Ponte guapo, súbete a la tabla y prepárate para pasarlo en grande

No ha pasado ni un siglo desde que alguien tuvo la idea de enganchar cuatro ruedas a un trozo de madera y lanzarse cuesta abajo tratando de no morir en el intento. En este tiempo el Skateboarding ha pasado de ser una chaladura cualquiera a uno de los deportes con mayor personalidad, y es que el monopatín es un símbolo capaz de referirse a toda una cultura, una joven y atrevida. No son pocas las influencias que el patinaje ha tenido en los medios audiovisuales, y concretamente en el videojuego, ha encontrado un lugar donde quedarse. Al presentar al jugador una versión digital e invulnerable de si mismo, se le permite dar rienda suelta a su creatividad a la hora de surfear el asfalto, sin temor a sufrir una lesión en el mundo real. Yo nunca he sido bueno a lomos de una tabla, pero a cambio he podido disfrutar del mundillo en parques virtuales donde junto a la ausencia de temor a partirse un brazo también desaparecen los dilemas morales asociados a comportamientos poco cívicos, la falta de los cuales ha sido muchas veces señalada por el público.  Dentro de todo este parque de títulos de skate, nace la saga OlliOlli, con un modesto origen, cuya intención era adaptar los vertiginosos sistemas de control habituales en juegos de patinaje a las dos dimensiones, abogando por un minimalismo máximo: todo lo que no sea estrictamente necesario, se queda fuera. 7 años después del lanzamiento del primer título de la saga, llega a nuestras manos OlliOlli World, la tercera entrega de la franquicia, dispuesta a dar un golpe sobre la mesa mostrando la mayor evolución vista en estos juegos. Ha sido larga la espera, pero el resultado no dejará a nadie indiferente. Has aterrizado en Radlandia, vístete, coge tu skate y prepárate para el viaje de tu vida.

El mundo más vivo de la saga

El equipo de Roll7 demuestra que con OlliOlli World no quieren mantener la esencia de las entregas anteriores, si no experimentar con cada una de las claves que hicieron a muchos disfrutar de su estilo de juego y llevarlas al siguiente nivel. De esta manera no hace falta mucho esfuerzo para notar los cambios que el título presenta frente a anteriores entregas, siendo el más notable su apartado visual, el cual abandona el píxel art en dos dimensiones para presentar un mundo de dos dimensiones y media, con un cel shading muy atrevido y resultado disfrutón. Pero junto a este cambio en lo visible, son muchos los elementos que difieren, no tan notables a simple vista. El primero de ellos, el propósito: en esta ocasión, montamos nuestra tabla con una misión, un objetivo claro, y es que nuestro periplo en Radlandia no es nada más ni nada menos que convertirnos en la nueva leyenda del skate, un rango otorgado a unos pocos elegidos a lo largo de la historia, y para hacerlo tendremos que recorrer todo este mundo en busca de los mismísimos dioses del skate, para demostrar nuestra valía. Entre cada uno de los niveles, podremos escuchar pequeñas conversaciones entre los diferentes personajes del juego, que servirán para hacernos entender la historia que rodea a Radlandia y sus locos habitantes, obsesionados con el patinaje.

Sin muchas pretensiones narrativas, estas charlas sirven para transmitir ese buenrollismo del que el título se hace eco. OlliOlli World se esfuerza por desdemonizar la imagen que gran parte de la sociedad tiene por los skaters, enfocando toda la sociedad de Radlandia como una muy consciente cívicamente, y preocupada por el prójimo. En cierto momento utilizaremos como pista de patinaje un cementerio, no de forma desintencionada, ya que para estos skaters natos, surcar el terreno donde descansan viejas tablas y viejos patinadores no es si no la mayor muestra de respeto hacia ellos, honrando su memoria. El mundo de OlliOlli es un espacio seguro para todo el mundo, independientemente de tu aspecto o tu forma de ser, siempre que se base en el respeto a los demás. De hecho, premia la originalidad estética, permitiendo al jugador vestir su avatar con una amplia gamma de productos, que iremos desbloqueando conforme completemos distintos desafíos. Hay una prenda para cada uno, incluso para aquel que quiera vestirse de abeja (presente), de esta forma, las pantallas de carga entre zona y zona mostrarán los conjuntos elegidos por otros jugadores, sirviendo de expositor de ideas al resto de la comunidad.

Compartiremos viaje con un elenco de curiosos compañeros, entre los que se encuentra Papá… quien realmente no es el padre de nadie. Simplemente, ese es su nombre.

Ya comentamos en el avance que la primera vez que pude ver el estilo visual del juego me pareció que no casaba con la esencia OlliOlli, y ya declaré cuan equivocado estaba, pero conforme he ido explorando más y más las cinco distintas zonas presentes en el lanzamiento, más he querido collejear a mi yo más joven e insensato. El salto al estilo en tres dimensiones, con uso de cel shading es el mayor acierto posible. La saga siempre apostó por el minimalismo visual, y el incluir profundidad a la pantalla permite introducir muchos más elementos en el escenario, tanto para patinar sobre ellos como para enriquecer el entorno sin sacrificar esa sensación de simpleza. Y vaya que, si han aprovechado bien esta característica, con un mundo muy rico en entornos de todo tipo, desde parques al uso hasta playas hechas de helado, aderezado con un editor de niveles que nos permitirá patinar en cualquier lugar imaginable. Y más allá del sentido estético, esta profundidad del terreno convierte cada nivel en un laberinto mucho más amplio, ya que el camino abandona el avance izquierda-derecha para permitirnos dar más vueltas que una peonza, tomar atajos, volver hacia atrás, convirtiendo el recorrido necesario para completar distintos desafíos en cada nivel en un puzle que tendremos que resolver en cada ocasión.

La fórmula clásica, purificada al máximo

Donnde realmente se centra el trabajo en OlliOlli World es en lo jugable. La saga triunfó en su lanzamiento por su adaptación del sistema de patinaje a uno mucho más simple, donde con apenas uno o dos botones y los joysticks de movimiento, podemos dominar una gran selección de trucos, que cuando comencemos a dominar, iremos aplicando inconscientemente. La mecánica base del título consiste en clavar los saltos, los aterrizajes y los grindeos, para evitar perder la inercia que llevamos antes de despegarnos del suelo. Lo que en un inicio puede ser una tarea complicada, se convierte en algo instintivo, una forma de ser. El premio recibido, junto a la mayor puntuación, son unos mensajes de colores que calificarán nuestra precisión y serán capaces de indicar a nuestro cuerpo que segregue una buena dosis de dopamina. A diferencia de los anteriores títulos, donde en un inicio podíamos vernos saturados por el exceso de información acerca de los controles, en OlliOlli World la experencia es mucho más progresiva.  Avanzando poco a poco, en cada mundo los distintos niveles servirán para que podamos dominar alguno de los movimientos básicos: aterrizaje perfecto, grindeos, grabs… de forma acumulativa, en el primer mundo no tendremos que preocuparnos por hacer muchas cosas, y realmente en los posteriores tampoco nos preocuparemos, puesto que aunque utilizaremos el triple de combinaciones y botones en un salto simple, habremos interiorizado la mayor parte de este proceso, pudiendo centrarnos en la nueva mecánica introducida.

Tampoco hace falta ser todo un as en la tabla para poder disfrutar del título, completar la mayor parte de niveles en el juego es una tarea relativamente sencilla, que poniendo un poco de nuestra parte podremos resolver sin demasiada dificultad. La gracia viene cuando nos disponemos a cumplir todas las misiones presentes en un nivel, 8 en total, dos de ellas basadas en completar el recorrido, y hacerlo sin caerse, tres estrictamente ligadas a la puntuación a superar y otras tres que nos requerirán realizar tareas específicas a lo largo de la pantalla. Es en este momento, cuando estamos dispuestos a repetir una y otra vez el mismo nivel, intentando comprender que es lo que hacemos mal y como tenemos que recorrerlo para completar esa misión, cuando se vislumbra toda la magia de OlliOlli. Lo que en un inicio es un recorrido abrumador, se convierte en  un juego de exploración, de ir estudiando cada pequeña zona para encontrar el recorrido adecuado,  y es aquí donde entran en juego los check points, que además de facilitar  el completar el nivel sin empezar de cero cada vez que nos la peguemos (tarea más complicada que en entregas anteriores, debido al aumento de tamaño de cada fase, que dificulta el encajar todos los combos posibles sin comernos el suelo) , nos servirán como puntos de ruta para poder explorar todo el recorrido de forma modular, ya que a veces querremos observar que hay en las distintas salidas de un desvío y empezar desde el origen del recorrido puede ser abrumador.

Completar estas misiones solo nos premiará con contenido estético para personalizar a nuestro personaje, pero es enorme el disfrute al estar en la zona, con todos los sentidos listos para clavar cada salto, coger el desvío que toca y hacer lo que quiera que esa lista de misiones nos diga que tenemos que hacer. Me ha alegrado descubrir que completar estas misiones es mucho más que una forma de alargar artificialmente el juego, cada nivel, junto a su recorrido principal y más rápido, se convierte en otro totalmente distinto si tomamos las desviaciones pertinentes transformando una pantalla en varias. Y ya, la fiesta culmina cuando nos desafiamos a nosotros mismos. Más allá de superar a los rivales establecidos por el nivel, obtener la máxima puntuación posible en un escenario es la esencia base y la verdadera razón por la que muchos han terminado dedicando más horas de la cuenta a los anteriores juegos de la saga. Esta competición brilla en la liga Gnarvana, una evolución del daily grind, donde cada día patinaremos en un mapa nuevo y tendremos que conseguir nuestra mejor puntuación (podremos practicar todo el tiempo que queramos). Es entonces, en el momento en el que te dispones a alcanzar tu mejor marca cuando más se destaca la brillantez del diseño de niveles, que consigue en el jugador un equilibrio perfecto entre tener una noción del recorrido a seguir, al haber memorizado el mapa, y una sensación de fluidez, al interconectar cada obstáculo cuando lo ves venir. No puedo trasmitiros lo satisfactorio que es completar un escenario sintiendo que lo hemos hecho lo mejor posible, con palabras, es una situación que sólo comprenderéis si lo vivís en vuestras carnes.

Ruedas contra el asfalto, música para los oídos

Otro punto clave de la saga OlliOlli es y será su sonido. Antaño el skate y el hiphop iban tremendamente ligados de la mano, ahora mismo lo que podemos disfrutar en OlliOlli World es más un acercamiento al Lofi, con 36 pistas entre las que podremos elegir en cualquier momento, con el uso de los gatillos delanteros. Este estilo musical encaja muy bien con el resto de apartados, juntando dulce y salado en una mezcolanza de piruetas frenéticas sobre pistas tranquilas, que pueden valer tanto para estudiar como para pasar una tarde más activa. Todos estos elementos forman juntos una mezcla ideal, que transmite mimo por el detalle y premia al jugador con un momento de desconexión con el mundo exterior. Pero por encima del excelente soundtrack del que dispondremos, hay magia en los sonidos del juego: el ruido generado por las ruedas al surcar el asfalto, o el tintineo metálico al hacer un grind son algunos de los detalles que más consiguen conectar al jugador con el escenario, algo ya recurrente en los anteriores OlliOlli y que no me cansaré nunca de escuchar. De esta forma, el feedback que recibe el jugador al clavar cualquier movimiento, al mezclar indicadores visuales y auditivos, es sencillamente perfecto.

Si bien en la mayoría de sus apartados, se trata de un producto redondo, me veo obligado a levantar una banderita roja en cuanto a temas de accesibilidad se refiere. El aumento de precio del título ha ido ligado a una mayor inversión en el desarrollo a nivel audiovisual y jugable, pero creo que se debería haber dedicado algo de tiempo en pensar en aquellos que no pueden interactuar con un mando de forma natural. El título toma la inclusión por bandera, todos los colores y formas caben en este mundo si quieren patinar, pero no pone tantas facilidades. Facilidades tan simples como podría ser acelerar automáticamente y clavar todos los aterrizajes, permitirían disfrutar del contenido del juego a cualquiera utilizando únicamente un joystick (nos dejaríamos fuera algunos movimientos, pero seguro que de alguna forma se podrían incluir). El propio director creativo del juego, John Ribbins declara en una entrevista para Twinfinite que uno de sus objetivos era el hacer los niveles más accesibles para jugadores de todos los niveles de habilidad. En pleno 2022 la definición de accesibilidad ha cambiado considerablemente frente a la que se podía tener en un pasado y mientras aplaudo que cualquier jugador sin minusvalías pueda completar un nivel sin mucho esfuerzo, poco costaba llevar estas posibilidades al siguiente nivel.

Ahora, patinemos. Y lo demás ya vendrá

Galardón-Plata-HyperHypeConcluyendo, OlliOlli World es el summum de todo lo que la saga aspiró a ser alguna vez, con un salto a las dos dimensiones y media y el mundo más vivo diseñado por el estudio. Se trata de una elección más que correcta para aquel que quiera disfrutar de un rato de skate sin pretensiones, olvidarse de los problemas y centrar el momento en subir la tabla de puntuaciones. Junto al contenido base, la aventura se expandirá con dos nuevas zonas completamente diferentes al resto en su expansion pass, pero con todos los niveles presentes en el juego original y el editor de niveles, hay pistas más que suficientes para todo aquel dispuesto a dejarse la ruedas patinando.


Esta crítica ha sido realizada con un código de descarga para PC cedido por Private Division.