Un cuento de arpones y amor

No siempre más es mejor. Nos hemos mal acostumbrado. Cuando consumimos un producto cultural, ya sea cine, teatro, galerías o el nuevo álbum de nuestro disco favorito, tendemos a medir su duración, de cuántas piezas se compone, todo calculado de principio a fin para, de esta manera, asignarle un valor económico. Beneficioso o rentable son las dos primeras palabras que se vienen a nuestra cabeza en ese instante, ya sea para atribuirles un sentido positivo o uno negativo, todo dependiendo de nuestra experiencia y de cuánto tiempo nos llevó completarla. Tal vez el símil más justo sea el gasto de gasolina que se hace cada X kilómetros, dejando a este tipo de actos por los suelos de lo ridículo que suenan. No, no podemos medir las obras y darle una importancia que no se merece, pues no todo en un juego pasa porque dure 172 horas o 5 minutos, no todos los juegos son grandilocuentes JRPGs con los que llenar nuestros días durante mucho, mucho tiempo, al igual que no todo el catálogo de la industria del videojuego lo componen obras de corta duración. Es por eso que doy gracias a aquellas que, en post de hacer su experiencia única, deciden abandonar estos campos, y dejan sus juegos libres de horas innecesarias para darnos un producto mucho más puro. Y uno de esos ejemplos, el cual lo borda de una manera magistral, es Olija, el nuevo trabajo de Skeleton Crew Studio junto a Thomas Olsson, y publicado por Devolver Digital.

Olija

Olija nos lleva a un mundo decadente donde encarnaremos a Faraday, el lord de un pueblo pesquero que, debido a la crisis que ha provocado la falta de peces, decide ir en busca de la ayuda de las esferas más altas. Para ello se embarca en una aventura naval la cual se ve cruelmente frustrada por el ataque de una ballena misteriosa. Tras esto despertaremos en una tierra misteriosa, donde asentaremos nuestra base en un pueblo construido sobre el agua con los restos de los naufragios como el nuestro. Hemos fracasado en nuestra misión, y nuestro único objetivo actualmente pasará por encontrar y rescatar a lo que queda de nuestra tripulación y volver a hacernos a la mar. Pero no todo es tan sencillo como parece, pues una entidad maligna se interpone entre nosotros y nuestra finalidad, mandando a sus seguidores para acabar abruptamente con nuestra vida. Por suerte, poseemos un arma capaz de hacerle frente, y que aparentemente nos eligió para su portador, el arpón, la mecánica principal del título y sobre la que pivota el gameplay del mismo.

Olija

Estos combates en 2D por diferentes pantallas es algo que ya hemos visto de manera repetida con anterioridad, con demasiados ejemplos cabría decir, y sabiendo eso, Olija sabe aportar algo que hace que se diferencie de otros títulos para así darnos algo único e innovador. Nuestro arpón, aparte de poder empuñarlo en los combates cuerpo a cuerpo o lanzárselo a los enemigos, nos ofrece otra habilidad, la cual consiste en que, si con atino, acertamos a un enemigo o a ciertos puntos de la pantalla, con un rápido movimiento avanzaremos hasta su posición, atravesando la pantalla y a los enemigos que se atrevan a interponerse en nuestro camino. Este añadido ha sido un gran acierto, pues el aporte que hace al resto de mecánicas del combate es enriquecedor. La versatilidad y movilidad que otorga hace de cada enfrentamiento una lucha repleta de movimiento, de decisiones sobre cómo afrontar al siguiente enemigo, desde qué ángulo y con qué armas, convirtiendo así una premisa que podría llegar a ser repetitiva o sin aportar algo nuevo después de machacar tanto a este tipo de géneros, en algo fresco y característico, llamativo y que invita a ir con ganas a la próxima pelea. ¿Y qué hay detrás de esas peleas? ¿Qué motivos nos impulsan a pelear contra seres antropomórficos cuyo único fin en su vida es eliminarnos? Nuestras relaciones, nuestra tripulación, el pueblo donde nos acogieron, pero sobre todo Olija, la extraña mujer que rescatamos, y la que, al parecer, el destino quiere poner a nuestro lado.

Olija

Tras cada nivel superado nos darán dos posibilidades, una será continuar con nuestra exploración para seguir recogiendo las llaves que nos llevarán de vuelta al mundo que pertenecemos, la otra consistirá en volver al descorazonador pueblo donde vivimos, envuelto en la sombría pesadumbre que habita en nuestros vecinos y compañeros. Pero está en nuestras manos cambiar eso, y podríamos hablar de que es nuestro deber moral ayudar a quienes nos ayudaron, aunque con el progreso de la historia principal ya lograremos poco a poco insuflar de esperanza a todos los habitantes. Aún así, hay acciones que podemos tomar para que poco a poco el pueblo vaya cogiendo color y empiece a rezumar vida en vez de desolación, ya que con el dinero que vamos consiguiendo podremos abrir un par de tiendas para aumentar nuestra vida o enviar expediciones que nos traerán a cambio materiales, bienes necesarios para fabricar sombreros con los que conseguiremos mejoras pasivas en nuestro personaje. Sin embargo, nuestra influencia acaba siendo bastante notoria para el pueblo de los naufragados gracias a nuestras acciones, ya que, si decidimos ir rescatando a los miembros de nuestra antigua tripulación, estos se asentarán junto a nosotros y los veremos pululando por las habitaciones y comercios, añadiendo además algunas conversaciones o eventos.

Olija

Dejando de lado nuestras relaciones sociales, debemos de destacar a la persona que pone nombre al juego, y un pilar fundamental en la vida de Faraday, la propia Olija, reina legítima del lugar, un sol radiante al que diversas fuerzas se opondrán a nuestro encuentro por muy legítimo y correspondido que sea. Olija es obligada a vivir en la burbuja real, protegida por su séquito tras haberla perdido una vez, y pagando con mezquindad a quien la rescató, un extraño maldito por el arpón que no merece acercarse a ella. Pero ambos mundos colisionan, encajando en la perfección de dos almas guerreras que quieren proteger a los suyos, y es en ese encuentro donde ambos confluyen.

Me habría encantado ver avanzar las relaciones de Faraday con su gente, verlos crecer juntos, pero, sobre todo, ver felices a Olija y nuestro capitán

Olija es una obra corta para los estándares que manejamos en la industria ya que habiendo hecho bastantes de las misiones y recogido unos cuantos coleccionables me he plantado en las 5,6 horas en Steam, plataforma en la que lo he jugado, estando también disponible en Nintendo Switch, PlayStation y Xbox. Esto no es una pega, es algo bastante positivo desde mi punto de vista, poder disfrutar de un título que, en “poco” tiempo sabe transmitirme tanto, sin embrollos que me lleven a las 20 o 30 horas jugadas. Pero esto, que debería de ser una ventaja a la hora de recomendar un título, no pasa con Olija. No porque no sepa moverse en sus tiempos y ritmos que marcan los hilos de una narrativa pausada y un gameplay frenético, sino porque me habría gustado jugar un rato más. Me habría encantado seguir moviéndome por estos mundos tan logrados gracias a un pixel art exquisito, me habría encantado seguir viendo crecer a un pueblo que, tras una primera vista, parecía la entrada al mismo infierno. Me habría encantado ver avanzar las relaciones de Faraday con su gente, verlos crecer juntos, pero, sobre todo, ver felices a Olija y nuestro capitán. El trabajo de Skeleton Crew Studio se merece todos los calificativos positivos que se les pueda otorgar por hacerme sentir que quiero más, que quiero una segunda entrega, una continuación, secuela o dlc. Quiero más de su trabajo y quiero dedicarles más horas, y puedo asegurar que esto no lo logra cualquier juego.


Esta crítica se ha realizado en base a un código facilitado por Cosmocover.