La hiperunidad internacional de acción
Parece que 2025 será un buen año para los FPS, y aunque títulos como Doom: The Dark Ages o Borderlands 4 parecen ocupar todo el panorama y toda la atención, no es exactamente así. Hay otros nombres en el horizonte, y algunos de ellos demasiado próximos en el tiempo, y demasiado prometedores como para ignorarlos o hacerlos de menos. Es el caso de Metal Eden, y tras una breve prueba en forma de demo, estamos seguros de que merece la pena tenerlo en radar. El título desarrollado por Reikon Games, estudio independiente responsable de Ruiner, está a la vuelta de la esquina, y el próximo 6 de mayo llegará a PlayStation 5, Xbox Series X | S y PC.
Tecnología y acción de corte sci-fi
Metal Eden nos propone un shooter pura sangre ambientado en un futuro super tecnológico, al estilo de títulos como Ghostrunner, y cuyos principales pilares son la acción desenfrenada, la velocidad y las plataformas. Vamos, algo así como si Doom Eternal y Ghostrunner II tuvieran un hijo. Nos pone en la piel de ASKA, una hiperunidad de combate puesta en activo para salvar a la humanidad de una no-existencia dominada por la tecnología y el corporativismo.
La trama gira en torno a un eje situacional central: la ciudad orbital de Moebius, donde un misterioso grupo conocido como Los Ingenieros mueve los hilos detrás de una guerra cibernética que ha relegado a la humanidad a meros conjuntos de datos almacenados en núcleos de memoria.
Y con este telón de fondo, Metal Eden se propone un objetivo bien simple: ser adrenalina pura transmitida a través de un mando. ¿Lo consigue? Pues las sensaciones de la demo, que dura alrededor de una hora, parecen apuntar a que sí. Y aunque el juego final tendrá que saber manejar sus elementos, y también ampliarlos, para no caer en la monotonía, la receta para el éxito parece estar ahí. La base es sólida y funciona de maravilla. Un ritmo fluido, un gunfeel bruto y pesado, la movilidad de un ninja impulsado con motores a reacción, y un diseño artístico exquisito parecen combinarse al servicio de este propósito.
Moebius y la guerra cibernética de los núcleos
Mientras exploramos la ciudad orbital de Moebius, un cruce hibiridado entre la estética cyberpunk y el brutalismo arquitectónico, disfrutaremos de un gameplay de boomer shooter refinado hasta la médula, que recuerda poderosamente a las sensaciones que nos dejó Doom Eternal hace ya un puñado de años. Velocidad constante, plataformeo, ganchos, carreras en pared y un arsenal de lo más bestia asientan esas sensaciones, para luego verse aderezados con algunos añadidos mecánicos propios que se sustentan sobre la premisa argumental de Metal Eden.
Los núcleos de memoria son un elemento clave en la historia, probablemente el que más, y tienen un peso sustancial en el gameplay. Cada enemigo posee uno de estos núcleos, y ASKA la habilidad para extraerlos a la fuerza y convertirlos en un arma. Así que, además de las armas de fuego y los castañazos cuerpo a cuerpo, los núcleos serán parte clave del combate. Los podremos extraer de un enemigo, matándolo al instante, y luego utilizarlo bien como una poderosa arma arrojadiza, o como un potenciador físico que nos permitirá volvernos más poderosos durante un tiempo y así poder dañar a ciertos enemigos especiales.
La “escuela” ID Software
Esta habilidad podrá mejorarse mediante un árbol de talentos que también recuerda a las mejoras del traje de Doom Slayer, y que agrega características como explosiones elementales al extraer núcleos, mayor alcance de la extracción, generación de recursos de salud, etc. También las armas, y su sistema de inventario y mejora recuerda poderosamente a la obra de ID Software. Cada cierto tiempo encontraremos tiendas de un solo uso en las que poder mejorar diferentes ramas tecnológicas de cada arma, desbloqueándolas previamente eliminando cantidades concretas de enemigos con cada arma.
“La escuela ID Software” se hace notar también en la presentación visual de objetos como paquetes de salud o armadura, que aparecen flotando y girando en zonas diversas de los escenarios. Este estilo se aferra no solo a Doom, sino a las tendencias de los shooter de los 90’s y principios de los 2000’s, en los que el realismo se dejaba de lado en beneficio de la claridad y los elementos fácilmente reconocibles mientras movíamos la cámara a toda velocidad.
Diseño de niveles al servicio del frenetismo
Por su parte, el diseño de los mapeados, al menos hasta donde pudimos probar en la demo, se siente claro, fluido y conciso, poniendo el foco siempre en el avance constante. Pasillos, salas cerradas para combatir y secciones de plataformeo, sucediéndose una y otra vez, con muy pocas zonas de descanso entre medias. Además, dicho diseño de niveles viene acompañado con una presentación visual soberbia, un nivel gráfico muy trabajado, en el que destacan el uso de las luces, las texturas y el brillo.
Metal Eden nos deja elegir entre dos modos gráficos: rendimiento y calidad visual. Si bien el modo rendimiento muestra una velocidad de frames y una estabilidad exquisita para un juego con este ritmo, el modo calidad sigue moviéndose de manera más que aceptable al tiempo que maximiza el detalle visual. En las zonas destinadas al combate prolongado, Metal Eden utiliza el diseño de niveles a su favor, casi como si se tratara de un turbo ambiental que contribuyera a la sensación de velocidad generalizada en el gameplay. Plataformas, enlaces de gancho o propulsores de salto distribuidos con maestría en entornos cerrados que premian el movimiento constante para no caer bajo los ataques enemigos.
Y a esa movilidad se unen una sensación de impacto potente en cada disparo y un despliegue de sangre en pantalla que no escatima ni una gota, para conformar unas sensaciones que se acercan gratamente a la experiencia de Doom (2016) y Doom Eternal. Si se le puede achacar un defecto que lo aleja de la excelencia completa es una banda sonora demasiado discreta, que no destaca ni parece pensada para ser medianamente memorable.
Candidato al mejor alumno de Doom hasta la fecha
Acción, velocidad y lecciones aprendidas de los mejores, sin dejar de lado un diseño con carácter propio, esas serían las palabras que mejor definirían a Metal Eden. Sin duda un título a marcar en el calendario para los amantes de los FPS de pura sangre, que apunta a ser la antesala perfecta para Doom: The Dark Ages. Pero no solo eso, sino un juego que, si cumple lo que promete en su demo, tendrá el derecho de ser recordado por su propio nombre. Metal Eden es, sin duda, el mejor alumno de Doom hasta la fecha. Uno que puede estar destinado a matrícula de honor y nombre propio en el género.