Marea blanca
Uno de los mayores miedos del ser humano es la soledad.
La nieve nubla la vista, engaña con las distancias y potencia el sentimiento de desolación.
El paisaje, impertérrito, desorienta al incauto y lo deja a su suerte.
Por suerte, tú tienes un mapa.
Y te han pagado para estar en ese bosque, vaya.
Kona II es primero un juego de detectives y luego uno de supervivencia. Si bien parece que el bosque nevado va a ser la parte central del asunto, esto no va más allá de una primera impresión. El juego nos sitúa en esas montañas de Canadá para plasmar un ambiente de aparente desolación que envuelva y potencie la trama, siendo un vehículo narrativo a partir de esa componente survival. Gracias a ello, tendremos la sensación constante de que algo nos está mirando por encima de la nuca, pero no nos adelantemos. Nos han llamado para inspeccionar cosas y desenmarañar un misterio, y eso es sin duda lo que vamos a hacer.
El juego se divide en dos áreas principales: la investigación y la supervivencia. Desde el minuto uno estaremos apuntando en un diario nuestros descubrimientos y teorías, y lo iremos rellenando poco a poco al husmear en el entorno y sacando fotos de cosas que nos parezcan relevantes. Con esto, se irá asentando la historia y nos ayudará a procesarla mejor, sobre todo en momentos en los que se traten detalles cruciales para la trama. Nuestra labor es la de reconstruir qué está pasando en esa mina, por qué el tiempo está cambiando de golpe y, si se puede, solucionar el desaguisado. Descubriremos la historia del lugar, sus protagonistas y la vida que les ha tocado llevar a cuestas, sus fallos y aciertos y el papel que tienen en todo esto. Además, se hará resolviendo puzles y moviéndonos de una punta a otra del edificio en cuestión; pausas que servirán para macerar y reflexionar sobre la historia pese a que parezca que te están entreteniendo más de lo necesario para alargar la duración del juego.
Esta historia tan tremenda que nos presentan se quedaría en nada si sus espacios no fuesen creíbles. Cada zona a investigar está llena de detallitos para seguir tirando del hilo, desde objetos hasta cartas o entradas en diarios. Cuando estás en la mansión (la primera zona importante del juego) sabes que estás dentro de una casa que perfectamente podría ser real. El tratamiento del espacio es muy delicado en ese aspecto, y es un punto clave que te mete de lleno en lo que te cuenten. La música también nos irá acompañando, aunque a veces peca de repetitiva. Otra pega es que en PS4, que es donde lo he jugado, no se ve tan bien como debería. Tras sacar una madeja de polvo de la consola y bajarme una actualización bastante gorda el rendimiento ha mejorado considerablemente y se ve un pelín mejor, así que igual el problema estaba por ahí.
La otra parte importante del juego es el bosque nevado. Nos encontramos perdidos de la mano de Dios, está cayendo la del pulpo y solo nos acompaña un color: el blanco. El paisaje es apabullante y precioso, donde los árboles y las rocas parecen estar rasgando un lienzo. Nos moveremos lentos pero seguros, y habrá que ir aguantando el frio hasta la siguiente hoguera que nos encontremos. Ahí, podremos calentarnos y guardar partida, aunque el juego también lo hace automáticamente al acercarnos a una. El mayor peligro que nos encontraremos es la fauna, que si no la ahuyentas a tiempo se te abalanzará sin piedad. Por supuesto, siempre es mejor pegar un tiro al aire para que una manada de lobos salga despavorida a tener que enfrentarse a ellos uno por uno; ya no solo por los recursos, sino porque las armas se manejan un poco de aquella manera.
Quizá sea cosa mía al estar jugando con mando pero, aunque no fuese intencionada esa falta de precisión en el control, me ha metido más de lleno. La observación del entorno y la tranquilidad se rompen cuando te rodean 5 lobos y te hacen un destrozo. La fauna supone un peligro importante, y conocer y saber manejar nuestro arsenal es imperativo. Desde armas cuerpo a cuerpo hasta la escopeta más bruta, depender de medir los tiempos para recargar y disparar en el momento oportuno hace que el combate sea pausado y te ponga histérico a partes iguales. Por suerte, encontraremos hierbas que nos darán más resistencia o nos mantendrán calientes. Una de cal y otra de arena.
El paisaje es árbol, nieve, nieve, piedra, nieve. Estar atrapado en una tormenta, con una imagen que parece repetirse una y otra vez, desorienta que no veas, y ahí el mapa se vuelve un elemento muy útil. Se irán marcando los diferentes puntos de interés que encontremos, como las hogueras o las hierbas, y mostrará lo justo y necesario para generar interés de explorar cada rincón dando lo mínimo posible. Dicha exploración del entorno suele verse recompensada con recursos, nuevos caminos o incluso más contexto para la historia. Consigue que el bosque te pique, que te moleste estar allí porque obviamente es una situación más que incómoda, y a su vez te apoya para que sigas mostrando interés por lo que pueda haber detrás de cada seto. Eso sí, como no estés muy atento igual te metes donde no debes y, ay, mejor que empieces a correr.
Por desgracia, no todo es tan bonito, y hay algunas cosillas que no terminan de encajarme. La gestión del inventario es algo tosca al ser una lista y tener que ir pasando por los objetos uno por uno. Moverse en trineo es una fiesta y se maneja bastante mal, aunque por suerte no es una parte extremadamente necesaria. Aunque puedas acariciar perretes, esa cámara es imposible perdonarla. La sección final es lo que más me ha chirriado con diferencia, siendo un minijuego repetitivo que pierde la gracia y el misterio demasiado rápido. Ah, y las pantallas de carga son para verlas. No sé como irá en el resto de plataformas, pero en PS4 duran cerca de un minuto. Al menos solo tendremos que comérnoslas al iniciar la partida, cambiar de zona o entrar en un edificio, pero es criminal. Puedes ir al baño, volver y que siga ahí cargando, os lo digo por experiencia. También hay algunos bugs tontos al interaccionar con ciertos objetos, pero nada tremendamente grave.
Volviendo a la historia, os habréis dado cuenta de que no he comentado nada del primer Kona, y eso es porque no lo he jugado. Es una secuela directa y la introducción te refresca la memoria de lo ocurrido en la primera parte, pero ni me he perdido ni he necesitado mirar nada al respecto. Seguramente me haya pasado algunos detalles, pero se puede entrar directamente sin problemas. Lo único que no me ha convencido es que en cierto momento se vuelve algo predecible y seguirla es un poco pesado, pero por lo demás ninguna queja. Por cierto, puedes activar a un narrador con voz aterciopelada que irá comentando con más detalle los pensamientos del protagonista. Lo recomiendo encarecidamente, es una pasada.
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Kona II es un buen juego. No es la aventura narrativa definitiva ni la más original pero te salva un par de tardes. Hacer de detective es entretenido, y aunque a veces pasear entre la nieve puede hacerse un pelín largo por las distancias, no ha sido una mala experiencia. Si os mola este tipo de juegos echadle un ojo a este y al primero, que en su momento fue bien recibido. Cumple su función, que es lo que importa.
Bebe agua.
Este análisis se ha realizado a partir de una copia digital para PlayStation 4 cedida por PLAION España.