Houba! Houba!
El objetivo o público objetivo son aquellas personas en las cuales se piensan a la hora de realizar una acción, entablar una relación o lanzar un producto, un grupo para el cual se destina la creación de, por ejemplo, películas, pues debido a ello se pueden estimar costes de producción y manejar mejor los posibles márgenes de beneficios (o pérdidas si se diera el caso). En esos grupos se marcan delimitaciones, ya sean de edad, de ingresos o sencillamente se barajan datos de producciones anteriores con un público objetivo fácilmente identificable para aplicarlos en un nuevo trabajo. Todo esto se realiza día a día en un sinfín de áreas, desde la cultural hasta la económica, o acaso pensamos que las modas nacen de la nada, siempre hay un público detrás al que se le intenta vender nuestro trabajo. Esto es clave a la hora de analizar un producto, entender el contexto que lo envuelve, pues en una época de crisis no puedes lanzar productos básicos a precio de oro, o posiblemente te hundas también (y de manera bastante justa). Esto lo podemos aplicar perfectamente a Marsupilami: Hoobadventure, un título peculiar que recoge el nombre y origen de uno de los protagonistas que participó de forma activa en mi infancia, pues le guardo un gran cariño a la serie de Marsupilami, y encontrarme en 2021 un lanzamiento de este estilo, con esa firma en concreto, me alegra de sobremanera, aunque parece que ha habido ciertas partes del sector que no han logrado entender el juego.
Nos encontramos ante un juego de plataformas 2D de lo más clásico, pues conserva y explora puntos que ya se han tratado en juegos anteriores a este, pero que sin embargo no empobrece el resultado final que resulta ser Marsupilami: Hoobadventure. Las habilidades que poseemos desde el comienzo confieren a nuestros protagonistas de una gran variedad de movimientos para hacer mucho más fluido nuestro paso por el mapa mientras recogemos coleccionables y derrotamos a nuestros enemigos, todo envuelto bajo una bella capa estética que nos llena la vista de color, como si de la propia jungla se tratase, hogar de esta endémica especie. Nuestra misión pasará por perseguir al malvado esqueleto que liberamos (sin querer) y que está sembrando el caos a lo largo y ancho del mapa, controlando al resto de animales para convertirlos en malvadas bestias que se lanzarán a por nosotros.
Con todos estos elementos el resultado se podría considerar bastante satisfactorio, llegando a dar reminiscencias de juegos clásicos como Donkey Kong Country, uno de los precursores del género y posiblemente influencia principal para Marsupilami: Hoobadventure. A pesar de los posibles símiles que puedan surgir, como podríamos decir de la ambientación o alguna que otra mecánica, este título desarrollado por Ocellus Studio y traído a España de la mano de Meridiem Games hace de cada una de sus mecánicas algo propio del personaje, movimientos o ataques que están completamente justificados debido a la apariencia de este, como movernos a gran velocidad mientras rodamos con nuestra kilométrica cola. Esto aporta una gran verosimilitud a nuestro personaje, quien no obtiene poderes de manera mágica o tras hacerse fuerte en un cortísimo espacio de tiempo, sino que son movimientos que, por cómo es él, podemos intuir que lleva realizando toda su vida, dando lugar a una naturalidad y espontaneidad modélica al juego.
Pero parece que no todo podía ser bonito en este mundo, y a pesar de que no es culpa del título, pues este cumple en todo y cada uno de los apartados, como he mencionado anteriormente, el principal problema que ha surgido con Marsupilami: Hoobadventure ha sido nada más ni nada menos que es muy “infantil”. Algunos de los análisis publicados desde su lanzamiento señalaban esta faceta del título como algo negativo, un punto flojo del juego que está mal, y que por eso consideraron importante destacar que este aspecto en ningún momento debe de considerarse negativo, sobre todo cuando el juego tiene ese enfoque y, principalmente, coloca a las personas más jóvenes como su público objetivo. Tendemos a analizar todo de manera objetiva, hablando solo de lo bien o mal, o 3 o 9 que está un juego y sus facetas, datos numéricos o palabras que no aportan nada, y cuando intentamos hacer algo más allá, acabamos cayendo en las mismas palabras vacuas.
Debemos de entender que este juego no lo podemos enfocar como una persona de 23 años, como es mi caso, no debemos compararlo con, por decir algo, un Call of Duty o tal vez un Outer Wilds, pues todos estos juegos son diferentes entre sí, y su público objetivo varía con ellos. Cuando toca hablar de Marsupilami: Hoobadventure la mejor manera es recordando a la serie con la justa y necesaria nostalgia, las meriendas que tomábamos mientras nuestros ojos no podían separarse de la tele, unos personajes que a pesar de no poder formular ni una palabra nos acababan engatusando, y en este juego lo vuelven a conseguir, aunque ahora su idioma sea la jugabilidad.
Por último quiero destacar otra faceta que, en mi opinión, es fundamental en los videojuegos, la duración. Acostumbrado a echar infinitas horas en juegos igualmente infinitos, como fue en su momento Call of Duty o League of Legends, actualmente busco experiencias que no me absorban de tal manera, aunque lo siga haciendo, pero mi visión respecto a la gestión del tiempo ha cambiado drásticamente, ya pocas veces aguanto sentado tardes enteras jugando al mismo título, solo pasa en muy contadas ocasiones. Debido a esto los juegos cortos, donde se sitúan una amplia mayoría de los indies, suelen tener mi beneplácito en este aspecto, pues su duración es bastante menor a la media. Marsupilami: Hoobadventure entra dentro de este espectro, con una duración aproximada de 3 horas, algo que combinado a su precio de lanzamiento ha causado algún arqueamiento de ceja, y es por ello que creo importante comentarlo.
Una aventura llena de vida y color
Independientemente de su precio y duración, la recomendación sigue ahí, pues lo considero un gran juego, una pequeña gema que posiblemente, y de manera bastante triste, puede llegar a pasar desapercibido por un factor que no es culpa suya, sino de quienes no saben delante de qué mandos se ponen. No, no voy a decir que Marsupilami: Hoobadventure no es un juego infantil, pues claro que lo es, como la mayoría del catálogo de Nintendo, pero como vienen bajo el ala y las licencias de una empresa que hace “juguetes” no se suele hacer una crítica en este tema, pero al ser de una desarrolladora más pequeña y un título que ha despuntado algo más, corremos a señalarlo de manera un tanto injusta. Claro que como adultos podemos ponernos a los mandos de un juego infantil, y sobre todo podemos disfrutarlo como uno más, esto no es una limitación en ningún momento, y si lo sientes así, el problema lo tiene el que critica, porque el título en ningún momento ha querido expresar lo contrario. Si tenéis la oportunidad y capacidad de adquirirlo sin duda alguna lo disfrutaréis, sobre todo si conocéis sus influencias, pues ya sabréis a los que os vais a enfrentar, a una aventura llena de vida y color, donde encarnaremos a personajes de nuestra infancia y que además es jugablemente espectacular.
Esta crítica se ha realizado con un código de descarga para Switch cedido por Meridiem Games.