El fin de un sueño tecnológico

Muy recientemente finalizaba la lectura de la interesante obra de Asi Burak y Laura Parker Power Play. Cómo los videojuegos pueden salvar el mundo. En ella se documentaban iniciativas como Saudi Girls Revolution, de New Arab Media (NA3M) y 9 minutes, dentro del proyecto Half the Sky, que se apoyaban en el medio digital para crear una nueva concepción y representación de la mujer en el mundo árabe y servir a la par de herramienta educativa en países como Kenia. De inmediato, y acorde con esas temáticas, me vino a la cabeza los proyectos que desde 2015 están desarrollado en Afganistán escuelas-academias y organizaciones como Code to Inspire y Afgamestan, y de las que ya tratamos en nuestra entrada de Videojuegos & Política del mes de septiembre. Es un tema apasionante, y del que hemos escrito con más profundidad en un texto que se publicará a finales de este año. La razón de volver a recordar estos asuntos no nos viene marcada, por desgracia, por su importancia cultural y social, sino por la dramática actualidad internacional.

Graffiti callejero de Kabul realizada por la artista urbana Shamsia Hassani.

Desde principios de julio estamos presenciando como los talibanes, a raíz de la decisión de la administración Biden (que ejecuta la orden del anterior presidente, Donald Trump) de retirar sus tropas de Afganistán, están reconquistando el territorio que perdieron a raíz de la intervención norteamericana en 2001. Precisamente, el jueves se produjo la caída de Herat, sede de Code to Inspire, a manos de los combatientes terroristas talibanes. La noticia nos llenó de preocupación y desolación.

En nuestras investigaciones previas habíamos tomado contacto con las integrantes de esta academia, que nos habían comunicado muy amistosamente como el desarrollo de aplicaciones móviles y videojuegos (entre otras tareas), les había permitido soñar con un futuro mejor, en el que podrían tener las capacidades y medios necesarios para desarrollar una carrera profesional propia, lejos de la tutela patriarcal. Nombres desconocidos para el gran público, pero a los que nosotros ponemos rostro y sentimiento a través de sus comentarios e ilusiones: Zolaikha Rahmati, Morsal Alemy o Arezo, entre otras muchas. Fereshteh Forough, la responsable última de Code to Inspire, publicaba el 12 de agosto en Twitter un triste hilo en el que plasmaba la incertidumbre que asolaba a sus alumnas. En él denunciaba que el «terror talibán les está arrebatando sus sueños y futuros», y que el peor ruido del mundo es el de los cohetes, bombardeos y disparos cerca de casa».


Mientras escribimos estas líneas, la propia Forough nos deja con esta sombría reflexión en sus redes sociales: «Imagínese despertar un día y que te digan que te han quitado la libertad, la familia, la educación, el trabajo y el futuro. Durante 20 años las mujeres afganas se levantaban con este temor. Ahora la pesadilla se ha cumplido». Más que nunca, pedimos a nuestros lectores que difundan, comenten, den a conocer la situación de estas mujeres, y aunque suena a utopía en estos momentos, intentemos que los videojuegos puedan salvar al mundo posibilitando espacios de refugio que se puedan concretar en realidades materiales justas y libres.

Alumna de Code to Inspire pintando una de las paredes de las nuevas instalaciones en mayo de 2021. Nada ni nadie podrá arrebatarles las alas de la libertad.