, ¿no? ¿No iba así la cosa? El resultado es evidente, tenemos unas nominaciones bochornosas en no pocos casos, como siempre, y siempre seguirán siendo así, pues aquí no se premia el buen trabajo o la originalidad, se premian los cuartos, dejando completamente de lado aquellas experiencias que de verdad quieren contar algo, títulos que carecen de esos presupuestos astronómicos, pero saben trabajar con lo que tienen y, a pesar de las complicaciones, aportar mucho más que lo que hacen otras obras, y un ejemplo vivo y reciente de esto es ni más ni menos Once Upon a Jester, la creación de una obra de teatro a través de nuestras inexpertas manos.
La propuesta creada por Bonte Avond difícilmente dejará indiferente a alguien, y no estoy diciendo necesariamente que vaya a ser un juego que cause un gran impacto en todo el mundo, o que se convierta en la obra preferida de la mayoría de las personas que decidan darle una oportunidad, pero sí que puedo asegurar que no será un juego con el que normalmente se encuentren en sus bibliotecas o estanterías. Once Upon a Jester nos traslada a la piel de Jester y su amigo Sok, dos maleantes que deciden inscribirse a un concurso nacional de teatro, mediante el cual deberán de ir por las ciudades recogiendo ramos de flores en sus actuaciones para poder acceder a la gran final que será en el castillo de la familia real. Pero este peculiar dúo tiene planes mayores más allá de interpretar un par de papeles, pues busca robar el gran diamante que tiene en su poder la familia real, un último robo por todo lo alto. Aunque antes de ello toca ganarse el ticket directo al lugar donde lo retienen, y para ello les tocará enfocarse en sus obras y que estas resulten atractivas para públicos maleables que, de un día a otro, van cambiando de gustos, como nosotros vamos.
Antes de empezar con cada actuación tocará darse una vuelta por la plaza central, donde habrá un pequeño conglomerado de gente que pasea e interactúa entre sí, hablando un poco de todo, pero en especial de aquellas cosas que les gustan o que, por el contrario, no les cae en gracia, algo que influye directamente con nuestro trabajo, pues todo esto se deberá de tomar nota para poder improvisar durante la obra, evitando algún que otro tema o todo lo contrario, buscar ciertas temáticas que sabemos que pondrán al público de nuestra parte. Y aunque resulte sencillo, en algunos momentos de Once Upon a Jester tendremos que dar palos de ciego y buscar el camino menos malo para salir indemnes. Si a nuestro público le chiflan las historias de miedo, pues la obra tendrá que ir por esos derroteros, pero si además los musicales no son algo que caiga en gracia, tendremos que evitar a toda costa incluir números a nuestra actuación, así de simple, pero aunque parezca un sistema sencillo donde apretar en especial un botón y negarte a pulsar otro, hay más profundidad de la que parece a simple vista, pues aunque decidamos la temática, tendremos que interpretar bien nuestro papel si no queremos que se vaya al garete, ya que cada decisión tomada mientras dure la actuación la tendremos que defender completando diferentes minijuegos que difícilmente repetiremos de una actuación a otra, siendo este uno de los principales atractivos de Once Upon a Jester. El requerimiento principal para avanzar de una ciudad a otra será recolectar 15 ramos durante nuestras actuaciones, pudiendo conseguir un máximo de 5 ramos en una actuación si hemos clavado tanto los minijuegos como los temas improvisados durante la obra, y teniendo en cuenta que contaremos con tres obras a las que se les podrá hacer pequeñas modificaciones con las temáticas disponibles, nos veremos obligados mínimo a repetir la base sobre la que se sustenta la actuación en más de una ocasión, pero esto no implica que sean tareas repetitivas sin ningún tipo de variación, todo lo contrario, pues las distintas ramas presentes hacen que cada papel que interpretemos sea único, y aunque hayamos repetido varias veces una obra, al tomar distintos caminos nos encontraremos ante situaciones, conversaciones y videojuegos que no habíamos visto hasta ahora, aportando un aire fresco que nos revitaliza cada vez que nos volvemos a subir al escenario, y que se plasma a la perfección en un juego peculiar que parece disfrutar cuando experimentamos.
Se merece un trato infinitamente mejor que el que se le pueda haber dado hasta ahora
A pesar de todo esto, de la creatividad, del buen hacer, de la diversión, del conjunto de todas sus decisiones, posiblemente no lo encontremos en las esferas más mediáticas, ni que decir tiene que obviamente no está en los famosos GOTY, pero llegados a este punto, qué más da. Este tipo de eventos tienen un objetivo, y lo mismo puedo decir de según qué apartados de la industria del videojuego: cada uno cuenta con un fin y unos medios para alcanzarlo, y si se han de dejar de lado x cosas, así se hará. Pero Once Upon a Jester se merece un trato infinitamente mejor que el que se le pueda haber dado hasta ahora, pues es un juego único en su burbuja, donde tal vez podríamos encontrar otros juegos maravillosos como Wandersong o Chicory: A Colorful Tale, y que no alcanzan la popularidad de la que gozan las grandes producciones. Mientras tanto, aquí seguiremos luchando por dar a conocer este tipo de obras que, aunque no sean tan mainstream, también se merecen sus minutos de gloria, y en especial los vuestros, pues una vez os pongáis en la piel de Jester y de Sok, os sentiréis como auténticos actores buscando sacar la sonrisa de un público al que se van a ganar.
Esta crítica se ha realizado con un código de descarga para Nintendo Switch cedido por Crunching Koalas.