Supéralos (y, de paso, salva al mundo)
Recuerdo a mi joven yo, una versión de mí alejada más de una década de este momento, escuchando de rebote una conversación sobre la trama de No More Heroes. No pude sacar muchas cosas en claro, tan sólo que si matabas a alguien heredabas su estatus, al más puro estilo shōnen genérico. Lo que si me impactó, fue la intensidad con la que hablaban acerca del título. Vaya, debe ser el mejor juego del mundo, pensé con la inocencia propia de la edad inmadura, sin poder saber lo acertado que estaba, junto con lo equivocado que me hallaba a su vez.
La franquicia No More Heroes es una de las marcas estrella del equipo de Grasshopper Manufacture, bajo las manos dirigentes de Goichi Suda, o Suda51. Junto a esta, todos los títulos lanzados bajo su nombre conforman cuanto menos, una experiencia peculiar. Pese a lo que puedan alegar los jugadores más quisquillosos, toda la biblioteca detrás de esta marca cae bajo la etiqueta de “juegos de autor”. De la misma forma que alegamos estas características en el cine para remarcar decisiones alejadas de lo habitual, podemos utilizarlo aquí para decir que sus juegos son “muy raros”.
Después de 11 años, tras algún que otro acercamiento en forma de spin-off, llegó a Nintendo Switch No More Heroes 3 y ahora, el último título de la trilogía ha aterrizado en el resto de plataformas, marcándose un ruidoso touchdown. Tras un lanzamiento no muy bien recibido en la híbrida de Nintendo, sobre todo a causa del rendimiento en la consola, decidí esperar antes de entrar al ruedo con esta entrega. Afortunadamente no he necesitado demasiada paciencia pues la exclusividad se prolongó poco más de un año. Momento en el cual no dudé en volver a agitar mi Beam Katana hasta que esta terminó de cargarse.
Creo que la mejor forma de describir esta tercera entrega es diciendo que “está padreando más que nadie y se la suda”. La premisa inicial del nuevo ascenso de Travis Touchdown es parecida a las anteriores, pero con ligeros cambios. Una vez más, tendremos que subir por el ranking mediante sangre y katanazos, pero esta vez no lucharemos contra asesinos terrestres, sino que nuestros enemigos serán extraterrestres cabreados y extremadamente poderosos. ¿El objetivo de esta competición? Salvar el mundo y tocar un par de peras. De esta manera se recupera el ritmo del primer título, donde dedicaremos un día a conseguir dinero para pagar las tasas del combate y otro a la lucha.
Darse de puños nunca fue tan macarra
En base a este loop jugable quedan marcadas las dos partes del título. En primer lugar, el mundo abierto y la vida del currela. Nos hace falta dinero para salvar nuestro mundo, por más que cueste de creer. Para ello tendremos que dar vueltas por distintas zonas conectadas por superautopistas, completando pequeños enfrentamientos y superando tareas alocadas. Lo cutre, incluso punki, siempre ha sido marca de la casa, pero es en estos entornos donde se lleva la expresión a la enésima potencia. Posiblemente alimentado por la potencia moderada de la Nintendo Switch, los escenarios por los que circularemos, moto tosca en mano, son producto de un título de al menos dos generaciones menos. Entornos vacíos, con texturas simples y poco trabajadas nos acompañarán todo el tiempo, sin ni siquiera conseguir en el caso de la portátil un rendimiento aceptable (en el resto de sistemas la fluidez y tiempos de carga es mucho más adecuada).
Pero bueno, a quién le importan los frames si está ocupado desatascando váteres. Y es que serán este tipo de tareas las que nos veremos obligados a completar una y otra vez para cotizar nuestro ticket de entrada al coliseo de turno. Por suerte, contaremos con variedad suficiente de este tipo de minijuegos para que no llegue a ser demasiado pesado, pese a no encontrarnos en la montaña rusa de la diversión. Este proceso es uno por el que debemos de pasar, junto con una forma de alargar la duración de un juego ya no muy largo de por sí, entre combate y combate, el verdadero punto estrella de la saga.
No hay duda alguna de que venimos a No More Heroes en busca de jefazos. Si el diseño de lo mundano brilla por la falta de cariño, la situación es diferente para los personajes principales, tanto aliados como enemigos, donde el carisma y el ingenio se entrelazan para diseñar criaturas alucinantes. Pero además de chulas, serán fieras. Podría decir que No More Heroes es el Dark Souls de los shōnen, pero corro el riesgo de ser demandado por falta de originalidad. No obstante, cada combate de esta suerte de Boss Rush es un desafío en sí mismo, donde tendremos que poner toda nuestra atención en cada esquiva y espadazo.
Para facilitarnos las cosas, contaremos con distintos añadidos como una super armadura al más puro estilo de Iron Man, o una ruleta de la suerte que facilitará nuestro siguiente enfrentamiento si la espichamos. Pero pese a ser complicados, no pecan de ser demasiado injustos o frustrantes, sarna con gusto no pica, o eso dicen. Además, podremos disfrutar de los openings y endings de cada capítulo, como si de un anime se tratase. Después de la cancioncita, conoceremos al jefazo en cuestión con una pequeña animación, pasando después por una conversación trivial de Travis sobre cultura pop donde es el propio Suda el que una vez más rompe la cuarta pared y nos habla de sus gustos. Si en algo más es experto el directivo es en los giros de guion inesperados, donde más de una vez veremos el hilo narrativo rotado incluso 360 grados (eso es una vuelta completa, lo sé, las mates van bien en esta casa). De esta manera, observar el desarrollo de la historia con atención pese a su banalidad es una búsqueda de oro en lo que a disfrutar de las guasas se respecta.
Me la suda, soy Travis
En conclusión, No More Heroes 3 es un producto extremadamente tosco en algunos aspectos, que deja claro en que apartados ha decidido dedicar un mínimo de producción y en cuáles no. No por ello deja de ser extremadamente disfrutable, sobre todo en los enfrentamientos con los jefazos, asegurándose de mantener el tono distendido y exento de seriedad alguno habitual. La vuelta de Travis Touchdown a la saga principal tras más de una década de invisibilidad es uno de esos pequeños lujos que podemos darnos sólo alguna que otra vez en la vida, por lo que entrar al título habiendo jugado los anteriores no es sólo recomendable, sino una obligación. Eso sí, que no se enteren vuestros padres de esto si no queréis perder para siempre la discusión sobre si los videojuegos pueden ser algo más que entretenimiento tonto para niños.
Este análisis ha sido realizado con un código de descarga para PlayStation 4 cedido por Meridiem Games.