El viaje de dos niños engullidos por la guerra

Durante años hemos vivido la guerra en los videojuegos desde el punto de mira, desde detrás del gatillo aunque normalmente nos apuntaran y dispararan también desde el lado enemigo. Siempre hemos tenido un equipo de camuflaje, con chaleco antibalas, munición con más plomo que las figuras de Warhammer que pintaba de pequeño y una sed de sangre insaciable. Creo que la primera vez que me encontré el factor moral en un videojuego bélico – al menos el primero que recuerdo – fue con Spec Ops: The Line.

Más tarde, cuando fui investigando e interesándome más con los videojuegos descubrí que poco a poco se iban publicando títulos que nos contaban los horrores de las guerras desde otro punto de vista. En 2014, casualmente, se publicaron dos de las obras más icónicas – para mí – Valiant Hearts y This War of Mine. La primera, con un estilo cartoon, nos contaba historias de diferentes personajes que no luchaban activamente en el frente sino que se veían arrastrados a él y debían luchar para alejarse del mismo. Causó sensación, en parte por ser publicado por Ubisoft pero también, por esa sutilidad y cariño que parecía poner el juego cuando se trataba de momentos duros.

El otro, uno de los juegos que más me ha hecho sentir, fue el terror de la guerra dibujado a carboncillo. La visión de personas corrientes atrapadas en medio de una guerra civil en la cual no quieren tomar otro bando más que el de sobrevivir. Una aventura, cada vez diferente, con una gran cantidad de decisiones morales en la que más importante se resume en “tal vez morir no signifique perder”. Esta crueldad empeoró cuando los niños llegaron en forma de DLC, los pequeños grandes olvidados de los conflictos que ven desaparecer su infancia por las discrepancias de adultos con demasiado control sobre armas.

Pues bien, niños son también los protagonistas de My Memory of Us pero aunque al principio no están atrapados en una guerra. Una niña en busca de un libro más que devorar, recordará al anciano librero aquella muchacha con la que tanto tiempo pasó en la niñez. Con él como narrador, iremos descubriendo la historia de su pasado cuando dejó los robos menores para sobrevivir por la compañía humana durante la guerra de los robots.  Nos encontramos en una – lo que parece – Polonia antes de la segunda guerra mundial y, cuando avancemos un poco en la historia, veremos que las esvásticas se han sustituido por chatarra ya que los invasores, como decía, son máquinas engrasadas para matar.

Como si hubiéramos sido amigos desde pequeños, iremos de la mano tanto él como ella a través de calles, jardines y casas mientras aprovechamos lo mejor de cada uno. Ella puede correr y lanzar piedras con un tirachinas mientras que él puede ir agachado para sortear enemigos y cegar a gente usando un espejo y un poco de luz. Si vamos de la mano podremos hacer ambos lo mismo, es decir, correr o agacharnos los dos a la vez.

El juego, sorprendentemente, da un giro y convierte la aventura en una historia sobre la incomprensión que tienen los pequeños en las desigualdades que aparecen con el nuevo invasor. Voy a comentar brevemente esta sorpresa en este párrafo así que si no queréis spoilers os recomiendo que sigáis leyendo el artículo en el siguiente. Mientras vamos buscando al abuelo, la cogerán presa y veremos como la pintarán de rojo mientras llora. Esto no le pasará solo a ella sino que a una gran parte de la población tambien. Justo cuando empiezan a dividirlos se generan zonas a las que los civiles sin teñir pueden entrar sin problema pero los pintados de rojo ven prohibido su paso. Sin comerlo ni beberlo han visto cómo sus derechos humanos se perdían debido a una invasión y que la gente seguía las indicaciones del régimen. Este es un guiño sutil y maravilloso a la opresión judía, gitana, etc. ocasionada en la segunda guerra mundial y lo han transmitido de la mejor forma posible.

Un detalle a destacar es que iremos encontrando cromos de personajes históricos durante nuestro camino. Así, en forma de coleccionables, tras recoger estos cromos podremos conocer la historia de algunos nombres olvidados de la guerra pero que tan importante fueron y, si me apuráis, siguen siendo a día de hoy. Este ha sido un detalle que me ha encantado porque me ha ayudado a entender mejor lo que entonces se vivió y que no solo había “buenos y malos” sino bandos diferentes con ideas adoctrinadas y, de vez en cuando, algún rebelde que se escapaba de esas ideas impuestas o aceptadas.

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Artísticamente me parece un juego sutil, que sabe sus puntos fuertes y sus puntos débiles así que evita bastante estos últimos. Me he sentido a gusto jugando con estos dos y viéndoles siempre con una sonrisa en la cara, aunque lo que acabasen de vivir fuera algo trágico. Demuestran muy bien como la inocencia es difícil de perder pero, una vez se va, ya no vuelve. La música, como elemento también de acompañamiento, se prepara maravillosamente porque, como comento, parece ser una melodía tranquila en un tiempo en el que no existía nadie que estuviera tranquilo. Ambos aspectos presentan una distancia con el tema y la historia del juego para que nosotros nos sintamos como los protagonistas.

Perspectiva de la guerra desde un metro veinte de altura

Esta aventura está hecha para un jugador inteligente, que es capaz de darse cuenta del punto de vista de los pequeños mientras atiende también al sufrimiento y dolor de la estampa que ellos no alcanzan a ver. No sería capaz de recomendar este título a todo el mundo, tal vez esta sea la razón por la que se quede sin galardón, pero si alguien está cansado de tantos disparos sin sentido en los videojuegos y quiere ver un conflicto bélico desde otro punto de vista, esta es una buena oportunidad para hacerlo.


Este análisis se ha realizado con una copia de prensa para Steam cedida por los desarrolladores del juego