Camaradería entre clases y tecnologías
Pocas veces nos encontramos ante momentos históricos de este calibre. Según Marc Augé en su libro “Los no lugares” (efectivamente he descubierto mi vocación en este tipo de textos), la sobremodernidad nos ha situado en un espacio donde los eventos, entre ellos los históricos, no dejan de agolparse uno detrás de otro. Una de las principales causas de la globalización, creadora de estos no lugares, es la facilidad con la que accedemos a la información, un chorro que no es que no pare, si no que va aumentando y aumentando hasta que nos arrolla, dejándonos en un espacio de tiempo que no nos pertenece. Por suerte, siempre podemos abrirnos un refresco y esperar a que vengan a nosotros, y mediante una no muy exhaustiva selección, pues no merece la pena convertirlo en trabajo, disfrutar de las noticias que llegan. Ya han pasado un par de semanas en las que un cetáceo ha copado algún que otro titular, y es que nuestras queridas camaradas orcas, sin una razón muy clara más allá de la adquisición de conciencia de clase y solidaridad con los humanos explotados de todo el mundo, han empezado a atacar embarcaciones normalmente poseídas por personas, digamos, con alto poder adquisitivo, dejándolas destrozadas.
Esta clase, que por casualidades de al vida suele poseer los medios de producción, en un desesperado intento por preservar aquello que con tanto esfuerzo y sudor propio se han ganado, han decidido abrir de la mejor manera posible relaciones diplomáticas con los representantes del Politburó orquil, mandando a algunos de sus mejores exponentes a bordo de un submarino casero, en una clara muestra de humildad, pero que dentro incluye un artefacto que pasará a la historia, el mando Logitech que les ayudará a cumplir su misión.
No es común que los videojuegos se cuelen en estos pseudo eventos históricos, es una realidad. Siempre estamos con el tema ventas, con el dinero que mueven los videojuegos, pero esto pasa en el ámbito propio, como si estuviesen jugando en casa. Es en estas situaciones en las que todo adquiere un matiz de epicidad, donde se demuestra que los videojuegos verdaderamente valen para algo. ¿Y en esta ocasión para qué es? Para firmar un tratado de paz, ni más, ni menos. Representando a esta industria ha ido, en calidad de tripulación/maquinaria , el mando Logitech F710 en su versión inalámbrica, el cual podéis adquirir por apenas 40€ en Amazon mediante este enlace que os dejamos de corazón. Dicho mando será el que dirija tan encomiable misión, sirviendo como punto de mando para los representantes de esta clase burguesa, dispuesta a todo por salvar sus yates. Para sorpresa de pocos, y desazón de muchos, esta actuación diplomática se está alargando más de lo debido, pues el tiempo no lo limitan las ganas de entablar relaciones envidiables, sino las horas de oxígeno con las que cuentan. Pase lo que pase, una vez más, los videojuegos vuelven a estar en el panteón que se merecen situándose al lado de máquinas y aparatos tan ilustres como el que fue la cuna del primer videojuego de la historia.
Desconozco cómo vaya a acabar todo esto, pero una cosa me queda clara, y es que con ganas, con ilusión y con un noble objetivo por delante, todo es posible, y si se quiere pilotar un armatoste de metal con un mando Logitech (el cual podéis adquirir a través de este enlace) para entablar relaciones de paz con otra especie, estás en tu derecho, y creo que todas las personas que tienen la capacidad de lanzarse a ello, les invito de corazón que lo hagan, pues el futuro está en juego.
Esperemos tener noticias pronto, pues hay personas, como yo, que en esta tesitura tan extrema no pueden dormir, y desea de corazón la vuelta de esa tripulación, y sobre todo, de ese mando Logitech F710.