¿Redactor se nace o se compra?

La tecnología evoluciona de forma trepidante, en ocasiones tan rápido que corremos el riesgo de perdernos parte del recorrido si parpadeamos. La informática ha cambiado en cuestión de décadas la forma en la que nos relacionamos con muchos trabajos. Los editores de texto suplantaron de forma total a las máquinas de escribir al permitir editar cualquier documento de forma eficaz y sin dejar huella. Es por ello que en la mayoría de entornos donde se requiere elaborar largos documentos, el uso de ordenadores o sistemas electrónicos es el único camino contemplado.

Pero de la misma forma que dimos la patada a viejas herramientas en pos de la comodidad, dentro de este ya no tan nuevo mundo conectado, los dispositivos evolucionan de forma trepidante. Más potencia, mejores pantallas, mejoras en la calidad de vida, siempre hay una razón por la que pasarse al producto más reciente que se presenta. Lo que nos lleva al tema en cuestión por el que estamos aquí reunidos. Quizás has entrado en este artículo por curiosidad, quizás estés planteándote comprar un nuevo ordenador y crees que voy a poder resolver tus dudas, o a lo mejor es todo cuestión de un click erróneo en Twitter. De cualquiera de las formas, me gustaría ilustrar mi visión sobre lo que me permite participar en este medio de forma más efectiva y lo que no es más que un añadido superfluo.

En mis tiempos escribíamos con un monitor de tubo, un teclado amarillento y poco responsivo y una conexión a internet tan lenta que actualizar una página costaba media jornada.”

Cuando pienso en las “comodidades” que necesito para ponerme a escribir una pieza, pienso en como de fácil puede ser interpretarlas desde fuera como una serie de banalidades, como una prueba más de que los jóvenes somos unos quejicas incapaces de salir de la difamada “generación de cristal”.

Mientras que esta situación puede ser recordada con nostalgia, no encontrarás en estas líneas una apelación a tiempos más duros como algo inherentemente positivo. En un mundo donde los ordenadores son capaces de iniciarse completamente en cuestión de segundos, no siento ninguna envidia por esas interminables esperas de tiempos pasados. Con esto claro, ¿qué necesitamos para escribir en internet? La respuesta fácil es que imprescindiblemente tendremos que contar con un ordenador (o un equipo similar), con pantalla, ratón y teclado. A partir de ahí empieza la fiesta.

Pantallas, la ventana hacia el contenido

Editar texto no es una tarea que requiera de grandes capacidades de procesado, sobre todo comparado con la edición de imágenes y vídeo. Pese a que dedicaremos una sección a hablar de esto en más profundidad, esta premisa me sirve como base para sostener que posiblemente el monitor sea el elemento más importante de todos. Si vas a escribir, vas a pasarte una cantidad considerable de horas al día delante del editor, esto es, una pantalla blanca con letras en negro (o en cualquiera de los temas disponibles, para evitar la fatiga). Una pantalla de mala calidad puede convertir este proceso en un paseo por el infierno. El estándar en resolución a día de hoy es de 1080p en la mayor parte de dispositivos, como poco. Por debajo de esta densidad de píxeles, la falta de resoluición puede ser un gran problema. Pero esto no es todo ni de lejos.

Más allá de la cantidad de píxeles por pulgada, afectan de forma notable la nitidez de la pantalla, el contraste y gamma de colores y el balance de blancos. Una gran parte de las pantallas económicas del mercado ofrecen resoluciones aceptables, pero cuentan con grandes carencias en el resto de características, todavía más notablemente si no dedicamos un rato a cacharrear con los ajustes. Apostar por pantallas con certificados de reducción del cansancio ocular tampoco es una mala idea, pero este suceso depende más de nosotros mismos. Parpadeamos demasiado poco cuando estamos fijando la vista en una pantalla, y olvidamos mirar a puntos lejanos cada hora u hora y media. Por desgracia, no solo tendremos que mantener la vista en la pantalla cuando estemos escribiendo y es que, si pretendes mejorar de forma mínima tus habilidades de redacción, vas a tener que leer, leer mucho. A la hora de aplicar este principio a la literatura, es fácil suplir esta necesidad con libros físicos o electrónicos que facilitan absorber todas esas palabras sin cansar tanto la mirada, pero en la prensa digital es otro gallo el que canta. Los artículos se diseñan para ser consumidos desde un ordenador, móvil o tableta, teniendo en sus bases el sentido estético junto al informativo, al incluir imágenes, vídeos o jugar con las fuentes. Estos detalles quedan perdidos fácilmente en las adaptaciones al modo de lectura que podemos disfrutar con un dispositivo de tinta electrónica, junto con los excesos de latencia.

En mi caso, la mejor solución que he encontrado para evitar perder la vista antes de los treinta es utilizar una Tablet con una definición y nitidez elevadas, para navegar de forma habitual por las distintas páginas de consumo diario. Esto también me sirve para separar este proceso de mi habitual estancia delante del ordenador, acercándose más a una sesión de lectura. Otra opción a tener en cuenta es apoyar a los distintos medios actuales que distribuyen sus textos en papel escrito, muchos de ellos de elevada calidad. No puedo terminar este apartado sin hablar del que posiblemente es el elemento más práctico y el marcador de un punto de no retorno para el resto de tu vida informática: el segundo monitor. Si estás acostumbrado a trabajar con una sola pantalla, posiblemente pienses que una segunda no será una adición tan interesante. Cuán equivocado estás, amigo mío. Independientemente del uso, una segunda pantalla aumenta de forma notable la información a la que puedes tener acceso de forma continua, fundamental a la hora de buscar información para elaborar un texto. En caso no de contar con una segunda pantalla, situación habitual (y todavía más común si trabajas desde un ordenador portátil), entra en juego la potencia.

Potencia de procesado

Hemos comentado en las anteriores líneas el relativo poco consumo de recursos que presentan los editores de texto. Para utilizar herramientas básicas de ofimática, es cierto que no es necesario contar con las mejores prestaciones del mercado, pero, más allá de conseguir que los programas se ejecuten sin saturar el sistema, por aquí un servidor necesita fluidez. Por suerte, la gran mayoría de equipos actuales cuentan con características mínimas para conseguir una experiencia disfrutable. Esta pasa por contar con un disco duro de estado sólido para ejecutar los programas en poco tiempo y suficiente memoria RAM para mantener las cuatrocientas ventanas de Google Chrome que tienes abiertas en la caché. Pero todavía mayor es la fluidez que necesito si trabajo con una sola pantalla. Me he vuelto un poco picofino pero, para no perder la cabeza escribiendo, necesito poder tabular entre aplicaciones de forma instantánea, sin afectar al rendimiento del sistema.

En este sentido, no puedo hacer más que recomendar discos duros como el WD BLACK SN750 NVMe, un competitivo SSD con el que recientemente hemos trabajado en la oficina y que facilita a nuestra máquina realizar tareas cotidianas en segundos (o menos, incluso). Si bien cualquier otra marca, como Kingston o Samsung, puede ofrecernos un rendimiento similar con sus últimos modelos de NVMe M2, personalmente destaco esta opción tras haberla probado en profundidad dada la existencia de un disipador térmico, que podemos incluir o ahorrar si lo creemos necesario, así como por su amplia variedad de tamaños, que van desde los 250 GB hasta los 4 TB. Independientemente de la opción escogida, lo cierto es que poder acceder a una tecnología así por menos de 50€ es algo que considero imperativo, y que vosotros también deberíais de tener en mente.

Periféricos

El mundo de los periféricos es uno muy curioso. Por un lado, puedes encontrarte con alguien incapaz de escribir más de cuatro líneas sin utilizar un teclado mecánico customizado de medio millar de euros y por el otro cruzarte con defensores de la supremacía del teclado de plástico negro de 10 euros de Logitech. Lo cierto es que se trata de un tema muy personal. Yo concretamente disfruto mucho de aporrear un teclado mecánico con switches muy sonoros (mis vecinos, no tanto). Mis dedos se han acostumbrado al recorrido largo de los interruptores, y ahora mismo tendría ciertos problemas para volver a teclados de membrana, sobre todo si cuentan con un recorrido extremadamente corto, como es el caso de algunos portátiles.

Un buen ratón o trackpad también es una herramienta fundamental. Es cierto que la cantidad de comandos a utilizar no es tan elevada en muchas ocasiones como en otro tipo de ediciones, pero contar con un extra de botones rápidos para acceder a las funciones más utilizadas es un game changer. Concretamente, trabajo muy a gusto con la gama de ratones MX de Logitech, dispositivos de precio considerablemente elevado. A la hora de utilizar ordenadores portátiles, un factor que no se suele mirar con la importancia que merece es la precisión del panel táctil, cuando la realidad es que en el mercado de ordenadores de gama media hay una gran cantidad de trackpads de muy baja calidad, que dificultan el desplazarse por el sistema más de lo que puede parecer en un inicio.

Por otra parte, si lo que buscáis son opciones más económicas, puedo hablaros sin demasiados miramientos de la satisfacción generalizada que existe entre varios de mis compañeros de la redacción con el Newskill Chronos TKL, un teclado de gama media-baja que cuenta con switches seleccionables red, blue o brown anti-ghosting, grabación de macros, iluminación RGB configurable, keycaps personalizables y todas esas funcionalidades relativamente básicas que le exigimos a esta clase de dispositivos, sin por ello exceder la barrera de los 50€. Una buena opción si buscáis un dispositivo económico, robusto, con unas dimensiones discretas y con pad numérico, característica no demasiado extendida en teclados de dichas características.

Los dispositivos de entrada son importantes, pero no hay que dejar fuera de lugar a los encargados de recoger la salida. Junto a las pantallas, elementos fundamentales para interactuar con un equipo se encuentran también los auriculares y/o altavoces. Y es que, para poder hablar de juegos, hay que jugarlos, y para jugarlos, hay que escucharlos. El factor sonoro es uno fundamental en gran cantidad de títulos, siendo necesario una inmersión en este de casi la misma profundidad que en los apartados jugables para llegar a una visión adecuada.

Pero no todo son soundtracks y efectos de sonido en la vida del redactor, ya que si lo que queremos es mantenernos informados o actualizar nuestras referencias es fundamental consumir contenido audiovisual del medio. Videos, ensayos, podcast… son muchas las fuentes, dispuestas a acompañarnos durante una gran parte de la jornada, por eso no sólo recomiendo utilizar productos con buena calidad de sonido, sino también cómodos para poder soportar largas sesiones. Yo personalmente, funciono bien con auriculares abiertos, que me permiten mantenerme al tanto de lo que sucede a mi alrededor, que por suerte suele ser bastante tranquilo. Si os encontráis en el punto contrario, los dispositivos con cancelación de ruido son una buena opción. La capacidad de eliminar una gran porción de los sonidos capaces de distraernos, para poder centrarnos únicamente en lo que tenemos delante no se debe de menospreciar.

Estas últimas semanas he tenido la oportunidad de añadir un par de auriculares más a la lista de los probados, concretamente los Sony INZONE H9, la gama alta de los nuevos auriculares de Sony, que destacan principalmente por ofrecer un sonido 7.1, de forma inalámbrica y contar con cancelación de ruido activa. De primeras todo suena bastante bien, y sigue haciéndolo una vez te los colocas en las orejas. No obstante, posiblemente a causa de compararlos con sus hermanos mayores fuera del espectro “gaming”, no puedo evitar sentir que los materiales en los que están construidos no cuentan con la calidad que se espera de su rango de precio. Es difícil introducir unos drivers de calidad, acompañados de cancelación de ruido en un dispositivo inalámbrico, esperando conseguir una duración considerable de la batería (incluso más de 30 horas) y el precio a pagar ha sido el tamaño. Sin llegar a ser demasiado pesados, la zona de las almohadillas es notablemente grande, llegando a aumentar el diámetro de nuestra cabeza en incluso un 50%, (estoy listo para conducir un helicóptero con estos bichos puestos). Pero lo cierto, es que una vez superada la barrera de entrada y habiéndome acostumbrado a sus dimensiones, creo que merecen la pena notablemente.

La calidad del audio hace justicia a la marca, y el realce de graves le otorga chispa a gran cantidad de frecuencias. Junto a esto, la conexión inalámbrica de bajo retraso permite disfrutar de la partida sin sentir un desfase entre imagen y audio. Junto a esta conexión, también incorporan receptores Bluetooth si lo que queremos es conectarnos al teléfono, pero no los considero unos auriculares para llevar por la calle, tanto por su tamaño como por la imposibilidad de extraer el micrófono incorporado. Además de inamovible, la calidad de este es cuestionable, incluso contando con un certificado para Discord, pero al menos sirven para hacerse oír.

Portabilidad

La movilidad del equipo es un factor muy determinante en según que situaciones. Desde mi experiencia, lo que mejor funciona para conseguir el mayor flujo de trabajo es reservar un espacio concreto para instalar un equipo de sobremesa. No suelo escribir mucho desde fuera de casa de forma habitual, así que la mayor parte de mi inversión en informática se dirige a mejorar el equipo fijo. La cosa cambia mucho si necesitas llevarte tu ordenador contigo a todas partes. Tener un equipo portátil puede ser muy práctico para aprovechar los huecos libres en un largo día fuera de casa, pero debéis andaros con ojo; poder trabajar desde cualquier lado no hace si no que difuminar los límites entre el ocio/ descanso y el trabajo.

Mi experiencia con el Huawei Matebook 14 AMD Serie 5000

Recapitulando, he dedicado el último millar de palabras a recalcar mi preferencia por trabajar con un equipo fijo, a cambio de disponer de las ventajas que estos cuentan en tanto a su rendimiento y la facilidad para conectar múltiples dispositivos. Para contrastar esta opinión, desde Huawei me hicieron llegar uno de sus últimos equipos, para que pudiera probarlo durante unas semanas. Concretamente, recibí el nuevo Matebook 14, que integra un Ryzen de la serie 5000, el 5500 U. Durante este tiempo, he utilizado el portátil como mi equipo principal, con el fin de identificar en que factores es más práctico utilizar un ordenador de este estilo y que inconvenientes han podido aparecer.

En primer lugar, tengo que reconocer que me dejo llevar por los ojos. Es por ello que me encandilé rápidamente por el apartado estético del equipo. Con un diseño muy minimalista, desde Huawei suprimen todos los elementos innecesarios apostando por la sencillez. Una vez abierto, el resultado no difiere demasiado, ya que el equipo cuenta con una pantalla Fullview con márgenes muy finos que permite una relación pantalla-cuerpo del 90%, que consigue captar tu atención una vez encendida.

Pero no todo es fachada, ya que por dentro también tiene mucha guerra que dar. Sin extendernos demasiado con las características del equipo, con 8 GB de RAM y 512 GB de almacenamiento en un disco sólido NVME, la velocidad en el uso diario es la bandera principal. Encender y acceder al sistema es cuestión de pocos segundos, misma situación para lanzar cualquier aplicación, de forma que esperar va a ser problema de otros. Al ser un equipo de dimensiones reducidas, no contaremos con una tarjeta gráfica dedicada, más allá de la integrada en el procesador, una Vega 7, capaz de mover en condiciones aceptables juegos de bajo consumo y en según que ocasiones mover a al menos 30 fps títulos más demandantes.

Tampoco sería justo pedir un rendimiento notable a la hora de jugar en un equipo de estas características, así que tampoco he dedicado mucho tiempo en ponerlo a prueba en este aspecto. Donde si merece la pena es en la pantalla, que ha pasado encendida durante estas semanas la mayor parte del día. Con una resolución de 2160x1440P, han olvidado las relaciones de aspecto convencionales en este tipo de ordenadores para apostar por un factor de 3:2, que una vez te acostumbras permite distribuir en pantalla mayor cantidad de información y ventanas, cosa muy útil a la hora de contar con una sola pantalla (pese a la entrada HDMI que permiten conectar varios monitores). Mis ojos han agradecido el descanso durante este periodo, porque lo cierto es que la relación entre resolución, nitidez y contraste facilitan el pasar horas y horas centrando la mirada en letras negras sobre un fondo blanco.

Y finalmente, el factor estrella de un ordenador de este tipo, es como su nombre indica, la portabilidad. Pero no todos los equipos “portátiles” son realmente portátiles. Podemos encontrar muchos ordenadores con grandes prestaciones pero que a cambio tienen un peso  y tamaño considerables, suficiente para hacer que te lo pienses a la hora de cargártelo en la espalda. Por suerte no es el caso con este equipo, y es que he llevado el ordenador conmigo a todas partes, agradeciendo el tamaño reducido de equipos de 14 pulgadas junto con su peso aceptable de aproximadamente kilo y medio. Para acompañar esta portabilidad es importante una batería y un sistema de gestión de esta que pueda asegurarte una cantidad considerable de horas de trabajo. Spoiler, este ha sido el caso. El equipo cuenta con una batería de 56 Wh que permite un trabajo continuado durante más de 10 horas, en condiciones normales. Junto a esto, la carga rápida permite en cuestión de minutos, obtener energía para horas.

En conclusión, mi experiencia ha sido bastante positiva frente a un equipo de gama media, que por un precio ajustado consigue ofrecer un rendimiento más que aceptable para el cometido al que ha sido dispuesto. Los artículos publicados a mi nombre estas últimas semanas han sido elaborados todos desde este dispositivo y, con todos sus contras, podría servir como alternativa a mi equipo fijo, sobre todo en ocasiones que requieran tener que desplazarme de mi casa con mayor frecuencia.

A fin de cuentas, cada uno trabaja con lo que tiene, siempre buscando la mayor comodidad dentro de la situación pertinente. Lo más importante dentro de este medio es poder disfrutar de los videojuegos, junto a todo lo que hay detrás de estos. Ya escribas desde el teclado de tu teléfono o surfeando unos Holy Pandas, si dedicas tu tiempo a disfrutar de este mundo, ya has ganado.