Un juego capaz de emocionar a cualquiera a través de un tema social, actual y humano
Antes de pasar a analizar la propuesta que hoy tengo entre manos, me gustaría hacer un pequeño apunte, sin desaprovechar la ocasión de presentar a los responsables de este proyecto Marca España, cuyo desarrollo a corrido al cargo de los chicos de Frost Monkey. Massira ha sido una experiencia confusa para mí, ya que, he de admitir, no estoy acostumbrado a jugar este tipo de juegos. No obstante, quiero que dicha descripción quede muy lejos de la acepción peyorativa que muchos podéis tener ahora mismo en la cabeza, y es que la manera en la que ha logrado confundirme y hacerme reflexionar le ha permitido alzarse como una de las experiencias más especiales que he podido catar durante los últimos meses.
Porque si algo es Massira es precisamente eso: una experiencia, quizás algo alejada del ocio que tantísimo nos da que hablar día tras día, pero impactante como la que más. Yo no lo consideraría como un videojuego, sino como un mensaje; una aguda crítica a la sociedad occidental, especialmente a la europea. Digo esto porque, como a continuación expondré en el análisis, a Massira no parecen importarle la profundidad de sus mecánicas, ni el diseño de niveles, sino que únicamente se centra en focalizar y empoderar su mensaje – cosa que hace, quizás, demasiado bien -.
Nada más comenzar nuestra aventura, un menú de estética low poly ya deja patente las intenciones artísticas y narrativas de la propuesta. El juego comienza con un mensaje que ya explica toda la profundidad del tema a tratar, y avisa de su premisa, pues refleja la realidad que viven los refugiados de Siria que huyen hacia Europa para exiliarse de su país. Una vez pasamos este mensaje entramos directos en la estética del juego, recargada de tonos pastel. Toda interfaz está acompañada con una música relajante y tranquila que, si bien contrasta en ocasiones con lo que se pretende contar, produce un efecto melancólico que encaja perfectamente.
Es hora de sumergirse de lleno en esta historia. El juego solo tienen un modo Campaña en el que vivimos el viaje desde Siria a Europa, aunque permite jugar los diferentes niveles que vamos superando dentro del juego, cada uno con su respectivo escenario, de manera independiente. Asimismo, el juego trae una galería de coleccionables, y que son objetos típicos de los lugares que visitamos en el juego, incluyendo información y fragmentos de relatos que podemos consultar a posteriori desde el menú, desbloqueando cinemáticas de manera puntual.
En el juego como ya he dicho antes se incorporan coleccionables, que cumplen su función al igual que en muchísimos otros juegos, hacen que explores el mapa. Sí, parece una tontería pero en este juego es bastante importante porque le dan un trasfondo de los lugares por los que viajas, ya que son objetos culturales de los países por los que pasamos. Además de esto, permite conocer historias de otros refugiados que te cruzas en tu viaje y como no, están perfectamente utilizados para profundizar en la narración y en el mensaje que quieren transmitir. Entre los coleccionables podemos encontrar periódicos que cuentan la situación internacional en la que se encuentra Siria, cartas de refugiados a sus familias u objetos de estos que al ayudarles te regalan.
Y los coleccionables me permiten enlazar perfectamente con el punto fuertísimo de Massira y por le cual merece la pena el juego. La narrativa, la historia que cuenta el juego. Es imposible que no te toque un poco el corazón esta historia sobretodo pensando en las noticias que fueron tan numerosas sobre Siria y los refugiados y cómo de fácil desaparecieron de la sociedad occidental cuando dejaron de vender. Ya que en el juego vemos el viaje de una niña y una abuela, desde Siria justo después de un bombardeo donde la niña pierde a sus padres, hasta Europa; con la esperanza de llegar y salvarse aunque todos sabemos que en la realidad lo que les espera aquí no llega ni a las comodidades mínimas que una persona necesita.
En la historia las dos protagonistas van viajando como pueden de una ciudad a otro, teniendo que trabajar en condiciones horribles, atravesando bosques y pasando por campos de refugiados, con destino Europa. Pasan por Turquía, Grecia, Macedonia, Alemania y Austria. En estos lugares Yara y Numi, se encuentran con diferentes dificultades y el jugador tendrá que tomar decisiones bastante complicadas que provocan que estas se separen o tengan diferentes problemas. El mensaje en todo esto se encuentra en las condiciones y las personas que se encuentran las dos protagonistas y como tienen que sufrir y pasarlo mal para conseguir un cuarto de lo que la sociedad occidental tiene. Es una historia que transmite mucho y para la que las palabras se quedan cortas, en relación a lo que el jugador vive en las diferentes situaciones con las que se encuentra.
A la hora de integrarnos en su mundo, Massira enfoca su jugabilidad de una manera muy sencilla, además de ser bastante intuitivo. El jugador controla dos personajes: Yara y Numi, nieta y abuela, aunque realmente todo lo vemos desde la perspectiva de la más joven, siendo Numi un personaje de apoyo secundario de cara a las mecánicas. El juego funciona a base de recados, ya que cada vez que aparecemos en un nuevo nivel, tenemos que hablar con los habitantes de ciudades y centros de refugiados para que nos manden trabajos, y al realizarlos avanzamos en la trama. Lo que me parece curioso de este apartado es la cantidad de mecánicas diferentes que el título experimenta sin profundizar demasiado, pero que son útiles y hacen variar el juego.
Como videojuego, Massira presenta múltiples óbices que lo alejan de la excelencia. Sin embargo, dichas carencias se ven compensadas por una carga emocional enorme.
En Massira encontraremos desde niveles de “sigilo”, donde nos ocultaremos de guardias y tendremos que escapar de lugares; hasta puzzles y acertijos, bastante sencillos pero que realmente dan variedad; incluso podemos encontrar secciones de persecución en los cuales manejaremos por separado a las dos protagonistas. También innova en el tema de las decisiones, en las que profundizaré con la narrativa, pero que te hacen pensar y te ponen en el lugar del personaje. No obstante, relativo a esto nos acompaña la parte que menos me gusta pero que como en todos los juegos no puede faltar: los fallos, las partes más flojas del título. Y es que como ya he dicho en el juego se le da muchísima importancia al mensaje – cosa que está genial, pero que hace que toda la parte de la jugabilidad sea la que más flojee –. Aunque me parece muy variada y acertada, muchas veces las mecánicas y la jugabilidad del juego no están bien trabajadas. Por lo tanto, se hace un poco pesado mover a los personajes en algunas situaciones y algunas mecánicas del juego son tan efímeras y tan superficiales que pasan desapercibidas y que si no estuvieran tampoco se resentiría la totalidad del juego.
En el apartado más estético puedo añadir que el juego es bastante bonito y aunque es de una estética minimalista, en la que las caras no se dibujan y todas las personas son figuras blancas excepto las dos protagonistas; está transmite mucho. Y con muy poco consigue hacer que Yara y Numi representen a todo el colectivo refugiado, por lo que no necesita nada más. Todo aparece pintado con colores pastel con una estética bastante infantil, claramente a propósito, ya que vemos el mundo con los ojos de una niña que ha perdido a sus padres en un bombardeo. Todo lo que vemos es realmente inocente e incluso las figuras extrañas que representan a la maldad que te va persiguiendo, se muestran de una forma simpática. Además en Massira aparecen figuras y hechos bastante fantásticos cosa que se explica fácilmente con la imaginación de la niña.
Por otro lado, la música es fantástica, también bastante sencilla pero que te transporta a lo largo del juego. Aunque a veces se puede hacer un poco repetitiva, esta transmite mucho y las sensaciones de la niña se expresan perfectamente con esta. Además es relajante, cosa que te permite disfrutar del viaje y pasar pena con las dos protagonistas, que es al fín y al cabo es lo que produce la situación que viven los refugiados.
Un acercamiento tan valiente como necesario
Massira es un título que me ha gustado mucho, ya no solo por el tema que trata, sino también por cómo lo trata. Es una aventura empática, lúdica y necesaria, que presume de poder ponerse en el lugar de los refugiados y de poder ver con claridad cómo la amplia mayoría de esa población ha perdido su hogar. Un juego innovador y valiente, que se atreve a tratar un tema complejo y muy actual y que, lejos de conformarse con eso, resulta bastante variado en cuanto a mecánicas, lo que acaba haciéndolo la mar de entretenido pese a las grandes carencias que presentan a poco que nos detengamos en ellas de manera individual. Además, ¿quién no quiere que un juego le haga saltar alguna lagrimita de vez en cuando?
Este análisis ha sido realizado con un código de descarga para PS4 cedido por PlayStation España vía Precision Spain.