Explorar, pero no dominar
Desde los primeros pasos de la humanidad hemos mirado hacia las estrellas, hemos visto en ellas a nuestros dioses, hemos visto los caminos o nos han servido de guías en ellos, hemos visto nuestros nombres, constelaciones o incluso a nuestros seres queridos en aquellos tenues brillos, inalcanzables, pero siempre presentes, como el recuerdo de lo pasado. Hemos mirado hacia arriba cada noche y las hemos visto, soñado con ellas, deseado viajar a través del espacio para conocer la galaxia de la que formamos parte, una extremadamente pequeña, pero que queremos sentir cerca. La ciencia ficción nació de ese deseo, pero desde un prisma mucho más moderno, pues alejado de las mitologías, ya no soñamos con dioses cuyo panteón se encuentra en el cielo, ahora soñamos con ciudades imposibles y tecnologías que nos permitan ir tranquilamente de planeta en planeta como si de un tren se tratase. Esta concepción moderna del significado del espacio no es una desconocida claro está, sobre todo teniendo a titanes como Star Wars detrás, o incluso la recién estrenada Dune que le ha dado vida de nuevo a la saga de libros. Su influencia en los videojuegos tampoco pasa desapercibida, pues tenemos desde títulos de la saga de George Lucas hasta juegos nuevos que han aportado su granito de arena a la historia del medio como No Man’s Sky, un amplio catálogo de juegos que sueña en metal. El título que trataré hoy, JETT: The Far Shore, llega para sumarse a esta lista, y aportando algo bastante especial, pues no prima el descubrimiento o imperialismo adyacente a la inmensa mayoría de juegos, su propuesta es mucho menos dañina, al fin y al cabo, lo único que buscamos es encontrar nuestro sitio en este inmenso espacio.
En la gran mayoría de relatos presentes en la industria de videojuegos que se amparan bajo el ala de este género siempre se encuentran los mismos patrones, un objetivo común que se acaba reduciendo al dominio, ya sea del gobierno o grupo al que apoyemos o al nivel personal, como sería el caso de No Man’s Sky, descubrir planetas y hacer de ellos nuestro hogar, arramplando con los recursos naturales y fauna del lugar. Visto lo visto, parece que en realidad no queremos descubrir mundos y entenderlos, comprender cómo funcionan y aprender de ellos, los deseamos para dominarlos como una fuerza imparable, sacar hasta la última gota de lo que pueden ofrecer como en Satisfactory, convirtiendo mundos enteros en fábricas inconmensurables, convirtiendo sistemas enteros en chalets y ciudades esparcidas bajo el dominio de una persona, o ser el arma ejecutora de una idea, y que bajo ese juicio, demos fin a criaturas que claramente se muestran hostiles hacia nosotros pues, al fin y al cabo, estamos destruyendo a su planeta, hogar y gentes. Todos estos puntos se diluyen en JETT: The Far Shore, pues se aleja del pensamiento predominante y se aventura en el mundo pero con pautas muy estrictas al respecto, pues dañar o matar a las criaturas, por muy hostiles que sean, no entran en nuestro plan, partiendo del punto de que no contaremos con ningún arma en nuestra nave ya que, al fin y al cabo, nuestra misión es explorar el planeta del que hablaron los profetas y señalaron como nuestro hogar en la otra orilla de las estrellas. Nuestro equipo de exploración se dedicará a navegar por los alrededores de nuestra base, recoger muestras e investigar a las especies autóctonas que nos encontremos, todo para facilitar el aterrizaje de la nave nodriza y poder reformar una sociedad que sorteó el olvido.
Nuestra protagonista no es una científica, ni siquiera una exploradora, es una suerte de chamán que las profecías habían incluido en sus textos y que debería de participar en la expedición, lo que nos deja en un punto crítico frente a un grupo cuyos conocimientos se consideran necesarios para la misión, dando lugar a algún que otro comentario o insinuación, pues no existe una unidad artificial, esta se labra poco a poco con el tiempo. Cuando tomamos los mandos de nuestra nave, al gameplay se le notas asperezas en ciertos puntos, desde el manejo hasta las mecánicas, las cuales no terminan de explicarse hasta el final del juego, donde las usaremos dos veces antes de que acabe el título. Todas estas herramientas, que podrían dar bastante juego durante la exploración, quedan reducidas a dos apariciones espontáneas necesarias para la misión principal, y luego en el resto del mundo que podremos explorar libremente no se vuelven a necesitar. Aquí entramos en otro campo difícil, pues aunque se presupone que en cualquier momento puedes lanzarte y dar garbeos con la nave y explorar, en la práctica no se siente así, dejando nuestra interacción con el mundo a meras misiones recaderas de investigación o recolección, dejando de lado un punto que podría llegar a ser clave para el título. Sumado a esto hay que resaltar el manejo de la nave como bien he mencionado antes, uno que se siente a medio cocer y que habría necesitado de un par de vueltas para terminar de dar forma, ya que se siente tosco y algo insípido, siendo una de las cosas que más me llamaron la atención desde el primer momento en el que se mostró.
JETT: The Far Shore es un relato de supervivencia en un planeta donde no somos bien recibidos, donde las inclemencias golpearán una tras otra para intentar desestabilizarnos, tanto a nivel personal como al grupo y su misión final. Nuestra protagonista encarnará de la mejor manera al jugador y nos encontraremos ante un desconocimiento desolador desde el principio, viéndonos obligados a aprender todo poco a poco, un riego continuo de conocimiento que no se nos da por obra divina como se suele hacer en la gran mayoría de títulos, donde el jugador, solo por estar en esa posición, adquiere un conocimiento sobre el entorno y acontecimientos de manera artificial debido a su posición privilegiada, dejando al personaje como un simple avatar al que manejar y no como una entidad propia. Aprenderemos sobre el planeta del que hablaban las profecías sin interferir, como meros observadores cuya supervivencia no pasa por destruir el ecosistema y saquear sus recursos, sino por las horas de aprendizaje que dedicaremos a entender el funcionamiento de la naturaleza que puebla la superficie, las interacciones entre todos los engranajes que conforman un mundo extraño que desconocemos más allá de las visiones de un profeta muerto hace tiempo.
Lejos de los relatos de conquista y dominación, mucho más cercano al aprendizaje y comprensión
Me alegra que existan juegos así que se bajen del carro, que dejen de apostar por lo mayoritario y decidan dar un enfoque completamente distinto a lo que en este caso podríamos considerar exploración espacial, lejos de los relatos de conquista y dominación, mucho más cercano al aprendizaje y comprensión. Independientemente de sus fallos anteriormente mencionados y la sensación que puede dar la historia, un punto que yo considero positivo ya que me hace ponerme en la piel de la protagonista, pero que comprendo que puede causar confusión debido al desconocimiento sobre por qué pasan ciertas cosas, pero considero que si a quien encarnamos no conoce nada del tema, no necesitamos de la interferencia de algún acto o personaje que nos explique lo que no hemos podido ver con nuestros ojos para que el jugador se sienta tranquilo. JETT: The Far Shore definitivamente merece la pena para aquellos que disfruten de las historias de ciencia ficción, pero sobre todo para aquellos que buscan algo diferente, un relato menos opresivo, un soplo de aire fresco agradable y misterioso.
Esta crítica se ha realizado con un código de descarga para PlayStation 4 cedido por Popagenda.