Respeta a tus mayores
Uno de los motivos por los que Nintendo probablemente se llevase el pasado evento angelino – en el caso de que aun queramos perpetuar aquel cuñadismo de ‘el ganador del E3’ – fue para sorpresa de nadie por apuntar directamente a ese órgano vital al que no supieron ni tan siquiera acercarse el resto de compañías, y que usualmente se encuentra alejado de los blockbusters, de la secuelitis más aguda y de las numerosas filtraciones que acaban arrebatándole a cualquiera cualquier resquicio de ilusión que a estas alturas de la vida aun pueda tener por la feria, y de las que fortuitamente logró, pese a su ineludible relevancia en el sector, desvincularse en gran parte. Que la compañía anunciase una versión para Nintendo Switch de The Witcher 3 fue todo un puntazo (qué me vas a decir a mí, que gustosamente lo rejugaré por cuarta vez cuando aterrice en la híbrida), como también lo fue el hecho de que optasen por revelar el desarrollo de la continuación directa de The Legend of Zelda: Breath of the Wild, pero si por algo consiguieron elaborar un Direct memorable – que no por ello exento del esperable margen de mejora – fue por los feels. Por sorprendernos con ese arrebatadoramente nostálgico Animal Crossing: New Horizons, por traer de vuelta a la consola de una manera inmejorable verdaderos clásicos como Spyro, Panzer Dragoon o The Legend of Zelda: Link’s Awakening y por aderezar sus propuestas ya disponibles con personajes que realmente pedíamos y que, de todo corazón, échabamos de menos.
Tras la llegada de las múltiples versiones del Luminario, protagonista de la franquicia Dragon Quest (prevista para los meses venideros de esta segunda mitad de 2019), Super Smash Bros. Ultimate, el último éxito de lucha competitiva 2D de Nintendo, recibirá nada más y nada menos que a Banjo-Kazooie, el icónico dúo adicto a las plataformas que, en manos de Microsoft, finalmente hará su debut en el plantel a lo largo de la temporada de otoño, tras las incansables olas de peticiones por parte de los fans. Poco se sabe de su inclusión, pues, desde luego, Nintendo no parece estar interesada en que fijemos a día de hoy nuestra completa intención en un personaje que aun ni siquiera hemos visto en acción, pero de lo que sí hemos podido disfrutar – si bien no durante demasiados segundos – ha sido de su apariencia, rebosante de nostalgia y alejada de aquella cuadriculada revisión de Banjo-Kazooie: Baches y Cachivaches (2008) que corrió a cargo del antiguo concept artist y actual director de arte de Rare, Ryan Stevenson.
Por parte de Nintendo, y desde un punto de vista meramente empresarial, resulta un movimiento abrumadoramente lógico el hecho de que la compañía se haya decantado por introducir el diseño original, completamente virgen, en un contenido descargable solicitado por los fans a la carta. No obstante, no deja de ser algo que, al menos de una forma un tanto colateral, les honra, dando su merecido crédito, reconocimiento y respecto a un artista original (en este caso, Steve Mayles) al que no siempre se le presta atención una vez se ha desvinculado del proyecto, realizando modificaciones frecuentemente innecesarias a su espalda y adaptando sus personajes míticos a la actualidad con considerable desatino.
¿Por qué motivo un estudio tendría que prescindir de la mera opinión de un creador cuando toca alternar o perpetuar su obra? Puede que por orgullo, por imposibilidad de contacto, por desconocimiento del sector, o por incluso – quién sabe – razones económicas. Sin embargo, considero que, por compleja que sea la situación, merece la pena luchar por obtener el reconocimiento y la garantía del creador antes de alterar su creación, siempre que sea posible. Asimismo, creo que debe de ser el artista original aquel que sugiera cambios o extensiones en función de lo que busque el cliente, con tal de orientar su visión creativa y de no realizar destrucciones involuntarias en la percepción del personaje según el imaginario colectivo. Reconozcamos a nuestros artistas y valorémoslo por lo que son: padres de una obra, ya que solo así podremos reducir estas sutiles (o no tan sutiles) decepciones que parecen frecuentar los titulares con el paso del tiempo, tanto dentro como fuera del medio que tantísimo amamos. Y es que, una vez más, la decisión, entendiéndonos como público capaz y como parte activa del proceso de desarrollo (al menos, en ciertos casos), está en nuestra mano.