Sí, los Rabbids también cuentan
UnMetal es de los mejores juegos del año y me sorprende que haya pasado tan desapercibido. Sé que entran los gustos personales a la hora de hacer una clasificación como esta, pero apenas lo he visto mencionado en ningún sitio más allá de mi timeline. Los juegos de sigilo tienen su nicho muy marcado, pero quizá no se haya pasado por alto por pertenecer a este género que se ha ido diluyendo con la acción conforme han pasado los años. Quizá se deba a la poca publicidad que recibió o que su estética pueda confundirlo con un clon de los Metal Gear clásicos, saga a la que parodia y respeta a partes iguales. Probablemente UnMetal haya salido sin pena ni gloria por ser, precisamente, una parodia.
El cine tuvo una época dorada del cine de parodia con maravillas como Aterriza como puedas o Top Secret, o incluso en series como Los Simpsons, que es una parodia en sí misma de una familia típica de clase media de finales de los 80 y de otras muchas obras de la cultura universal. El género de la parodia tiene que estar muy bien medido, ya que tanto el humor como el terror comparten que, o todo está pensado al milímetro, o puede ser un completo desastre. Estas películas tiraban mucho del humor blanco y absurdo, uno tan disparatado que hace gracia simplemente por el poco sentido que tiene y su justificación con una lógica ridículamente aplastante. Quizá por obras más actuales como la saga Scary Movie se haya manchado ese renombre que tenía el género para pasar a un humor mucho más casual, que sigue conservando el ridículo pero sin alejarse de lo que es una situación cotidiana, y las sitcom han ayudado a preservar ese espíritu. Encontrar juegos actuales que tengan un núcleo puramente cómico no es tarea fácil.
UnMetal no es solo divertido, también es un juego buenísimo, y este es un detalle importante. Hacer comedia aprovechándose de las mecánicas es muy complicado, y la mayoría de juegos de este estilo, como pueden ser Octodad o QWOP, hacen uso de físicas ridículas o controles difíciles de manejar. En el otro lado tenemos juegos como The secret of Monkey Island o Conker’s Bad Fur Day e incluso la saga Yakuza en algunas de sus escenas más icónicas, donde las risas no vienen solo de lo que está sucediendo en el guion sino de que somos nosotros otro elemento más que hace posible ese momento.
En No More Heroes tienes que recargar tu espada agitando el WiiMote como si se hubiera quedado sin pilas, y no es el hecho de tener que agitarlo lo que le da el punto, sino que es una forma de que tengas que estar pendiente de tus recursos para no hacer el ridículo. Es una manera sutil de enseñarte que es importante controlar la batería para no quedarte expuesto de la forma más absurda posible. WarioWare: Smooth Moves también aprovecha al máximo la interacción de la Wii con sus microjuegos tan ridículos, y es probablemente el que más recuerdes si lo has probado porque te implica a ti de forma explícita. Ya no es tener que tocar con el stylus la pantalla de la DS para desenrollar el papel higiénico, es el caos más absoluto de poner una postura ridícula y luego mover el mando de una forma más que temeraria.
¿Por qué el género de la comedia está tan abandonado? Lo más probable es que lo que se busca ahora no es reír, sino descansar. Estos últimos años no han sido nada fáciles para prácticamente nadie, y estamos saturados. Hemos pasado de buscar lo más agresivo y espectacular a experiencias más contenidas y tranquilas. Juegos como Unpacking eran impensables hace años, donde lo que más se llevaba era tener un rifle. Por supuesto, no es un cambio de la noche a la mañana y los juegos de acción desenfrenada siguen petándolo y mucho, pero cada vez más se ve esa tendencia hacia algo no solo relajante sino satisfactorio. Se puede ver en el despegue de juegos de gestión en los que poco a poco va creciendo aquello en lo que estás invirtiendo tiempo, y un género de nicho ha pasado a ser de los más relevantes de estos años. Esa actitud ya no solo más distendida, sino también más creativa, a mi modo de ver deriva del hastío y el hartazgo de una generación que solo ve como el futuro cada vez es más y más oscuro. El FIFA anual va a seguir vendiendo, por supuesto, pero que Unpacking haya vendido más de cien mil copias en sus primeros diez días en el mercado es más que relevante.
Como antes he dicho, el género de la comedia se parece bastante al del terror en cómo se debe tratar: el ritmo, la puesta en escena, eliminar todo detalle que pueda sacarte del aquí y del ahora… y que no siempre hay ganas. Cuando pones una película palomitera para no prestarle atención mientras estás haciendo otras cosas puedes permitirte poner lo que sea, pero el videojuego requiere que le estés prestando atención y que participes la inmensa mayoría de veces. Me puedo poner La vida de Brian mientras estoy tendiendo la lavadora y doblando calcetines, pero el que acabará doblado en el suelo soy yo; si encima tengo que estar con un mínimo de concentración ya me has perdido. Además, por alguna que otra razón los juegos con un núcleo puramente cómico suelen ser experiencias multijugador o de puzles, como es el caso de There Is No Game o las aventuras gráficas, y si no te apetece pensar mucho o no tienes con quien jugar estás perdido.
Todas estas cosas son impedimentos importantes y pueden ser la causa de que este género tan concreto lleve sin despuntar mucho tiempo. Por ello hay que apreciar cositas como UnMetal, que no solo ofrecen un juego brillante en su apartado mecánico, sino que lo sabe acompañar con un sentido del humor único. Necesitamos más juegos que exploten algo tan inherente al ser humano como es la risa y resaltarlos cuando se lo merezcan, porque llorar de tristeza está muy visto, pero caerte de la silla y que te falte aire por un chiste bien metido no lo hace cualquiera.