Salvarlos de la tenebrosidad de la estantería

Los videojuegos nos encantan. Les dedicamos muchas horas durante todo el año. Disfrutamos de las mecánicas de movimiento de Spiderman, nos quedamos embobados con el arte de Ori, dirigimos historias como la Life is Strange y tarareamos la banda sonora de Super Mario Galaxy. Eso sí, hay un momento en que esos juegos no dan para más. Es cierto que la duración la decide en cierta manera el jugador. Puedo estar media hora subiendo y bajando pirámides en Assassin’s Creed Origins, pero al final el contenido del título se agota. Es en ese momento, o incluso mientras juegas, cuando piensas en futuros lanzamientos. Te ilusionas con la llegada de varios juegos, los quieres jugar e intentas comprarlos todos, dejando atrás un grupo de juegos olvidados. A todos nos pasa de vez en cuando, pues esta ansía se trata de un fenómeno reiterado en nuestra sociedad.

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Pillaré TLOU 2, Persona, Doom… ¿Y los juegos que tengo sin jugar en la estantería?

“La sociedad líquida es aquella donde las condiciones de actuación de sus miembros cambian antes de que las formas puedan consolidarse en unos hábitos”, decía Zygmunt Bauman. En cuando acabamos de jugar a una obra, ya tenemos las manos en otra. No hay respiro. La dinámica de lanzamientos es rapidísima. La industria de los videojuegos es más poderosa y cada mes salen muchísimos juegos en varias plataformas. El incremento de la producción es enorme, que se lo digan a Steam con sus 8.400 títulos que aunó el año pasado, según informaba SteamSpy. Esta sociedad líquida convive con la sociedad de consumo. “El modelo de bienestar se basa en la posesión y acumulación de bienes”, afirma Juan Pérez en El orden mundial. Necesitamos jugar a lo máximo posible porque nos hace felices, porque si no nos desconectamos del mundo. Sin embargo, esta dinámica deriva en un agobio constante. Dejas de disfrutar para solo consumir.

El consumismo facilita el surgimiento de juegos olvidados.

Títulos que dejamos a medias o sin estrenar. 22%, 24,6%, 41,7% y 34,8%. Son el porcentaje de jugadores que han completado la historia principal de Red Dead Redemption 2, Assassin’s Creed Odyssey, Uncharted 4 y Persona 5, de acuerdo con un informe de Gamerevolution. ¿Por qué sucede esto si se trata de obras aplaudidas por jugadores y prensa? La culpa la tiene la sociedad líquida y el consumismo. Por ejemplo, estás con Doom Eternal y a los pocos días pillas Persona 5. A eso hay que sumarle todos los juegos ya comprados en el pasado. También todos esos que tiendas como Steam o Epic Games Store regalan de forma regular. Tampoco hay que olvidarse que tenemos otros hobbies y obligaciones diarias. Así es imposible dar abasto. Pese a que la facturación de la industria está en su pico histórico y que los lanzamientos son continuos, jugamos menos a ese título al que tantas ganas le teníamos.

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El Luminario tampoco consigue derrotar a la obsolescencia.

Resistirse al consumismo es complicado, ya que la sociedad lo ha ido inculcando desde el siglo pasado. Si no somos capaces de aguantarlo nos sentimos anticuados en poco tiempo. No obstante, existe una solución ante este problema: reducir nuestro ritmo de consumo. Pero entonces nos quedamos sin nada a lo que jugar. Falso, las opciones son numerosas. Una de ellas es tirar de emuladores, aunque puede ser engorroso y poco atractivo debido a la antigüedad de lo retro. Sin embargo, hay una solución más asequible: jugar a esos juegos olvidados de nuestra estantería. Disfrutarlos con tiempo y cuando los acabemos entonces comprar unos nuevos. Tanto tu mente como tu bolsillo se relajan. En cierto podcast de NBA me llamarían discípulo de Coelho por esas palabras, pero es que es así. Hay que consumir cuando sea necesario. Además, poniendo el foco en esos juegos olvidados descubrimos experiencias llamativas. Algo que me ha pasado estos días con Dragon Quest XI y Steins;Gate.

Dejé el juego de Square Enix después de 10 horas jugadas al hacerme con Death Stranding. Me gustaba la propuesta, pero sucumbí ante la novedad de Kojima. Menos mal que lo he retomado porque menudo juegazo, al menos en sus 30 primeras horas. Se trata de un RPG tradicional que no innova en casi nada. Y no resulta un defecto. Todo fluye perfectamente. La historia y unos personajes muy definidos y majos marcan el ritmo de juego, ocupando la exploración un segundo plano. Debido a este planteamiento está tan presente esa sensación de aventura. Porque le coges cariño al grupo, te preocupas por él, y porque sabes que tu misión es básica para la supervivencia del mundo. Lo único malo es su música. Tan repetitiva es que me he visto obligado a bajar el volumen de la banda sonora.

juegos-olvidados-steins-gateNo me ha pasado lo mismo con Steins;Gate, que dispone de melodías pegadizas como Gate of Steiner. Si con Dragon Quest XI he gozado de uno de los mayores exponentes de un género, con la aventura de Hououin Kyouma he descubierto un género al completo. Se compró hace tiempo, más no salió de la estantería hasta la semana pasada. Nunca había jugado a una novela visual porque me parecía estéril leer un libro en un televisor. Decidí comprarlo porque me encantó su adaptación al anime, una calidad que mantiene su edición original. Es un juego casi idéntico a la serie, pero hay dos aspectos que lo hacen más atractivo que su versión para la pequeña pantalla. Uno es su apartado visual. Mucho más bonito. Es único, tiene personalidad y es más colorido que la animación genérica y gris del anime. La otra ventaja de la novela es su perspectiva en primera persona. Te encuentras a otros personajes de frente, ves los pensamientos de Okabe, puedes contestar mails a tus amigos… te sientes el protagonista. La inmersión es mayor y la historia te impacta más, mientras que en la serie adoptas un rol más parecido al de un espectador.


Destensarse y disfrutar

La sociedad es cada vez más líquida. Esa corriente nos lleva a adoptar unas pautas de consumo muy agresivas. Compramos productos innecesarios. La oferta es tan amplia que proliferan los juegos olvidados. Es un ciclo vicioso, ya que siempre hay lanzamientos atractivos. Ahora me sucede con Final Fantasy VII Remake. Pero entonces pienso en que tengo pendientes dos juegos magistrales como son Dragon Quest XI y Steins;Gate. ¿Por qué dejarlos tirados simplemente por la ansía de la novedad? No merece la pena; dejaría de disfrutar ambas obras, me agobiaría al intentar jugar a todo y tampoco exprimiría al máximo la aventura de Cloud. Adoptar un consumo responsable no solo es beneficioso para el bienestar social, sino también para nuestras experiencias como jugadores. Con ello, jugamos en profundidad y nos metemos de lleno en la propuesta. O lo que es lo mismo, disfrutamos más de los videojuegos.