Todo con un fin por todos sabido (salirse con la suya)
La compra del conglomerado Activision-Blizzard (junto a todas sus filiales y compañías asociadas, como es el caso de King, creadores de Candy Crush y demás máquinas de imprimir billetes) por parte de Microsoft parecía tener muy buena pinta para la gente de Redmond, pero en el momento en el que nos alejamos de la industria del videojuego y empezamos a entrar en el terreno de leyes antimonopolio y cuestiones de competencia, los problemas no han tardado en aparecer. Si bien este hecho no tuvo tanto peso con la adquisición de Bethesda, el peso de Activision-Blizzard en la industria es mayor, guste o no, y ahí está precisamente el origen de las concesiones que está anunciando Microsoft a diestro y siniestro, con el fin de conseguir la aprobación de la operación por parte de todos los reguladores correspondientes y empezar a rentabilizarla.
Porque ese es el único fin, no nos llevemos a engaño
Y el último de estos anuncios a muchos nos ha pillado, sinceramente, por sorpresa. El hecho de que estos comunicados giren alrededor de la franquicia Call of Duty no debería hacerlo, pero el hecho de que de repente aparezca el nombre de Nintendo, sí. Ahora mismo, tal y como está la situación, Microsoft se ha comprometido a seguir llevando la licencia a consolas de PlayStation, así como Steam, durante al menos 10 años. Hasta ahí, todo normal. Pero ¿qué pinta Nintendo en la combinación?
I’m also pleased to confirm that Microsoft has committed to continue to offer Call of Duty on @Steam simultaneously to Xbox after we have closed the merger with Activision Blizzard King. @ATVI_AB @ValveSoftware
— Phil Spencer (@XboxP3) December 7, 2022
Lo primero debería ser, cautela y sospecha. Estos anuncios, salvo que Microsoft pueda echarse atrás de alguna manera (y ya sabemos lo que pasa si lo intentas, solo hace falta mirar a Elon Musk con la compra de Twitter), suelen ser vinculantes, pero es que Call of Duty no pinta nada en el catálogo de Nintendo Switch. Y no es por hacer de menos a la licencia y sus últimas entregas, pero es que ni por el público de Nintendo Switch (aunque abarque distintas franjas de edad y entusiasmo a la hora de jugar, muchos utilizan la consola de Nintendo como un complemento a otra plataforma) ni por el patrón de ventas de la misma, en la que los exclusivos, o incluso reduciendo al máximo, los títulos con el sello de Nintendo, son los que se llevan el pastel prácticamente al completo, tiene sentido alguno la decisión, más allá de que sea necesaria para cumplir con la legalidad.
Esto abre dos posibilidades. O Microsoft se salta el acuerdo a la mínima que pueda, con alguna cláusula liberatoria si no se cumplen según que objetivos, o la consola de Nintendo de turno (ya que recordemos que la promesa es a 10 años vista) recibirá versiones de Call of Duty como en los tiempos de Wii. Es decir, técnicamente inferiores, ya que a estas alturas cambiar la forma de trabajar de Nintendo a nivel de hardware es complicado, o bien directamente es otro juego totalmente distinto que lleva el susodicho título, y a funcionar. Y en ninguno de los dos casos es una buena noticia.
Más allá de que Microsoft vaya a cumplir con el mínimo esfuerzo posible para con el resto de plataformas (obviamente lo bueno se lo quedan para su terreno), al final quienes van a pagar los platos rotos vamos a ser los usuarios. Ya que por desgracia la tendencia de la industria del videojuego, al igual que sucede con el resto del mundo, tiende a la formación de oligopolios y una financiarización de los participantes en los mismos, y somos los jugadores los que vamos a sufrir las restricciones a la hora de jugar a nuestros títulos favoritos, sinceramente prefiero que Microsoft se salte las leyes antimonopolio directamente en vez de cumplir por la mínima para evitar multas, y se publiquen versiones indecentes del título que sea. De aquí a un tiempo sabremos que pasa, en cualquier caso.