Un ambiente muy acogedor
Como mi Link en Zelda: Breath of the Wild tenía un enorme mundo sin explorar a mis pies. Era la primera vez que asistía a una feria de videojuegos y los nervios derivados de este desconocimiento estaban ahí. Aunque sabía en la teoría qué era NiceOne Barcelona, no conocía cómo sería moverse dentro de ella. Así pues, una vez hecho el pase de prensa (nos denominaron Hyperhype) opté por realizar una vuelta por todo el recinto. Estaba en la Fira de Barcelona, 60.000 metros cuadrados divididos en tres pabellones llenos de contenidos y de gente. El sitio era ideal: buena ventilación, lavabos bien ubicados y una gran amplitud en sus pasillos. Esto último era perfecto para evitar aglomeraciones como las que se dan en el Salón del Manga de la ciudad condal. Nintendo, Sony, eSports o la realidad virtual ocupaban gran parte de la exposición; experiencias atractivas, pero poco novedosas. No obstante, mi desinterés desapareció cuando llegué a la zona indie y a la enorme RetroBarcelona. Dos lugares distintos con denominador común en la diversión, el conocimiento de videojuegos y el buen rollo del ambiente. Sin duda, las almas de la NiceOne.
Variedad indie y feedback con los creadores
Muchas personas de todas las edades esperaban en torno al espacio de los títulos independientes. Una situación sorprendente, pero lógica ya que los proyectos mostrados destacaban por su potencial y originalidad. Este territorio de la feria estaba formado por puestos del Institut Català de les Empreses Culturals (ICEC), de Playstation Talents y uno dedicado a productos gestados en las universidades catalanas. Con todo ello se generaba un variedad de títulos donde, eso sí, el roguelike era el rey. Sin embargo, dentro de este género cada obra era única. Between the Stars de Isolated Games brillaba con su combinación de batallas espaciales, la gestión de nuestra nave y una historia de ciencia ficción compleja. También estaba Yokai Mask de la mano de una apariencia cartoon impactante, un combate hack-and-slash y una constante personalización del protagonista. Por su parte, Hyper Paraside sobresalía gracias a su pixel art ciberpunk y la habilidad de nuestro personaje, el parásito, de poder poseer a los enemigos. Una mecánica de poder y tensión, ya que moriremos si recibimos daño mientras no hayamos poseído a nadie. Este singular tratamiento de los enemigos también surgía con Sword of Necromancer, pudiendo revivir a nuestros contrincantes derrotados para poder usarlos como aliados.
El segundo género más repetido fue el de la exploración con representantes como Garden World. Aprovechando una perspectiva similar a Super Mario Galaxy, la creación del Team Garden nos pone en la piel de un semilla circular que debe buscar a sus amigos después del ataque de una especie invasora a su planeta. La estructura del juego consiste en resolver puzles haciendo uso de habilidades con las que purificar la naturaleza y los enemigos. Esto resulta sencillo puesto que solo hemos de rodear los objetivos con la estela que deja nuestro personaje. Un título relajante como A Tale of Paper de OpenHouseGames. Volvemos a tener un protagonista curioso, controlando en este caso a un pequeño muñeco de papel creado por un anciano cuyo sueño era ir al espacio. Para cumplir dicho deseo, deberemos avanzar por unos escenarios 2,5D enormes en proporción a nosotros. En ese sentido, resulta básica la intuición al interpretar el entorno, saber resolver los puzles y usar destrezas como la de convertirse en rana. En general, buenas intenciones jugables y una emotiva historia narrada sin palabras al más puro estilo Journey.
Aunque estos títulos incluyen puzles, eso no los convierte en una obra perteneciente a este género. Quien sí entra dentro de esta clasificación es Indigo 7: Quest for Love de Dolores Entertainment. Nuestro objetivo es colorear de un mismo tono una tabla de hexágonos de varios tintes. Para ello empezamos con una sola figura de un color determinado y nos expandimos con la selección del tono adecuado. Aquí es básico observar si los hexágonos contiguos al nuestro son iguales, en ese caso nos propagaremos de forma más rápida. Esta mecánica junto al límite de tiempo y de movimientos dan lugar a un ritmo muy frenético, aunque también contamos con modos más pausados.
En un registro distinto está el metroidvania encarnado Curse of the Sea Rats, lo nuevo de Petoons Studio. Ya he mencionado una semilla, una criatura de papel y ahora le toca a un rata pirata que debe sobrevivir en su aventura por una isla. Lo más interesante de este título es la combinación de pasajes de acción, plataformas y exploración en un aspecto de dibujo animado como Yokai Mask. De nuevo la fortaleza visual despunta como un atributo común a la mayoría de los juegos. Tampoco quiero olvidar el party game más alocado de todos: Dreamball. El proyecto de Rampage Game Studios plantea unos partidos de fútbol al más puro estilo Rogue League. Mamporros, goles, risas… las partidas eran un perfecto caos, una dinámica todavía más intensa cuando entraban en juego unos escenarios con un montón de elementos movibles.
En este camino de partidas, aparte de jugar, era posible conversar con los desarrolladores. Estas conversaciones eran tan interesantes desde el punto de vista del saber como amenas gracias a unos expositores apasionados y sobre todo muy amables. Un valor añadido inexistente en nuestros vicios diarios y una relación enriquecedora para jugador y creador. Uno conoce más en profundidad la obra y el otro la mejora en base a los comentarios escuchados. Por ejemplo, Pau Tarés de OpenHouseGames me preguntaba si veía necesario aumentar la velocidad del personaje mientras que David Sierra de Team Garden me decía si veía necesario integrar ciertas ayudas en la resolución de puzles. Además, surgía en todos los estudios la dificultad a la hora de desarrollar la parte empresarial de los proyectos debido a la falta de medios monetarios y comunicativos. Como veis se tocaban varios temas durante los coloquios, más todos ilustraban una misma idea: la complejidad en el proceso de creación.
Un universo retro inmenso
La RetroBarcelona era el sector más grande de todo el recinto, prácticamente casi un pabellón entero. Muchísimas mesas con televisiones de tubo y consolas antiguas irrumpían en varias zonas con multitud de gente distinta haciendo cola para probarlas. Niños, adolescentes, adultos… otra vez surgía la capacidad de conectar a diferentes generaciones en torno al juego, un punto clave de esta NiceOne. Respecto al catálogo de juegos ofrecido, algunos expositores como Retroscroll o Tentáculo Púrpura nos decían que la selección respondía al objetivo de ofrecer variedad. Clásicos como el Sonic de Master System, Mario Kart 64 o el magnífico Sega Rally de Sega Saturn, ¡pero también productos que desconocía como el Famicomstation! Una consola producida en el 1986 por Sharp y Nintendo diseñada para estar en hoteles, con juegos de NES en su interior y con un enorme tamaño y peso (16 kilos). En general, una vuelta al pasado con la que divertirse y aprender, siempre con ese buen rollo característico de esta feria. Si querías jugar a un multijugador e ibas solo, no problemo, en unos segundos ya tenías a un compañero sentado al lado.
En caso de aburrirte había tiendas donde pescar alguna ganga retro y también donde ser timado (el precio de algunas consolas…). También podías sentarte, relajarte y disfrutar de unas conferencias que contaban con grandes ponentes. En una de ellas, El Funs, Rafa Laguna y Kurusonna rendían tributo a Gunpei Yokoi y a Game Boy en su trigésimo aniversario. Una experiencia educativa y divertida en la cual el público intervenía de forma recurrente. Al mismo tiempo que descubrías inventos como la Ultra Hand, unas tenazas para coger objetos, también presenciabas como dos personas medían su compatibilidad con el Love Tester de la gran N. Dato a dato se fue profundizando en todos los inventos de Yokoi y en especial en la primera portátil de la empresa, para así generar un collage donde quedaba claro que Yokoi era “el padre de Nintendo”, tal y como decía El Funs.
Si te gustan los videojuegos, no dudes en pasarte por la Fira
Empecé desorientado mi andadura en NiceOne y acabé conociendo bastante mi alrededor, como me sucedía en Breath of the Wild. Tras un par de días en aquellos lares mi veredicto es que estamos ante un gran evento de videojuegos. Un logro que la feria consigue gracias a sus secciones indie y retro, las cuales proporcionan horas de juego y nos permiten conocer en profundidad este producto cultural. Lástima de las partes más mainstream del recinto que no aportan nada nuevo e incluso se quedan cortas en sus contenidos. Sí, habían AAA como como Nioh 2, pero he echado a faltar títulos como Final Fantasy VII Remake o la mismísima Microsoft, ambos presentes en la Madrid Games Week. Este problema se podría suplir con la reducción de un espacio de tiendas demasiado grande o incluyendo más pabellones (en esta ocasión se usaron 3 de los 8 disponibles).
Aún con estos defectos, NiceOne es un acontecimiento muy recomendable donde siempre hay algo por hacer en relación con nuestro mundillo.