¿Hice lo correcto?
Lisa comienza con una paliza hacia un niño con un fuerte sentido de heroísmo que salva a su amigo por haber robado un balón. “Lo siento”, le dice éste tras ser salvado. La hora de jugar ha terminado. Brad Armstrong, el protagonista, debe ir a casa. Camina a través del lindo vecindario. En el camino se topa con un vecino que le reprocha por ir todo lastimado. “¿Cuándo aprenderás?“, le pregunta. Sigue caminando hasta llegar a una casa con basura acumulada afuera, la pintura está en pésimo estado y tiene las ventanas rotas; es su hogar. Al entrar se encuentra con su padre sentado en el centro del living, viendo tele a todo volumen rodeado de botellas de alcohol vacías. Apaga el televisor y le pregunta a Brad el por qué llegó con heridas. Cuando este no responde le lanza una botella y le grita que no piensa comprarle ropa nueva y lo manda a su habitación. Brad sube a su habitación y cae al suelo, rompiendo a llorar. Mientras aparecen lentamente las letras que forman el título del juego, se escucha el llanto de un bebé de fondo. Hay un corte a negro y han pasado una cantidad indeterminada de años, Brad observa melancólico una píldora y, tras meditarlo un rato, se la toma. Es joy, una droga que corta todo sentimiento.
Pero el llanto persiste. Brad lo sigue y se encuentra con un bebé abandonado en el suelo. Lo toma en brazos y comienza a jugar con él. Lo abraza fuerte y le promete que ahora está a salvo, que él lo cuidará. Vuelve a casa y se encuentra con sus amigos. Todos están sorprendidos pues en ese mundo ya es imposible que exista un bebé; todas las mujeres han muerto o desaparecido y solo quedan hombres en la faz de la Tierra. Uno de sus amigos le pregunta por el sexo del bebé y todos desvían la mirada de forma ominosa al enterarse que es una niña. Sugieren llevársela a un tal Rando; si lo hacen, tendrían el resto de la vida asegurada. Brad se rehúsa fehacientemente, indicando que él cuidará de la niña, a quien llama Buddy y no dejará que nada le pase nunca. Así es como comienza Lisa.
Un mundo roto
El mundo de Lisa es uno incompleto, sin esperanzas, hostil y cruel. Los hombres, tras haber sobrevivido al inexplicable evento que acabó con todas las mujeres del mundo, hacen retroceder la civilización a un estado primitivo en el que la moneda de cambio son las revistas pornográficas, todos se matan por comida e incluso por diversión. Claro que nada de esto tendría ningún peso narrativo si no acompañara a las mecánicas del juego. Por suerte, no solo tienen directa relación, sino que además se correlacionan en perfecta armonía.
Desde los primeros minutos en los que nos sumergimos en el mundo de Lisa sabremos lo duro que es vivir en él. En nuestro camino para rescatar a Buddy de quien quiera que la haya secuestrado nos encontraremos con gente que nos obliga a jugar a la ruleta rusa, si perdemos perderemos a un compañero de forma permanente. Nos harán elegir si perder todos nuestros objetos o dejar morir a un compañero, elegir entre un brazo y una vida. Si dormimos en una fogata en la intemperie puede que nos roben, que secuestren a uno de nuestros compañeros o incluso puede que un tipo raro se nos quede viendo solo porque sí.
También podemos ser víctimas de emboscadas en cualquier momento. Detrás de cada puerta puede haber una amenaza, o dentro de una cueva oscura. Además de esto están los monstruos creados por el Joy; gente que ha consumido tanto la droga que se han convertido en seres grotescos con fuerza y resistencia sobrehumana. Cada una de estas criaturas cuenta con movimientos que pueden matar a cualquiera de tus compañeros de forma permanente, muchos de ellos no son hostiles a menos que los ataques. No son bestias furiosas sedientas de sangre, son humanos desfigurados que han perdido la conciencia y actúan de forma instintiva.
Un mundo sin héroes
Brad Armstrong lo da todo en su travesía por salvar a su hija adoptiva, incluso sus dos brazos si es necesario. Pero está lejos de ser un héroe. La historia se matiza de forma sutil con contrastes que se integran de forma natural y que pueden pasarse por alto si no se presta atención. Los antagonistas de la historia en muy pocas ocasiones no tienen razones de peso detrás de sus acciones y no hay ningún villano de cómic que se retuerce sus bigotes planeando la dominación del mundo. Todos están ahí, sobreviviendo, buscando lo mejor para ellos y sus clanes. Algunos son más crueles que otros pero nadie está libre de pecado, especialmente Brad. Sus propios demonios lo acechan constantemente. Lisa, su hermana a la cual no pudo salvar de los abusos de su padre y que terminó quitándose la vida; la dependencia al joy le hace o consumirla cada cierto tiempo o será prácticamente inútil en batalla hasta que se le pase el síndrome de dependencia.
Los compañeros tienen intereses dudosos en acompañar a Brad a rescatar a su hija e incluso sus amigos de toda la vida tienen grandes diferencias con él. De nuevo, ninguno de ellos está cien por ciento en lo correcto pero tampoco ninguno está totalmente equivocado.
Un mundo extraño
Pero no todo en Lisa es sombrío y deprimente. El juego tiene una cantidad impresionante de humor y la mayoría de éste funciona increíblemente bien. Desde easter eggs que pueden ser algo exasperantes y otros sencillamente hilarantes hasta personajes completos que sirven de comic relief sin perder peso narrativo ni quitarle ni una onza de seriedad a la historia de trasfondo. El juego sabe balancear de forma prístina los momentos tristes capaces de arrancarte el corazón con el absurdo y el humor de pedos. Dingaling, el creador, realmente tiene un talento para la narrativa y para la música también ya que dentro de lo inusual que es acompaña perfectamente a las sensaciones que entrega el juego. Y aunque el apartado visual pueda resultar algo raro en un principio la verdad es que le queda bastante bien al conjunto, desde los absurdos personajes disfrazados de Power Rangers hasta a los más horroríficos monstruos creados por el Joy.
La maestría del anti-RPG
Lisa fue el primer anti-RPG que jugué y, sin duda, el mejor que he jugado. Te hace conectar con el protagonista tanto a nivel personal como en su lucha y también te hace pagar por dicha conexión emocional. Quieres que logre su cometido, pero a la vez te hace darte cuenta de lo roto que está. Quieres que se detenga, pero él sigue adelante porque es lo único que sabe hacer. La violencia es el único modo de arreglar las cosas que él conoce y, si bien en un mundo tan hostil como el de Lisa parece ser la mejor solución, realmente en muchas ocasiones está lejos de serlo. El juego se asegura que sepas a quién estás controlando y aunque te haga hacer cosas que puede que no quieras hacer, es directo con sus intenciones desde un principio. Todo el mundo está roto y todos pagan un alto precio por el simple hecho de vivir en él. Esto es Lisa.