Independencia en la guerra de consolas
Como hemos hablado en varias ocasiones durante los últimos meses, la nueva generación de consolas está cada vez más cerca. A lo largo del verano hemos visto cómo los dos gigantes de la industria, Sony y Microsoft, se han enzarzado en las ya habituales batallas estratégicas que les ayudarán a aumentar su grueso de ventas de cara a finales de año. PlayStation 5 y Xbox Series X están al caer, y el ambiente se ha estado caldeando de manera notoria últimamente. Sin embargo, y como de costumbre, hay un tercero en discordia que, una vez más, ha decidido que esta guerra de consolas se le queda pequeña y, para sorpresa de nadie, está ejerciendo unas prácticas poco propias del final de una generación: Nintendo.
Las prácticas de Nintendo a lo largo de los años le han alejado cada vez más de la salvaje competición entre marcas que ha ensuciado el nombre de la industria en muchas ocasiones. La más notoria de ellas es, probablemente, la decisión de lanzar Nintendo Switch en el año 2017, en mitad de la generación que habían iniciado con Wii U, descontinuando la fabricación de esta para apostar por su nueva híbrida. Una práctica poco habitual por parte de las compañías, y que desmarcó a la casa de Mario y Link del resto de nombres del mercado.
El movimiento independiente de Nintendo por las aguas del mundillo del videojuego se ha dejado notar en los últimos meses gracias a la llegada de la nueva generación. Mientras PlayStation y Xbox sudan para atraer clientes a su nueva consola revelando títulos de gran envergadura y prometiendo el oro y el moro, Nintendo ha continuado manteniendo unas estrategias de lo más calmadas – siendo la última de ellas el anuncio de la remasterización de Pikmin 3 para Nintendo Switch. Mientras que la vida de PlayStation 4 y Xbox One está temprana a terminar, Switch goza aún de una juventud casi recién adquirida. Al fin y al cabo, solo tiene tres años.
Analizándolo objetivamente, que Nintendo ignore por completo el pulso generacional y de mercado de otras compañías y decida hacer las cosas a su manera es algo sin dudas positivo, pues la guerra de consolas que viene desenvolviéndose desde que los píxeles son píxeles es cansina y pesada a más no poder. Pero, como todo, el gigante japonés liderado por Shuntaro Furukawa ha hecho uso de cartas de lo más cuestionables. La última de ellas tiene también que ver con Pikmin 3. Y es que, tras el anuncio de esta versión mejorada producido hoy, el título ha desaparecido de la tienda online de Wii U, imposibilitando a sus usuarios la compra de la versión original y forzándolos a comprar la remasterización a precio de salida si desean jugar al título.
Poniéndolo en términos simples, Nintendo ha optado por no anunciar ningún lanzamiento importante para los próximos meses como sí han hecho Sony y Microsoft y, en su lugar, ha decidido cortar el grifo a la versión original de un título no tan antiguo para “obligar” de manera indirecta a cualquier interesado en él a comprar una versión a precio completo. Nintendo nunca ha sido conocida por tener prácticas precisamente benevolentes hacia sus clientes; la imagen de la compañía siempre ha sido amigable, pero este tipo de acciones no son nada nuevo en lo que a ellos respecta, y cada vez hacen más ruido. Por supuesto, quedan lejos de ser los malos del cuento en una industria tan feroz como – a veces – cruel, en la que tanto los unos como los otros se comportan de formas poco justas con tal de sacar beneficios.
¿Debería Nintendo igualarse al ritmo de su competencia? No. Al fin y al cabo, su peculiaridad dentro del mundo del videojuego es parte del encanto que siempre ha tenido la compañía. Pero, desde luego, muchas de sus decisiones de cara a las ventas y al marketing son nocivas para los jugadores, y deberían ser tan cuestionadas como las de cualquier otra marca.