Kung-fu, cyberpunk y pagodas: el taoísmo abraza la tecnología

El camino del Tao se manifiesta a través de todas las cosas. Suscita una armonía con la naturaleza, una vivencia en paz donde hay que aceptar que el cambio es parte del proceso, que todo es mutable. Pero claro, a veces, el cambio también nos lleva a destripar sin piedad a los principales gobernadores de un mundo corrupto desde sus raíces. Ya desde nuestros primeros minutos en Nine Sols sabemos que hay algo raro. La cinemática inicial era muy “cruda” para lo que vino después, mucho más colorido y afable. Su atmósfera es… extraña. Y claro, no tardamos demasiado en comprobar que todo es bastante más oscuro de lo que parecía en un inicio.

Controlamos a Yi, una especie de zorro antropomorfo que se ve encaminado hacia una historia de venganza, pero también de liberación. Una historia donde el Tao está muy presente y todo lo permea. Forma parte de la estética, con un toque al que los propios desarrolladores llaman “Taopunk”. Pero también lo hace con el mensaje, la serenidad de sus personajes y hasta con el tono, que pese a ser bastante crudo en ocasiones, tiene muchos momentos que asociamos con la catarsis “zen” y la conexión de cuerpo y espíritu, de Yi con lo que le rodea.

La cuestión es que Yi, lejos de ser un zorrito afable, resulta ser un maestro del arte marcial. En muchos títulos, la premisa de ir progresando se plantea con un personaje que parte de cero. Pero aquí es diferente: Yi es fuerte. Puede estar desentrenado, claro, pero es fuerte de narices. ¿Lo mejor de todo? Que nosotros llegamos a sentir su excelsa habilidad. Puede que no en los primeros compases, donde tenemos que habituarnos al control. Pero sí que disfrutaremos de recorrer enormes salas en segundos destruyendo todo a nuestro paso una vez tengamos las habilidades necesarias.

Esto no rebaja la dificultad ni un ápice, ojo. Por muy fuerte que sea nuestro protagonista, los enemigos no cesarán en su empeño por destruirnos. Por suerte, estamos ante un metroidvania con un formato de puntos de guardado al estilo Souls. Si buscáramos una comparación directa, probablemente la encontraríamos en Hollow Knight, tanto por riqueza ambiental como por sensaciones a los mandos.

Pero hay un elemento distintivo de Nine Sols que lo asocia mucho con Sekiro, una conexión que destacan también los propios desarrolladores. Hablamos, por supuesto, del parry. Es, posiblemente, el título que más cerca está de la perfección en el desvío de ataques junto a la obra de FromSoftware. Esto tiene sus pros y sus contras, claro. Por un lado, el parry es exquisito, pero por otro la jugabilidad lo acoge en su seno como principal herramienta, limitando un poco el estilo de juego hacia el uso del desvío.

Por suerte, aunque el juego exija el uso del parry, es algo que iremos aprendiendo a realizar con precisión en las primeras horas, sintiéndonos verdaderos maestros del kung-fu al contrarrestar espadazos, mientras esquivamos ataques poderosos y lanzamos nosotros mismos un combo de tres ataques con una espada de energía que invocamos con nuestros dedos. Aquí entra un elemento muy interesante y representativo de este “Taopunk”: el Qi, un elemento místico que recibe ciertas explicaciones científicas pero que, a todas luces, nos sirve para ser más poderosos si cabe.

Yi es capaz de manipular el Qi para hacer determinados movimientos. Así, por cada parry correcto rellenamos parte de nuestro Qi, que podemos utilizar para colocar un sello sobre el oponente y hacerle muchísimo daño. Combinamos así nuestros sucesivos ataques con esquivas, desvíos y sellados para eliminar multitudes con eficacia y poder luchar contra los jefazos restándoles vida en buenas cantidades. Yi tiene un complejo pasado que poco a poco iremos dilucidando conforme vayamos eliminando a los Sols, los regentes locales que, al parecer, llevan muchos años aprovechándose de una situación ventajosa e injusta. No diré más pues los giros de guion y la trama en sí misma es suficientemente interesante como para descubrirla por vosotros mismos. Hay muchos secretos y las tramas asociadas a los NPCs son estupendas y un complemento ideal para un juego que ya destaca por su jugabilidad.

Como acostumbran muchos metroidvanias, tenemos un hub principal al que acceder a través de las “flores”, una especie de portal que vincula varios lugares del entorno donde podemos descansar, equipar jade para construir una build de habilidades pasivas, mejorar a Yi o volver a ese hub para interactuar con NPCs que hayamos ido encontrando en nuestra exploración.

El parry es el camino, el parry todo lo puede.

Puede que os suene Red Candle Games por ser los autores de Detention y DevotionLo cierto es que el toque horror que saben darle a sus títulos también se nota jugando a Nine Sols, aunque sea de forma sutil. Alguna escena escala en crudeza y hay momentos cuya atmósfera llega a ponernos tensos. Con todo, si no te van los juegos de terror, como a mí, ten por seguro que Nine Sols es muy tranquilo y perfectamente disfrutable, jugando solo con su atmósfera, no con el miedo propiamente dicho.

Lo cierto es que no esperaba disfrutar tanto de controlar a Yi por estos recónditos pasillos industriales ni por lugares tan estéticos, inspirados por la cultura China y Taiwanesa, así como por los mitos que se extraen de ellas. De ahí la idea del “Tao” y otros tantos elementos que combinan tan bien con el toque cyberpunk y ultratecnológico. Un título que, sin duda, es una de las sorpresas de 2024, extremadamente recomendable para todo fan del 2D plataformero.


Esta crítica ha sido realizada con una copia para Steam cedida por Red Candle Games.