Sello amarillo

Para entender Mika and The Witch’s Mountain primero hay que situarse: los juegos cozy son un grupo muy variable. Hay títulos específicamente diseñados para ser acogedores, que ayudan a desconectar de nuestro alrededor y nos meten en una realidad muy tranquilona. Mika trata de apelar a ese sector de jugadores con una estética que recuerda a Wind Waker, una protagonista cuquísima y un ambiente tremendamente amable, y por lo que parece lo está consiguiendo. También es importante recalcar que el juego realmente está en early access, así que todo puede cambiar; solo me voy a limitar a hablar del estado del mismo a día de hoy.

Cogiendo altura

Chibig es un estudio español que se ha hecho un hueco en la industria gracias a Summer in Mara, y sus últimos juegos suelen rotar alrededor de ese universo. Este tampoco es una excepción, pero apenas se necesita saber nada de los personajes para entrar al mismo. La historia es súper básica: somos una brujita que quiere ser una brujota y la Brujota Suprema la tira por un acantilado para que vuelva a subir, aprendiendo por el camino lo que es ser una brujota de verdad. Para ello, nos tocará trabajar de repartidora y así poder costearnos mejores escobas para subir cada vez más, conociendo por el camino a los peculiares habitantes de la isla. Ni más, ni menos.

Mika pueblo

Los lugareños se quedan ahí hasta el final de sus días

Volar con la escoba será nuestra manera de movernos por el mundo; mejor dicho, planear por el mundo. Mika no puede elevarse ni propulsarse por sí sola, a menos que juguemos con la geometría del mundo y consigamos subir estampándonos contra los modelados. Habrá que jugar con corrientes de aire repartidas por el mapa, algunas sólo activándose cuando hayamos mejorado la escoba. El control es bastante sencillo, pero en mi experiencia no consigue ser tan satisfactorio como el planeo en A short hike, por poner un ejemplo. Hay que decir que en Switch hay un input lag considerable al que hay que acostumbrarse, algo que no pasa en otras plataformas por lo que he podido investigar. Eso sí, conforme te vas a haciendo a las corrientes notas cómo vas aprendiendo y llegas a los sitios mucho más rápido sin comerte una roca cada dos por tres.

Mika repartidor

Mira aquí al empresaurio

El reparto de los paquetes es la parte principal del juego y por la cual el resto de elementos van a girar. Las misiones principales consisten en llevar los envíos sin dañarlos, mojarlos, en un tiempo limite o una mezcla de estas tres. Si sufrimos algún percance (que lo sufriremos), podremos reiniciar la entrega y el paquete volverá a su sitio original. Según lo bien que lo hagamos, nos pondrán un sello rojo, amarillo o verde, sin segundas oportunidades (aunque por razones de la historia tampoco las necesitaremos). Este será el momento en el que hablemos con los diversos personajes de la isla, conociéndoles a través de los propios envíos y contándonos su historia. Hay algunos objetos secundarios repartidos por toda la isla para personajes específicos, y orbes que nos abrirán atajos si los llevamos a puntos concretos. También se puede pescar, pero por ahora no tiene más chicha que dos entregas puntuales. Le añadimos unas estatuillas a encontrar por el mundo para cambiar nuestro vestido y un par de coleccionables más y ya estaría.

Literalmente, ya estaría

No quiero ser un aguafiestas, pero Mika no me ha parecido ni me ha dicho gran cosa. O sea, entiendo el tipo de juego que es y que hacer videojuegos es muy complicado, sobre todo cuando has tenido un Kickstarter millonario que ha superado todas las expectativas y tienes un equipo pequeño. Sin embargo, creo que a su mundo le falta vitalidad. Apenas hay nada que hacer más allá de la entrega de paquetes y buscar algún que otro coleccionable. Supuestamente en octubre y diciembre habrá dos parches con un par de minijuegos y mazmorras al estilo Zelda, pero a día de hoy la isla no me parece muy interesante. No hay mucha cosa con la que interactuar, así que en varias partes se convierte en un decorado sin más. Poder sobrevolarla a gran velocidad hace que parezca más pequeña de lo que realmente es, pero su vacío se debe no solo a que no haya mucho que hacer o que le falten detalles, sino que los personajes tampoco es que hagan por la labor.

Los personajes te cuentan su vida y tienen conversaciones contigo mínimamente interesantes, con dibujos 2D chulísimos y muy cucos, pero es volver al mundo y la inmensa mayoría están como pasmarotes. No se mueven del sitio, haciendo algún gesto si acaso y con un bocadillo que sale de su cabeza si te acercas lo suficiente, y ya. El resultado es que por mucho que me cuenten sus historias solo los veo como un muñeco que suelta su frase cuando estás cerca, haciendo que pasemos de una isla con habitantes a una atracción de feria. La única razón que se me ocurre para que los personajes no se muevan es que no te estampes con ellos con tu escoba y te quedes atrapada, pero poco más. Hay algún animalillo por ahí correteando, pero algunos o estás cerca del suelo o ni los hueles.

En modo portátil, el juego se ve borroso y con una resolución bastante baja. Hay modelados que tardan en cargar, incluso las corrientes de aire a veces no aparecen. Me sorprende que este sea el caso para un juego tan pequeño, pero en el resto de plataformas se ve indudablemente mejor y a 60fps. Además, ir a gran velocidad solo acrecienta el problema ya que los detalles desaparecen, provocando que algunos textos no se vean bien o que no puedas apreciar prácticamente los detalles de los personajes en el mundo (ni sus animaciones si tienen). La calidad gráfica mejora si jugamos con la consola en el dock, pero teniendo en cuenta la gran cantidad de usuarios que hay con una Switch Lite me parece necesario incidir en este aspecto.

El apartado sonoro también hace un flaco favor a la experiencia. La música supuestamente viene y va según la zona en la que estés, pero pueden pasar unos cuantos minutos de silencio absoluto y le quita emoción al momento. La banda sonora está bien y hay temas conocidos de juegos anteriores, pero es olvidable a excepción del tema principal. Los efectos sonoros y el ruido ambiental suelen brillar por su ausencia, haciendo daño a la hora de meterse en el mundo. Sumado a que varias zonas tampoco es que sean muy interesantes, hacen que la isla a veces se sienta incompleta, no tengo otra palabra para describirla.

Quiere, pero no puede

Mika cuervoMika and the Witch’s Mountain me ha dejado bastante frío. No he hablado de los bugs porque la mayoría son chorradas que acabarán parcheando, pero el juego es sólido como él solo y puedes comerte todos los árboles que quieras. Lo que sí me preocupa es que la parte narrativa, el que quiere ser de los puntos fuertes de Chibig, se vea emborronada por un mundo al que le falta dinamismo. Se atisba un corazón precioso y un refugio calentito en el título, pero falla al tratar de presentar su historia. Quiere que la entrega de paquetes sea una excusa para algo más grande sin llegar a conseguirlo. Hay un mensaje sobre la empatía que parece sacado de la nada porque no has desarrollado ningún vínculo con prácticamente nadie, haciendo que la lección final caiga en saco roto. Podría pasar de la historia y los personajes y centrarme en lo cozy, pero si Chibig le ha puesto tanto cariño es porque quieren que le prestes atención. Es lo que hay.

Volviendo al principio: hacer videojuegos es complicado, sobre todo en estudios pequeños. También os digo que mi experiencia probablemente esté manchada por jugarlo en modo portátil, el resto del mundo parece estar disfrutándolo mucho. La mayoría de sus fallos se pueden arreglar o al menos mitigar, y le daré otra oportunidad cuando lancen los parches con el contenido nuevo. Es un juego que necesita que conectes con él, y por lo que sea no lo he conseguido (y lo he intentado). Si lo único que quieres es un juego tranquilón para pasarte en un par de tardes, adelante, pero no busques más allá de eso.


Este análisis ha sido realizado mediante una clave de descarga digital para Nintendo Switch cedida por Chibig.