Dar en la tecla correcta
Netflix está yendo a por todas. El que otrora fuese un servicio dedicado al streaming de video ahora quiere colarse en el mundo de los videojuegos. Ya había propuestas como Black Mirror: Bandersnatch en la plataforma, pero a las películas interactivas difícilmente se les puede llamar videojuegos (lo siento, David Cage). Uno podía imaginar que tirasen por el juego en la nube, servicio que no acaba de despegar, con pros bastante evidentes y con contras que parece que nadie quiere mencionar. Sin embargo, la estrategia es otra muy distinta: pillar proyectos exclusivos para sacarlos en esa plataforma con aceptación masiva que es el móvil.
El mercado de smartphones y tablets en lo que a videojuegos respecta es un vertedero, con todo el cariño y respeto a los desarrolladores. Es un vertedero por la inmensa cantidad de juegos de calidad bajísima, clónicos o directamente plagiados. Esto no es nuevo, y tenemos casos desde 2012 con Ricidulous fishing hasta el año pasado con Unpacking, pasando por Among Us o Fall Guys. Ya no es solo eso, sino que la recolección masiva de datos sin conocimiento del jugador, la cantidad de publicidad necesaria para ganar un mínimo y los sistemas de monetización agresivos son un constante. Sí, siempre hay propuestas que intentan cambiar esto, pero no son un porcentaje significativo. Netflix, por otro lado, no necesita nada de eso (quitando el tracking). Su modelo de negocio es la suscripción pura y dura, ocultando el acceso a estos títulos como algo “gratuito”. En ningún momento son tuyos, pues en cuanto dejes de pagar ya no vas a poder seguir jugando, pero en un mundo donde la suscripción en consola se basa puramente en eso se vuelve el pan de cada día. Ojo, no estoy diciendo que sea malo sino que las cosas ya no son lo que eran.
Mucho ruido, pocas nueces
La empresa “parece” que va a por todas, y lo pongo entre comillas porque tener dudas es lo más legítimo tras la muerte de Stadia. Una empresa sin experiencia en el sector quiere meterse de lleno en un mercado que apenas conoce. Si bien Netflix no está sugiriendo un cambio tan drástico a la hora de jugar como propuso Stadia, ese margen de sospecha sigue existiendo. Dieron a conocer sus planes de verdad hace apenas un año y pico, y entre que iban planteando juegos basados en franquicias populares como Stranger Things o Exploding Kittens, nos enteramos que han comprado Night School Studio, creadores de Oxenfree y Afterparty. Esto son palabras mayores, más aun sabiendo que están en pleno desarrollo de Oxenfree II: Lost Signals (aunque en teoría no va a afectar al desarrollo). Pasan los meses, empieza a llegar la primera remesa y lo que recibimos son títulos menores y algún que otro despunte como Moonlighter. Luego aparece Poinpy. Así, de la nada, en tu cara. Este es un juego monísimo del creador de Downwell en el que, en vez de sumergirte en un pozo inundado por la oscuridad, tienes que conseguir frutitas para hacerle un zumo/coctel a un gato gigante monísimo. Aproveché el verano para pasármelo y es maravilloso. Por último, hace unas semanas, Oxenfree llega sin demasiado bombo y platillo, un juego del que corrieron ríos de tinta en su estreno. Aparte, adquirieron otro estudio y juraron y perjuraron que sí, que esto va p’alante. Ah, y de chiripa me acabo de enterar que ha salido también Spiritfarer.
Por otro lado, y para sorpresa de pocos, los números no salen. La base de jugadores es mínima comparada con la cantidad de personas que tienen una suscripción, con más del 99% no habiendo descargado un juego nunca. Claramente aquí hay un problema: o la gente no está interesada o no conoce que estos juegos, para empezar, existen. Nosotros que nos interesamos mínimamente por estas cosas, que nos informamos al respecto, sí que lo sabemos, pero Netflix no lo impulsa ni siquiera dentro de su plataforma. A esto se le añade el formato, y es que estos juegos no se pueden acceder de ninguna forma que no sea un móvil, y eso complica las cosas. Que os juegos sean descargas individuales, fuera de la app de Netflix, es un paso añadido más. La pereza de tener que dar más clicks para descargarme otro juego, luego tener que vincularlo a Netflix… Entiendo que la infraestructura no da para más y que si bien streamear un video es llevar el mismo archivo a todo el mundo, aquí necesitan una máquina para cada persona que esté accediendo al título. Es una cuestión de recursos y pasta, y para un público que no llega ni al 1% de la base no merece la pena. A cambio, títulos más elaborados se pueden quedar fuera, ya que tapar gran parte de la pantalla con los dedos no es tan cómodo como parece, y asimismo tienes que relegarte a experiencias de partidas más cortas si lo que quieres es tener a gente dentro.
Con respecto a Oxenfree, tengo que admitir que no lo he jugado en la mejor de las condiciones. Mi móvil tiene ya años y por ende los tiempos de carga se hacen ridículamente largos. El juego es el mismo que en PC, solo que ahora se ve más pequeño al ser una pantalla de tamaño menor, pudiendo llegar a incomodar y a tener que apretar muy fuerte los ojos. En tablet la experiencia debe ser infinitamente mejor, eso seguro, e igualmente es una historia que sabe atrapar y sorprenderte, sobre todo si no has jugado a nada parecido antes ni sabes cómo se juega. Netflix ha decidido saltar al ring en un momento perfecto, en el que el formato transmedia está despegando con una fuerza descomunal, y eso es un gran punto a favor por su potencial de experimentación al tenerlo todo en el mismo sitio. La “interacción” entre formatos, que una serie se pueda ver afectada por lo que has hecho durante tu partida en el juego, es una posibilidad que va más allá de lo que planteaba Bandersnatch. Solo falta hacer atractiva su oferta y darse a conocer al mundo, esta vez de verdad.