Contenido exclusivo para unos... y para otros, no tanto
Control, el nuevo título de Remedy Entertainment, llegará el próximo 27 de agosto. Un reciente anuncio por parte de la compañía ha generado polémica, ya que debido a un acuerdo entre 505 Games y Sony, el título dispondrá de contenido exclusivo para los jugadores de Playstation 4 (más allá de la exclusividad de un título).
El paquete llamado Digital Deluxe Edition de Playstation 4 ofrecerá varios cosméticos y contenido exclusivo dentro del propio videojuego: una misión denominada Insolation y el pase de temporada para las siguientes expansiones del juego. Además, de un acceso anticipado para las próximas expansiones. En las siguientes imágenes podéis ver las diferencias (que llegan a ser notables) y que se haya necesitado de tablas para ello no deja de ser significativo.
Esto ha provocado un gran descontento entre los usuarios de Xbox One, quiénes no han dudado en mostrar su desagrado en los foros de reddit. Lo más perjudicial ha sido el tema de la misión secundaria que pese a ser contenido propio de un videojuego, éste no se encuentra disponible para los usuarios de Xbox One.
El contenido sesgado puede ser un precedente
El asunto de fondo tiene más implicaciones de lo que pudiera parecer y resulta preocupante. Hasta ahora, el contenido dentro de un juego quedaba encorchetado en el contexto del micropago, cosméticos, las limitaciones técnicas de la consola y el propio crossplay en base a que la confluencia de jugadores pudiera disponer de un modo multijugador de juego u otro con mayor facilidad. De forma concisa, por primera vez el contenido dentro de un juego es segregado intencionadamente para favorecer a los usuarios de unas plataformas sobre otras. Estas prácticas (fácilmente implementables gracias las actualizaciones y el servicio online) pueden poner en riesgo la visión unitaria del videojuego como software, con las mismas funcionalidades independientemente de dónde o para qué plataforma se hubiera comprado.
En este punto, es cierto que han existido versiones y spin-offs de juegos para otras plataformas, ya sea por limitaciones técnicas o por pensar en un determinado público. Pero nunca bajo la misma marca (utilizando otros nombres). Una marca en la que se amparan los anuncios donde se promete una jugabilidad y narrativa en particular. Si los frames falsos del Joker (no de un téaser imaginado) sino de un tráiler ya creó polémica en el Escuadrón Suicida, sería un equivalente al videojuego (con la salvedad de que el precio de una entrada de cine no es lo mismo que el de un juego triple A). No sólo eso, no bastaría con esperar a otros formatos sino que directamente obligaría a los usuarios a comprar otra videoconsola. Ése es el camino que abre este nuevo tipo de contenido exclusivo, que como véis, es muy perjudicial para el consumidor.
El hype no puede ser un negocio
Una de las formas más directas y eficaces para mostrar la disconformidad hacia un producto es no comprarlo. Es la filosofía detrás del bombardeo de críticas negativas como por ejemplo en un juego de Steam (como recientemente ocurrió con Bordelands 2 a raíz de la exclusividad de Borderlands 3 para la Epic Games Store) pero… aunque indiscutiblemente es una manera muy eficaz para que cualquier desarrolladora y editora entendería las consecuencias. ¿Resultaría justa para los desarrolladores y para la valoración del videojuego en sí? ¿Cómo separar una crítica que recrimina a unas políticas abusivas con el consumidor sin dañar al propio videojuego y su imagen? No comprar el juego podría solucionarlo pero también podría hacer que ese estudio quebrase afectando a trabajadores inocentes.
Una opción pausible sería comprar sólo la versión con menos contenido, pero en este caso no es algo tan sencillo como cambiar de tienda, simplemente los jugadores no tienen la opción de comprarse otra consola sólo por manifestar su disgusto. Ahí reside el papel de los medios y las personalidades influyentes para alzar la voz contra este tipo de medidas. Cuando alguien espera con ilusión la llegada de un videojuego, es cruel detenerse a mirar una tabla y ver cómo han fragmentado su hype en pequeñas celdas en función de lo que esté dispuesto a pagar. Rebajar el hype a ser algo más vendible que el propio videojuego, sirve de poco para engrandecer la labor de los desarrolladores y el divertimento del propio videojuego. Por ello, cuando oímos que el próximo Star Wars: Jedi Fallen Order no tendrá nada parecido, nos apetece mucho más comprarlo. Llegar a la tienda, hacer el pago y llevarlo a nuestro hogar para ponernos a jugar directamente es un derecho como consumidor. Nada de consultar tablas y hacer negocio de nuestras ilusiones.