Midamos nuestras palabras
Las primeras – y ruidosas – reviews de 13 Sentinels: Aegis Rim llevarán en línea, en el momento de publicación de este artículo, poco menos de 24 horas. La prensa especializada se ha deshecho en halagos frente al nuevo magnum opus de Vanillaware, estudio que antaño ya sorprendió a propios y a extraños de la cultura japonesa con sus extravagantes e inteligentísimos ejercicios de diseño visual y jugable Dragon’s Crown (2013), Muramasa: The Demon’s Blade (2009) y Odin Sphere (2007), entre otros. Parecía cuestión de tiempo que la empresa, con sede en Osaka, acabase dando con la tecla correcta, y nos brindase así una obra trascendental orquestada por “una de las historias más sorprendentes y mejor contadas que se han hecho nunca para videojuego alguno“, en palabras de Carlos Leiva (Vandal).
Al no encontrarnos vinculados a su distribuidora, en HyperHype aún no hemos tenido la relativa suerte de catarlo (cabe recordar que el título no llegará a nuestras tiendas hasta el próximo 22 de septiembre). No obstante, su lanzamiento configura una oportunidad óptima para encarar, una vez más, el grave problema de las expectativas desmesuradas, y el cómo desde periodistas hasta usuarios hacemos todo lo que está en nuestra mano para engrosar un hype que, en un paradigma donde el triple A se ha devaluado y las sorpresas parecen quedar renegadas al socorrido (y carente de medios) mercado independiente, rara vez se ve colmado, llegando incluso a hundir proyectos tales como System Shock 3, y suponiendo un motivo de peso a la hora de no proseguir con el desarrollo de queridísimas sagas como Half-Life.
Al margen de la muy respetable reseña de Leiva, la prensa nacional nos dejó ayer grandes titulares que alzaban a 13 Sentinels al olimpo de las visual novels, remarcando la presencia de elementos superlativos, y creando comparaciones innecesarias con respecto a propuestas concretas (como Persona 5 Royal) y a catálogos enteros, sin entender en ocasiones tan siquiera de géneros o intencionalidades. Dicen que las comparaciones son odiosas, y es que establecer expectativas con respecto a lo conocido es un ejercicio arriesgado cuyo resultado únicamente depende del juicio del lector. Por ello, puede que en ocasiones, tanto desde la perspectiva del analista como desde la de aquel jugón que únicamente quiere ver a su amigo disfrutar tanto como él de la aventura, sea una mejor idea evitar esa clase de juicios para centrarnos en lo que hay, en lo que existe y habita en el mundo del juego, en lugar de en lo que podría ser o en lo que es en relación a otras entregas.
Entiéndase que este comentario no va dirigido a un medio en concreto, ni a la prensa generalista, ni tan siquiera a la prensa como conglomerado; va dirigido a todos los que disfrutamos del medio, a los que no podemos esperar a que se calme la euforia que supone terminar una epopeya que verdaderamente nos ha emocionado, y a los que no concebimos la posibilidad de que otro no vea en nuestro juego la maestría que a nosotros tanto nos ilusiona.
No tengo ninguna duda: una vez aterrice en tiendas, 13 Sentinels: Aegis Rim será un juegazo como una catedral, y a buen seguro será merecidamente reconocido como tal (lo cual, en nuestro territorio, espero de corazón, al haber sido traducido fantásticamente a nuestro idioma). Probablemente sea un título de mi agrado, como fan de las narrativas más experimentales y de la cultura japonesa. No obstante, la sorpresa de hallar casi fortuitamente una obra maestra entre la potabilidad media de las apuestas japonesas es algo que – mea culpa; por mi mera curiosidad – se me ha arrebatado. Pero ello no quita que sea un bien valioso que, entre todos, debemos de tratar de preservar.