Solventando la situación a base de "calderilla"
Bobby Kotick, CEO de Activision-Blizzard, es ya una mancha en la imagen de la industria del videojuego, y, en general, en la imagen del medio. Por desgracia una mancha visible que representa a muchos más casos que se dan en la industria, algunos conocidos y otros tantos que permanecen todavía sin destapar. Sin ir más lejos, a mediados de 2020 un caso de conductas tóxicas y acoso en el entorno laboral sacudió a Ubisoft con el caso de Ashraf Ismail, en aquel momento director creativo de Assassin’s Creed: Valhalla. Sin embargo, el caso que envuelve a Kotick y a Activision-Blizzard, es especialmente turbio, ya que se fueron dando una serie de señales en el entorno de la compañía que acabaron por encajar todas en un siniestro puzle, que refleja una realidad espeluznante de la industria.
Ya se ha hablado sobre dichos acontecimientos hasta la saciedad, se han detallado y explicado cada uno de ellos a medida que iban destapándose, pero para los que lleguen aquí sin haberse enterado demasiado del tema, baste con resumirlo en un prolífico y extenso caso de acosos laboral, comportamiento tóxico y abusos sexuales en el entorno laboral de Activision-Blizzard, tanto fue así que los empleados enviaron una carta de protesta demandando cambios en las condiciones de trabajo a la empresa, y dicha carta fue firmada por más de 1000 trabajadores. También, durante el pasado mes de julio, se registró una demanda contra la Activision-Blizzard por parte del Department of Fair Emplyment and Housing de California.
A partir de aquí se inició una investigación a la compañía, por parte del Gobierno de Estados Unidos, concretamente por parte del Estado de California y la Bolsa de Valores (SEC). Ambos organismos iniciaron un proceso judicial contra la compañía, y, entre otros altos cargos, Kotick fue una de las principales figuras investigadas y llamadas a juicio. Durante la investigación se examinaron registros de las comunicaciones de Kotick con los ejecutivos de la compañía, así como archivos personales de seis trabajadores y actas de reuniones de la SEC, que fueron solicitados a la compañía. La resolución del proceso judicial resultó a favor de los demandantes, al confirmarse los indicios de abusos sexuales, prácticas laborales tóxicas y abusivas, entre otras conductas. Llegando a un acuerdo entre Activision y la EEOC (Comisión de Igualdad de Oportunidades y Empleo), por el que la compañía debe destinar un fondo de 18 millones para iniciativas a favor de la diversidad e igualdad de oportunidades laborales para mujeres, y para paliar la discriminación racial en este ámbito.
Sin embargo, lo más peliagudo, después de todo este proceso y todas las barbaridades que han salido a la luz, resulta ser la ridícula sanción que se le ha impuesto a Kotick y a la compañía. Pues la cifra de 18 millones de dólares, teniendo en cuenta la causa a la que se destina, resulta ser una cantidad irrisoria, y más aún cuando solo Kotick se estima que acabe embolsándose 155 millones de dólares a finales de este año. Esto significa que la sanción impuesta es solo de un octavo de los ingresos que Kotick percibirá este año, y que no supone un verdadero mazazo o castigo para el CEO. La comunidad ha puesto el grito en el cielo al conocer las cantidades, y no es para menos, pues esta resolución es una “apertura de la veda” para todas estas conductas. Más allá del daño de imagen que está sufriendo la empresa, la penalización económica es irrisoria, y realmente no parece efectiva para disuadir a aquellas personas que perpetúen este tipo de conductas. Con “castigos” así, aquellas empresas y figuras que se puedan beneficiar de algún modo de los abusos laborales y de las condiciones pésimas para sus empleados seguirán haciéndolo, y aquellos que ejerzan el acoso laboral y/o sexual se sentirán impulsados a seguir haciéndolo, sin un miedo real a un castigo ejemplar y contundente. En resumen, las medidas contra este tipo de casos y conductas deben ser más contundentes y, sobre todo, adecuadas a las condiciones del culpable y los daños ejercidos a las víctimas. Con los ingresos que mueve una compañía como Activision-Blizzard, podría darse una compensación mucho mayor para las víctimas, mayores cantidades para revertir y paliar la situación, y que supongan un daño mayor para el culpable.