Que no te vendan la moto
El otro día fui a comer a un restaurante. No me suele gustar ir a comer fuera, principalmente porque me da rabia gastarme dinero en que otra persona haga la comida por mí. Sin embargo, me habían hablado bien de este, y tras mirar unas cuantas críticas, decidí ir con mi pareja. Sabía que era un restaurante algo carillo, pero era una ocasión especial. Nos sentamos, miramos la carta y entre sus cientos de platos con nombres extravagantes y difíciles de pronunciar decidí escoger una lasaña. Cuando tras una larga espera llegó el camarero con nuestros platos no pude evitar sentirme decepcionado. Era una lasaña mediocre, y, debido a su escaso tamaño, me duró menos que un chicle de melón. La cara de tonto con la que me quedé debió de ser similar a la de muchos de los usuarios de Switch que compraron New Pokémon Snap de salida. Y esto es algo que no nos debería sorprender.
Hace años, durante la inocente y jovial época de la Wii, Nintendo decidió poner a la venta spin-offs de sus franquicias más importantes a un precio reducido en su flamante Wii Shop (de la cual recordaré su musiquita hasta el día de mi funeral) y posteriormente en sus predecesoras. La tienda incluía algún que otro título destacable como Pokémon Rumble, Excitebike World Tour o World of Goo. Parece ser que Nintendo se ha olvidado de esa época, porque New Pokémon Snap no vale lo que están pidiendo por él. El juego sigue siendo un spin-off, con ideas viejas y contenido limitado, y en mi opinión debería de valer, como mínimo, dos tercios del precio oficial (ahora mismo son sesenta eurazos). Un precio de triple A para un juego de hacer fotos montados en un carricoche que va a tres kilómetros por hora no solo es dañino para la cartera del consumidor; también para las nuevas IPs que luchan por hacerse un hueco en dicho mercado.
Esta estrategia la venimos viendo de un tiempo a esta parte. La gran N no hace más que apelar a la nostalgia para atraer tanto al público maduro como al público joven. Y New Pokémon Snap tiene tortas para repartir por partida doble. ¿Quieres volver a sentir ese sentimiento de tu niñez de fotografiar a las criaturas en estado salvaje? Pues este juego es para ti. ¿No jugaste al original porque está desfasado gráfica y jugablemente? Pues no te preocupes por su aspecto gráfico, porque ha recibido un lavado de cara impresionante… aunque en el apartado jugable las mecánicas sigan igual de obsoletas, como ya detallaremos, a su debido tiempo, en nuestra crítica. El principal atractivo del Pokémon Snap original era explotar el potencial gráfico de la Nintendo 64 para mostrar a los jugadores por primera vez sus Pokémon favoritos en su hábitat natural. Esto, 22 años después, resulta aburrido, predecible, tedioso. Ni las interacciones entre los Pokémon, ni lo adorables que pueden resultar alguno de ellos pueden salvar lo que resulta un viaje soporífero sin destino alguno.
No dudo que haya gente a la que le guste esto. Precisamente por eso se trata de una entrega secundaria, para referirse únicamente a los amantes incondicionales de la saga. Sin embargo, el trato y el precio que Nintendo ha estado ejerciendo no son de spin-off. ¿Qué otros productos nos están vendiendo casi todas las compañías apelando a la nostalgia? Exacto, los remakes. La raíz del problema con este juego es que Nintendo está vendiendo el título como si de un juego nuevo se tratase, en lugar del remake de un spin-off. Esto me recuerda a las palabras de John Garvin, el director de Days Gone que hace poco revolvió las aguas de internet diciendo que, si amamos un juego, lo compremos a precio completo. Si fuera un fan acérrimo de Pokémon y conservara un poco de sentido común (cosa que parece incompatible) no dudaría en esperar para comprar el título de segunda mano. Y, lo siento por John Garvin, pero estoy en total desacuerdo en apoyar a una industria en la cual la calidad no se corresponde con el precio. Dejemos el menú para aquellos que puedan y quieran permitírselo, porque yo pasó de pagar el precio completo para después quedarme con hambre.