Una simple partida de cartas
Siempre es agradable descubrir una nueva forma de hacer terror, o al menos una que tú no habías descubierto antes. Sea en el cine, en la literatura o en los mismos videojuegos es maravilloso dejase sorprender por la intriga y la tensión de una forma de sembrar el miedo que te es desconocida. Me pasó hace poco con Barbarian en el cine y con Inscryption en los videojuegos, y de esta última obra es de la que quiero hablar hoy un poco. Y sé que llego tarde, pero el juego de Mullins me ha parecido único en varios aspectos, en como combina y ejecuta ciertos elementos. Antes de seguir, si no has jugado Inscryption te recomiendo leer el análisis de mi compañero Jaime, así podrás entender mejor algunas de las cosas que te cuento en este texto, para no entretenerme demasiado con las mecánicas del juego.
¿Cómo consiguió Mullins convertir un juego de cartas en terror? En primer lugar quiero decir que, en líneas generales, creo que Inscryption hace uso de un terror atmosférico principalmente, que está más en el ambiente y el aspecto de todo lo que nos rodea que en los mismos sucesos (aunque estos tampoco quedan fuera de la fórmula del terror). Empezando por el uso de luces y sombras, el juego crea un ambiente hostil y desconocido para el jugador, y aunque podemos “explorarla” por completo en cuestión de segundos, logra que una minúscula cabaña se perciba como un lugar repleto de peligros desconocidos. ¿Cómo? Pues con luces tenues que iluminan espacios sugerentes y dejan muchos rincones en sombras y con formas veladas que solo intuimos, como los ojos de nuestro contrincante en la oscuridad. Desde el inicio tenemos al otro lado de la mesa a un sujeto del que solo alcanzamos a ver sus ojos y manos, y da igual por dónde nos movamos que la sombra siempre lo mantendrá oculto.
Por otro lado, la pequeña cabaña concentra un buen puñado de misterios en un espacio muy reducido, y la conexión de estos con el desarrollo mecánico y jugable es sencillamente genial. En forma de objetos, tendremos a nuestro alrededor una serie de puzles y misterios que resolver, que además de contribuir a la atmósfera de terror nos ayudarán en el desempeño de nuestras partidas de cartas. Relojes de cuco, misteriosas estatuillas o cajones cerrados con combinaciones de botones, entre otras cosas, forman parte de toda esa parafernalia que el juego utiliza para sumirnos en un ambiente de terror. Además, las pistas para resolver estos acertijos las encontraremos jugando a las cartas, ya sea a través de pistas escritas o con los diálogos que mantendremos con nuestro rival o con las propias cartas.
Y sí, las cartas hablan, ese es otro de los puntos interesantes. No todas, obviamente, se trata de una pequeña selección de cartas que nos darán pistas sobre cómo proceder o qué hacer para progresar un poco más allá. Las cartas, en general, conforman uno de los elementos más centrales del juego, y también están convenientemente pensadas para contribuir a esa atmósfera lúgubre del juego. Están diseñadas en blanco y negro, y la mayoría muestran ilustraciones tétricas, animales con expresiones demasiado humanas, con ojos en blanco o con miradas hostiles, por ejemplo. En otras ocasiones se trata de criaturas directamente muertas o de elementos clásicamente asociados al terror, como esqueletos o cadáveres. Y por si esto fuera poco, la forma de mejorar nuestras cartas o mazo también pasa por acciones oscuras, como ofrecer sacrificios en un altar o mutilar a dos criaturas iguales para crear una unión grotesca de ambas. Y todo esto lo llevaremos a cabo a través de una serie misteriosos y turbados personajes con los que interactuar en cada partida: desde un trampero hasta unos hermanos siameses obsesionados con unir a varias criaturas en una sola.
Por último, la muerte del jugador cuando se queda sin vidas también arroja mecánicas y sucesos que contribuyen a crear este clima extraño. Y es que cada vez que morimos, tras un inquietante diálogo con nuestro rival, nos dirá que quiere inmortalizar el momento, y nos hará una foto. Con esa foto, y mediante algunas selecciones más, podremos crear una carta nueva para nuestro mazo, una carta que rememore nuestra propia muerte, y que combinará características de varias de las cartas que tuvimos en la última partida. Así, en un momento dado de la partida siguiente, tendremos acceso a varias de las cartas de muerte que hayamos ido fabricando, y el rival hará referencia a los “contrincantes anteriores” que han muerto en el proceso.
No hay sustos como tal o una historia explícitamente terrorífica, sino que el terror está diseminado en todo lo que vemos y hacemos. Desde el minuto uno, cuando nos sentamos a esa mesa iluminada por tenues velas, o desde que decidimos levantarnos para explorar la minúscula cabaña bajo la ineludible mirada de nuestro anfitrión, se percibe esa atmósfera de miedo. En los objetos, las luces y sombras o en los amenazantes diálogos de personajes y cartas. Inscryption se siente como un cuento tradicional cargado de terror y realmente protagonizado por nosotros.