¿Por qué nadie está hablando de esto?
Una de las formas en las que Microsoft anunció Xbox One fue a través de la promoción a bombo y platillo de la versatilidad de su manejo, una de las ideas clave de la anterior directiva. Esta hizo un gran énfasis en la facilidad de controlar tanto la consola como su asistente por medio de comandos de voz, y es que la compañía de Redmond anunció que los usuarios tenían la posibilidad de “hablarle” al sistema para controlarlo, permitiéndoles cambiar de juego, subir el volumen, realizar alguna búsqueda y entrar o salir de un chat a través de Kinect, periférico que acompañó a la consola indispensablemente en su estreno (encareciéndola, de paso, hasta los 499€) y que se exhibía en cada tráiler promocional que se lanzaba sobre la misma. Lo que se daba por supuesto, dada dicha promesa, era que para poder realizar todas las órdenes Kinect debía estar escuchando al usuario de forma permanente, aunque quizás no de una forma tan agresiva como muchos esperábamos.
Lo que la gran mayoría de jugadores y de poseedores del sistema creíamos de una manera prácticamente rotunda era que la voz se guardaba y era analizada de forma automática. No obstante, durante las últimas horas hemos descubierto que los datos que registraba Kinect y que quedaban guardados eran analizados manualmente por contratistas pagados por Microsoft, que se dedicaban a escuchar a tiempo completo todo aquello que quedaba registrado – incluso grabaciones de los usuarios durante el tiempo de uso de la consola que nada tenían que ver con su funcionamiento, dada la posibilidad de dar lugar a grabaciones incluso cuando esta se encuentra en stand by -.
Esta información se ha podido conocer de primera mano gracias al medio Vice, que recientemente ha ha podido entrevistar a algunos de estos verdugos digitales. Uno de ellos, que trabajó entre el año 2014 y 2015 para la empresa, afirma que al principio los comandos y voces de Xbox eran una mínima parte de su trabajo, aunque conforme pasaba el tiempo el volumen de trabajo de este tipo fue aumentando hasta llegar al punto de que solamente se dedicaban a analizar estas grabaciones para Microsoft. Este contratista dejó de trabajar en 2016 cuando Cortana entró en escena, aunque no fue el caso de otros tantos, que siguieron trabajando en el análisis de grabaciones involuntarias sobre juegos, DLCs o partidas, llegando a recibir, incluso, algunas llamadas de Skype registradas por este último asistente. También admiten, no obstante, que según se iba mejorando el sistema, llegaban menos cantidad de voces accidentales o que estaban poco relacionadas con el funcionamiento de la consola. Microsoft afirmó que todos estos audios anónimos eran escuchados por personas con la intención de mejorar la funcionalidad del producto, además han dicho que sus políticas de privacidad fueron adaptadas y nunca compartieron audios de los usuarios sin sus permisos.
Todo esto consiguió que Facebook, Google y Apple suspendieran el uso que estaban haciendo de contratistas para analizar los audios de sus asistente, además de reformar sus políticas. Por otro lado, Amazon afirmó que nunca había hecho uso de estas medidas con su asistente por voz. En respuesta a esta información un portavoz de Microsoft ha dado la cara enviando un comunicado a Vice. Este ha afirmado que las revisiones de audios ya se han dejado de llevar a cabo, puesto que ya no las ven necesarias para mejorar su producto. En el comunicado la fabricante de Xbox afirmaba que:
Para terminar de cubrirse las espaldas, el portavoz de Microsoft ha dicho que siempre se tomaron muy en serio la privacidad de sus usuarios. Además, nunca se ha analizado una pieza de audio que no estuviera tratada para desidentificarla y que la persona propietaria no pueda ser reconocida. Por otro lado, se ha dicho que la empresa siempre ha intentado ser un estándar en transparencia en el medio.
En mi opinión, este asunto no es tan revelador ni tan negativo como parece. Si bien resulta preocupante la puerta que deja entreabierta de cara al futuro, me parece lógico que una empresa recoja y analice los datos de los usuarios de su producto, y más si este ha aceptado la política de privacidad de la empresa (aunque no la haya leído; entonemos todos el mea culpa), pues al final del día esto le da mucha información de su público, y, en un mercado como el nuestro, la información es dinero. Por lo tanto, no veo tan extrañas las declaraciones de los contratistas, ni me sorprenden. Lo que sí me da miedo y me preocupa es hacia dónde está yendo la industria tecnológica: no solo los videojuegos, porque este caso ha sido Xbox, pero miles de productos actuales recogen la voz de los usuarios; todos los móviles, el mismo Google, recientemente Amazon y, cómo no, las consolas, sin ir más lejos. Estamos rodeados de micrófonos constantemente que son una puerta abierta de nuestra privacidad, y esta información se la damos a empresas que quieren nuestro dinero. Deberíamos plantearnos cuál es el límite al que queremos llegar y cuánta de nuestra privacidad estamos dispuestos a ceder por tener el último modelo de todo aparato que aparezca en televisión.