Recrear con detalle la naturaleza nos lleva a descubrir nuevas experiencias
La generación que está llegando a su fin ha supuesto una mejora en muchos campos del videojuego. La mayor potencia gráfica ha desembocado en unos mundos más grandes y mucho más detallados. Las texturas han mejorado su resolución, se han incorporado más elementos en pantalla y la distancia de dibujado se ha ampliado. No se puede negar que ha habido una mejora gráfica. En cambio, en el rendimiento técnico todavía falta mucho por hacer. El objetivo eran los 60fps, una norma que no se ha cumplido en gran parte de los juegos. Pese a ello, el salto de potencia de las consolas ha sido evidente, algo que se ha notado especialmente en los detalles. Uno de estos ha sido la recreación de la vegetación. Más vegetación de mayor calidad que ha impulsado la jugabilidad y el apartado visual.
Un mundo más vivo
The Last of Us es uno de los últimos títulos de Playstation 3 y uno de los más potentes en cuanto al apartado gráfico. En la aventura de Ellie y Joel viajamos por unos Estados Unidos post apocalípticos. Casi todo está abandonado, las ruinas de la civilización prosperan. En consecuencia, la naturaleza ocupa ese lugar. Las fachadas acristaladas de los rascacielos dejan de brillar y se cubren de una mancha verde. Los hoteles tienen en sus invitados predilectos las plantas. Las carreteras se inundan de espacios verdes. En ese sentido, la obra de Naughty Dog plantea una ambiciosa recreación del entorno. Realmente, te sientes dentro de un mundo post apocalíptico. A pesar de ello, existe una falta de profundidad en la representación. La cantidad de vegetación no es tan grande, se repiten estructuras como la maleza y el movimiento de la vegetación causado por el viento es escaso.
Horizon Zero Dawn es – como The Last of Us – uno de los referentes visuales, en este caso de la generación de PlayStation 4 y Xbox One. El juego nos presenta otro mundo post apocalíptico y con ello se repiten elementos vistos en TLOU. Vuelven las plantas, los árboles y las flores. Sin embargo, aparecen diferentes. La cantidad de vegetación aumenta considerablemente hasta borrar esos molestos tramos de espacios vacíos consecuencia de la potencia de los sistemas de ese momento. Lo verde se apodera aún más del paisaje. Y no solo experimentamos más cantidad de vegetación, sino también una mayor calidad. A la clásica maleza, Guerrilla suma una flora diversa con estructuras grandes y hasta de diferentes colores. Además, el avance gráfico contribuye a un aumento en el detalle de una vegetación movible gracias al viento. Con estas mejoras, el estudio es capaz de crear un mundo más vivo.
Esa es la clave, que el entorno se sienta vivo. Y esto es algo que se ha conseguido en esta generación. Los estudios han dejado de lado la obsesión de crear mundos enormes sin sentido. Ahora prima más que esas zonas estén llenas de elementos, que no se sientan vacías. La vegetación ha crecido en cantidad y en calidad como nos muestra Horizon. De esta manera, como jugador nos sumergimos más en los títulos, nos sentimos parte del mundo donde sucede la historia. No solo miramos adelante, sino que nos paramos y disfrutamos del entorno. Nos fijamos más en lo que nos rodea y con ello nuestro conocimiento se expande. Hay juegos que no requieren de grandes extensiones de vegetación. Pero en los que, debido a su propuesta sí las necesitan, la experiencia resulta mucho más completa.
Una jugabilidad más profunda
De igual modo que nuestras partidas son más ricas gracias a la mejora visual de la naturaleza, la jugabilidad también ha dado paso adelante gracias a ella. No hay que olvidar que somos activos en el videojuego. Que los títulos han de involucrar al jugador y otorgarle una diversión que muchas veces acaba donde empieza la repetitividad. De ahí que buscar nuevas mecánicas sea vital. En la actual generación hemos visto sagas como Assassin’s Creed o Uncharted que nos permitían agacharnos, cosa que en sus anteriores entregas no podíamos hacer. Titanfall ha implantado un movimiento basado en los saltos y en la posibilidad de colgarse en cualquier punto del escenario. Estas son algunas de las innovaciones que han surgido recientemente. Pero quizá una de las más importantes ha sido el impacto de la vegetación en la jugabilidad. Un hecho que hemos visto en varios juegos AAA como Uncharted 4.
La saga de Nathan Drake siempre se ha caracterizado por la acción. Aun así, en su último capítulo, Naughty Dog ha implantado varias extensiones de hierba alta por sus niveles. Con ello, Drake puede agacharse y esconderse en estos lugares, para así sorprender a sus enemigos. De nuevo, nos encontramos con que la vegetación ha transmitido riqueza a un título; Uncharted se ha convertido tanto en un juego de acción como de sigilo. Esto es así porque estas zonas están presentes en gran parte del juego, no son un simple añadido. Sin duda, esto supone un cambio respecto a las obras de PS3 de los californianos. Parece que este camino se seguirá con The Last of Us: Part II, con el cual quieren mejorar el género ya existente. No sabemos mucho más, pero al menos parece que el aspecto visual de la vegetación será aún más potente.
No obstante, hay muchos juegos que no adoptan la vegetación como elemento clave en su jugabilidad, sino como uno más bien adicional. Un ejemplo serían los trozos de hierba de las pistas de Mario Kart 8 que ralentizan al corredor. Algo que se replica en otros arcades de conducción, véase Crash Team Racing. Otro ejemplo podría ser el desgaste del césped en FIFA con el cual el terreno de juego se vuelve más imprevisible. En los dos casos, la vegetación es un ítem que completa la parte jugable, que da diversidad. Estas funciones no son tan relevantes como las comentadas en el artículo, ya que son un añadido más. Podríamos jugar a estos juegos sin ellas, aunque echaríamos a faltar algo.
Cuidar de las plantas siempre es bueno
La vegetación es básica en nuestro día a día. Sin ella, la existencia humana no podría darse. En el videojuego, la dependencia de este factor no es tan grande, pero eso no le resta importancia. Poco a poco, los desarrolladores han ido trabajando la puesta en escena de la vegetación, lo cual tiene sentido teniendo en cuenta que las creaciones reflejan mundos formados por varios elementos. La naturaleza es uno de ellos junto a otros como los personajes y las construcciones. El entorno marca nuestras experiencias y por ello hay que cuidar la vegetación. Un mayor cuidado favorece la inmersión en el videojuego y trae consigo nuevas mecánicas jugables. A simple vista un elemento cualquiera, al final una pieza notable en la consecución de un videojuego más completo.