Disappointed but not surprised
“Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate”. Así versa la entrada al infierno de Dante, cuya traducción al castellano sería la siguiente: “abandonar toda esperanza, quienes aquí entráis”. O eso creo, no sé latín. Esta frase no podría ejemplificar de mejor manera lo que siento cada vez que me asomo al abismo de Internet, pero sobre todo cuando indago en su espesa oscuridad para encontrar el pequeño círculo del infierno que está reservado para la industria del videojuego, una que nunca deja de sorprender, especialmente para mal. Muchas veces pienso que me gustaría que todo este tipo de acontecimientos no se diesen tantas veces, principalmente para poder hablar de algunas noticias más agradables que la explotación laboral o prácticas cuanto menos desdeñables, pero imagino que eso solo puede darse en nuestra imaginación, pues incluso de lo más “insignificante” se pueden sacar malos comentarios, de cosas tan ridículas como las notas. Imagino que por muy inútiles que sean, las notas acaban siendo baremos importantes en el desarrollo de un videojuego, sobre todo en los tramos finales una vez se empiezan a recibir, pero que tu título no haya conseguido las mejores puntuaciones no es justificante para que utilices argumentos sin sentido alguno y solo con el objetivo de hacer daño, siendo un claro ejemplo lo hecho por John Garvin, antiguo director creativo en Bend Studio, hace un par de días, representando la visión que tiene el grupo más rancio de este sector sobre la industria.
Quién me lo diría que las personas cuyas ideas parecen acercarse más al GamerGate vean a la prensa como la viva representación del libro “Gamberros, homosexuales, vagos y maleantes”, un colectivo que ha tomado el medio solo para destruir los arquetipos de la familia tradicional y la religión católica, imagino amos. Hace apenas dos días salió el mismísimo John Garvin a denunciar tamaña trama, pues dicha prensa no fue justa con su obra Days Gone, dándole una mala nota por bugs, caída de frames, gente que no quería jugar o terminar el juego y *redoble de tambores* había analistas woke que no podían soportar que un motero blanco rudo le mirase el culo a su chica. Literal, estas fueron sus palabras, una pena que se haya bloqueado la cuenta y solo podamos rememorar sus enseñanzas en capturas como si de una obra de arte se tratasen. Creo que a día de hoy es difícil leer a alguien mencionar la palabra woke y no asociarlo directamente con lo peor de la sociedad, habría que hacer una ingente cantidad de malabares para intentar salvar la justificación. El problema es que en esta ocasión no es una persona aleatoria que trabajó en Bend Studio la que ha soltado tamaña burrada, pues John Garvin fue director del mismo, y tristemente este tipo de personas son las que acaban en los órganos de dirección, aunque por suerte, y sabiendo que el estudio en el que se encuentra ahora está trabajando en un juego NFT, posiblemente se acabe hundiendo en el fango en el que siempre tuvo que estar.
Cuando has empezado a enumerar posibles razones por las que tu juego tuvo una recepción no tan alta como esperabas, podrías haber dedicado dos minutos a pensar hasta qué punto que tu juego fuese repetitivo, con bugs y alguna que otra caída técnica, una historia de lo más básica con un núcleo jugable repetitivo y en cierto punto aburrido, fuesen las auténticas razones por las que no todo el mundo lo acabó, en vez de la mítica excusa de echarle la culpa a las personas woke que sin justificación alguna han echado tu juego por tierra. Al final estas son las técnicas con las que más familiarizados están, atacar a un colectivo y señalarles como culpables de cosas en las que ni pinchan ni cortan, de qué me sonará todo esto, a qué huele por aquí. Por suerte y como se suele decir, dios nos pone a cada uno en nuestro lugar, a la prensa woke que seguimos igual de bien/mal que antes de estas acusaciones, a Bend Studio desligándose completamente de su comentario, y a John Garvin en el triste hoyo del olvido agrio, no uno de descanso, sino uno en el que acabas cuando fuerzas dicho retiro, amargando y destruyendo de la memoria colectiva cualquier cosa decente que hubieses hecho con anterioridad. Merecido.