El boom boom boom de mi corazón
Vamos a empezar fuerte: en estos últimos meses no he jugado a prácticamente nada. Entre unas cosas y otras, los estudios y demás responsabilidades han ocupado casi todo mi tiempo, y ponerme a jugar tranquilamente es un lujo que no me podía permitir. No voy a dar demasiados detalles, pero el vacío se notaba. Dedicar tanto tiempo a algo que te gusta y hacerlo desaparecer de la noche a la mañana es complicado, pero así es la vida. Por suerte, ya veo la luz al final del túnel, y es una luz tan brillante que me da hasta vértigo acercarme. Tears of the Kingdom, Firmament, Vividlope, las actualizaciones de Ex-Zodiac y Slipstream, Blasphemous II y todo lo que ha salido desde Metroid Prime: Remastered, como Hi-Fi Rush, Paranormasight, Hell Screen, Pizza Tower, HROT, Misericorde o MyHouse.WAD. Además, hay que sumarle que ahora tengo una PS Vita y, junto al inmenso número de títulos que me perdí, la comunidad homebrew está tan pinzada que han comenzado a portear un montón de juegos de Android y PC. El verano, por desgracia, no va a ser tan largo.
Hacerse mayor es una putada, no se lo recomiendo a nadie. Antes todo era más fácil, cuando lo único que podía jugar eran títulos arcade cargados en MAME con mi padre. La filosofía de conseguir la mayor cantidad de puntos nunca me ha atraído demasiado, prefería fijarme en otras cosas más pequeñas, detalles que parecían errores y eran limitaciones del momento o parte del diseño del juego. Murtop nace en un contexto en el que los que parecían baluartes de joyas más pequeñas, mecánicas simples y objetivos claros, se han pervertido o han muerto. Para mí, estos eran el juego móvil, cada vez más lleno de ganchos psicológicos y cuya preservación da ganas de llorar, y los títulos de navegador, cada vez más y más abandonados. El arcade como género nunca ha desaparecido, ya escuchaba en el colegio hablar de Locomalito y su Maldita Castilla, y ha ido evolucionando poco a poco para dejar atrás elementos como las vidas y dar paso a locuras puras como Devil Daggers o juguetear con mecánicas de desbloqueo, como hace Luftrausers. Las consolas de fantasía como Pico-8 también incentivan este tipo de títulos debido a las limitaciones autoimpuestas y las ganas de experimentar.
Los indie son siempre los que se encargan de cuidar lo que las superproducciones abandonan, y Murtop, en medio de toda esta juerga, llega del pasado a convencernos de que aún se puede apostar por estas ideas. Lo flipante es que va y lo consigue.
Murtop es muy divertido. Esa es la palabra con la que quiero que os quedéis: divertido. Es un juego que bebe y a mucha honra de dos gigantes del género: Bomberman y Dig Dug, tocando lo justo y necesario. Encargamos a un simpático conejo que va cavando por la tierra y poniendo bombas, las cuales explotan en forma de cruz. El objetivo es acabar con todos los topos, pero si nos alcanza nuestra propia bomba perdemos una vida. Hay tres tipos de enemigos, un par de mecánicas graciosas más para dar vidilla y poco más. Contamos con 256 niveles, divididos en sets de 5 con una variación de enemigos y música distintos, pantalla de bonus y al siguiente. Lo que viene siendo un juego arcade, vaya. La música y efectos de sonido están muy bien, aunque al ser pocas canciones en niveles de menos de un minuto pueden llegar a cansar. El apartado gráfico, por otro lado, es brutal, y las animaciones están tan absurdamente cuidadas que con un filtrito de scanlines puede pasar perfectamente por un juego de la época. Describir un título arcade a día de hoy es hasta gracioso, porque la chicha no está simplemente en que se basan en mecánicas muy sencillas, sino por detalles muy tontos que influyen en la jugabilidad y que hay que tener en cuenta.
Murti se mueve en una cuadrícula, casilla a casilla, y al no poder cancelar dicho movimiento hace que te pienses dos veces cómo avanzar hacia un enemigo o tras plantar una bomba. La IA de los topos es muy básica: uno se mueve y te persigue cuando estás a la vista o muy cerca y el otro dispara horizontalmente si te está mirando, pero conforme vas avanzando los rangos son mayores, te persiguen más tiempo y manejarlos se vuelve más complejo. El tercer topo te tira una piedra desde arriba que va despejando el camino, pero también se mueve en horizontal y con una tendencia ciertamente sospechosa a buscarte. Por último, y más importante: el juego consiste en conseguir puntos, no en llegar a la última pantalla. Para subir el marcador, hay que terminar el nivel en el menor tiempo posible y acabar con varios enemigos a la vez, por lo que hay que pensar rápido para montar estrategias sin perder mucho tiempo o que te empiecen a perseguir. No es un cruce más de dos juegos, sino que desafía al jugador y le incentiva a crear situaciones interesantes. Puedes llegar muy lejos porque no hay límite de monedas (cuando palmas continúas donde lo dejaste a cambio de perder todos los puntos), pero es más importante conocer cómo funcionan los enemigos, los tiempos que tardas en moverte y soltar una bomba o si esa piedra llega a aplastarte.
Team Murti hasta el final
Murtop plantea un entorno así de sencillo porque quiere que aprendas y que experimentes, que sepas dónde mirar y en qué fijarte cuando juegas a una arcade. No tiene necesidad de sacarte la paga, pero sí que consigue con creces recuperar el espíritu de superación y control absoluto de este tipo de títulos. Es una barrera baja si lo que buscas es dificultad desmedida, pero sería pedirle a un tutorial el nivel de un jefe final. Murtop me ha devuelto las ganas de jugar y reconectar con los videojuegos, concretamente con un sector que nunca se ha ido, sino que ha evolucionado para ofrecer experiencias que, en otro tiempo, nos habrían volado la cabeza. Es una carta de amor al género que me hizo amar los videojuegos y definió mis gustos, y además recordándome que llegar al final está muy bien, pero no tiene sentido si lo importante estaba en el camino. Aunque ahora me cueste verlo, habrá merecido la pena recorrerlo, y me alegro mucho de que Murtop formase parte del mismo. El resto pueden esperar.
Este análisis ha sido realizado con una copia digital para Nintendo Switch facilitada por Flynn’s Arcade.