La innovación es la clave del éxito
Uno de los principales elementos que, a mi parecer, son más distintivos entre películas y videojuegos reside en las posibilidades de continuación que estos últimos presentan. Me explico; los videojuegos tienen la capacidad de, en su siguiente entrega, reinventar todo su contenido, ya sea en lo relativo a la narración de la historia o a nuevos esquemas de jugabilidad. Hay muchos ejemplos a lo largo de la historia, que van desde el Tetris – que ha llegado hasta nuestros días siendo un juego de los años 80 – hasta los clásicos de Nintendo, pasando por franquicias míticas como Final Fantasy, de Square Enix
Particularmente, estos juegos hacen gala de una tendencia a la inmortalidad que se ha ido acentuando con el paso de los años, ya sea por las pequeñas innovaciones que traen con cada entrega o por grandes gamechangers que transforman el conjunto por completo. Este sería el caso de The Legend of Zelda y de Super Mario, juegos que, a pesar de los años, siguen sorprendiéndonos con ideas nuevas. Esto se debe, según el presidente de Nintendo en América, a los desarrolladores del juego, lógicamente, que invierten grandes cantidades de tiempo en hacer evolucionar los esquemas más básicos a nuevos niveles. Sin ir más lejos, Breath of the Wild fue, en su estreno, la materialización de esa evolución. No en vano, el propio Fils-Aime, indicó recientemente que “la saga de Zelda, que me encanta, es mi favorita de todos los tiempos. Ibas a una mazmorra, ganabas a un mini jefe, obtenías un arma que te permitía avanzar a la siguiente etapa del juego, y así hasta la pantalla de créditos. El equipo de desarrollo de Breath of the Wild rompió con todas esas convenciones con un diseño completamente nuevo.”
Por otra parte, a la hora de hablar de juegos de Nintendo que se han ido superando, es obligatorio hacer la parada en Super Mario y hacerse la pregunta del millón: ¿qué pasa en las oficinas de Nintendo, que se encuentra en un constante flujo de nuevas y exitosas ideas? Pasar de un juego en dos dimensiones, en el que nuestro único cometido consiste en saltar y acabar con un señor con pinchos en la espalda, a un juego en 3D que se desarrolla en mundos espectaculares en los que tenemos que lanzar una gorra con ojos para acabar con el mismo señor con pinchos, es, pese a lo que a priori pueda parecer la simplifación, dar un salto bastante grande. Obviamente, ese cambio no ha sido fruto de una lluvia de ideas de la noche a la mañana, puesto que han sido necesarios muchos años de evolución, tanto dentro del estudio japonés como, en general, en la industria del videojuego, que hace décadas no era capaz de concebir ideas tan locas como las que ahora ostenta el catálogo de Switch.
Esto nos puede demostrar que Nintendo es una compañía capaz de adaptarse a los nuevos tiempos, y no solo en lo relativo a las consolas o a nuevas IPs, sino también en lo que respecta a juegos antiguos necesitados de una segunda vida. Por otro lado, doy por hecho que esto no es solo cosa de los desarrolladores de Nintendo, tal y como afirma Fils-Aime, o de la mágica que recubre sus oficinas, tratándose también, por supuesto, de un acto que involucra implícitamente el respaldo del público. Lógicamente, si un juego no gusta, no se continua la saga, siendo el acogimiento de los fans es algo necesario; si quieren un nuevo Mario o un nuevo Zelda se les da un nuevo Mario, o un nuevo Zelda. Porque, en ocasiones, la opción más fácil es la correcta.