Lo que de verdad importa
Itch.io es un lugar curioso, una tienda donde lo importante es vivir libre del DRM, pagar bien a los creadores y poder expresarse como solo tú puedes hacerlo. No hace falta estar demasiado tiempo paseando por la página para darse cuenta del tipo de contenido que se maneja. La inmensa mayoría de juegos, novelas, música… son fruto de la experimentación y de la necesidad de contar algo importante, puede que no para ti, pero sí al creador. Suele ser juegos con poco presupuesto, lo más indie que te puedes tirar a la cara, y tal y como está montada la tienda es complicado entrar en ella y sacarle partido. Muchos enlaces de descarga, que si donaciones, que si no es un juego porque es un motor gráfico, que si vaya tontería de concepto, todo eso se va sumando, pero por alguna extraña razón muchos desarrolladores la apoyan y cuelgan sus proyectos ahí. No lo entiendes del todo, pero percibes que debe tener algo especial.
Sábado, 6 de junio de 2020. La semana se ha hecho especialmente larga a causa de estar pendiente de las manifestaciones al otro lado del charco. La cosa no pinta nada bien, con enfrentamientos entre la policía y los que sostienen las pancartas. Es curioso como impacta tan fuerte una realidad que siempre ha estado presente y que tenía tan interiorizada. Nunca me había pegado con tanta fuerza en la cara, ese momento en el que mi cabeza une los puntos y entiendo la gravedad del asunto. No sé qué hacer exactamente, porque me pilla muy lejos pero por la sobreexposición a todo tipo de videos en las noticias y en las redes sociales se siente demasiado cercano. Abro Twitter y me encuentro que muchos desarrolladores se han unido en itch.io para crear un bundle por el cual todos los ingresos serán donados a la causa. 5 pavos, más de 740 proyectos distintos. No consigo procesarlo al ser un número absurdamente grande, y lo primero que pienso es en lo cansino de tener que clasificar lo que me interesa con lo que no, porque no estoy de humor para cualquier movida pretenciosa que me quieran colar y que al día siguiente me voy a olvidar. Pero es por una buena causa, así que lo compro.
Llega la noche tras estar estudiando todo el día y solucionando problemas del portátil. Abro itch.io y me pongo uno por uno a mirar los proyectos. Es mecánico: abrir una nueva pestaña, ver el contenido y darle a “descargar” si lo quiero guardar en la biblioteca y añadirlo a la lista de pendientes si me ha llamado especialmente la atención. También veo que hay mucho juego gratis, lo que parece demasiado shovelwhare y una amiga me siembra la duda de qué ganan con todo esto, cómo es capaz de ser rentable. En ese momento me topo con un juego pequeñito llamado Borb the Birb, que simplemente es darle a un botón y sale un mensaje agradable o gracioso. La descripción dice que “fue creado para el cumpleaños de un amigo, y para mí, y para todo aquel que necesite algo de cariño”, y solo con leer eso el té que me estaba tomando se me vuelve frio, y lo entiendo y me arrepiento de lo egoísta que he sido. El problema no estaba en el contenido, el problema lo tenía yo.
Siempre he querido crear juegos, desde bien pequeño. En los últimos años he procurado acercarme más y más a lo que ocurre tras las bambalinas y no limitarme a jugar y ya. Poder entender las decisiones tomadas, las limitaciones, las triquiñuelas, la magia y las maravillosas jugadas técnicas y los quebraderos de cabeza que mantienen los desarrolladores, y muchas veces se me olvida que los desarrolladores son personas. Está de moda discutir si un juego es político o no, si Tetris se convierte en política al ser producto del aburrimiento de Alexey y nacer en la URSS, hasta qué punto el contexto puede ser parte de la obra. Todo eso aquí da igual. Una obra siempre va a tener trazas de su autor, y en este bundle se ve reflejado a la perfección. El objetivo del desarrollador deja de ser un limitante en muchas partes de qué incluir y qué no. Si quieres hacer un Tetris mezclado con Breakout, adelante. Si quieres hacer un pájaro que suelta frases, por qué no. Si quieres plantar una obra experimental donde simplemente caminas viendo paisajes deformando todo lo que te rodea, aquí tienes tu espacio. Porque la obra nunca debería ser un impedimento, nunca. Encontrar un público para trabajos tan personales es complicado porque muchos solo quieren desconectar, y eso no es malo. Cada uno tiene sus gustos, y ya tenemos bastantes problemas como para cargarnos más, pero siempre habrá alguien dispuesto a escuchar, decirte qué mejorar y dedicarte su tiempo.
El beneficio obtenido no importa. A ver, no me entendáis mal, obviamente es importante eso de comer y recibir un pago por tu trabajo, pero en este caso no nos podemos olvidar de que los creadores son personas. Personas con sus sentimientos, con sus aficiones y con sus ideas. El que quiere unirse al bundle lo hace por voluntad propia, porque importa más una buena causa que el dinero. Y sí, por supuesto que estarán encantados de que hayas podido probar su juego y de tener algo más de reconocimiento, pero el objetivo final no es ese, ni debería serlo para este bundle. Historias personales, pequeños proyectos, el alma indie en todo su esplendor, donde no solo cabe el mero entretenimiento, sino también adentrarse en conversaciones más profundas. Te puedes encontrar un juego super chorra en el que le das a un botón y suelta chistes de pedos y crearte una narrativa consistente mientras te envía un mensaje político.
No hay que martirizarse por haber cometido un error, hay que aprender de ellos y mejorar, porque lo que para alguien puede parecer una tontería para otro es muy personal e importante. No estoy diciendo que no se pueda criticar un juego ni que haya proyectos infumables, lo que intento transmitir es que en este momento no importa lo que tenga el bundle. Han metido tantos juegos no porque sean muy baratos, sino porque los creadores quieren apoyarlo porque piensan que es lo correcto. También he de hacer un trabajo de reflexión personal, procurar entender la situación, lo que ha llevado a ella y que puedo hacer para apoyar lo que creo que es lo correcto. Por supuesto que el fin nunca justificará los medios y no apoyaré nunca la violencia como modo de protesta, pero el que conozca sabe que si necesito dejarme la piel por defender la libertad y los derechos esenciales de otra persona no me lo voy a pensar dos veces. Porque lo importante no es tanto el contenido como el mensaje y la forma de transmitirlo.
Lunes, 8 de junio de 2020. Cerca de dos millones y medio de dólares recaudados en poco más de dos dias y aún quedan otros siete. Podemos hacerlo.