Piscología terrorífica más que terror psicológico
El componente psicológico lleva mucho siendo una constante en las aventuras enfocadas al terror dentro del videojuego. Es bastante habitual encontrarnos con un protagonista con problemas mentales que inciden de manera directa en lo que ocurre (The Evil Within o Blair Witch) entre muchos otros. También otros tantos en los que el problema psicológico no está tanto dentro del protagonista, sino en el mundo que lo rodea o en los enemigos a los que te enfrentas. Sin embargo, parece que hace años que la innovación se estancó en ese aspecto, tal vez por falta de creatividad, o tal vez porque se habían explorado prácticamente todos los frentes posibles. Puede que haya obras pululando por ahí que hayan innovado recientemente en este aspecto y yo no las conozca, pero hacía tiempo que no me topaba con un juego tan ocurrente, imaginativo y orgánico en sus propuestas como In Sound Mind.
A todas luces puede parecer una aventura más de terror en primera persona, pero bastan unos minutos a sus mandos para darse cuenta de que el juego encierra personalidad propia, frescura y buen hacer. Además, si te gusta el género, con solo concederle esos minutos iniciales estarás atrapado, porque In Sound Mind sabe jugar sus cartas (o parte de ellas) lo suficientemente rápido como para despertar nuestro interés. Con el inicio abrupto y desconcertante de un protagonista que no sabe dónde está ni cómo ha llegado a ese lugar, no tarda en presentarnos el inicio del hilo conductor de la trama: un psicólogo perdido en medio de un mar de alucinaciones y acosado por un sujeto misterioso que nos contacta por teléfono. A partir de un breve prólogo, por llamarlo de alguna forma, y tras darnos nuestras primeras herramientas (una pistola y una linterna), el juego se estructura en sesiones de terapia grabadas en cintas. Cada vez que reproducimos una cinta nos transportamos al trauma del paciente en cuestión, y exploramos la interacción entre psicólogo y paciente a través de la narrativa, el escenario y, lo que es más importante y aporta esa frescura al juego, del gameplay.
Para hablar un poco sobre ese aporte de innovación que logra In Sound Mind a través de sus mecánicas, o mejor dicho, a través de la cohesión de sus mecánicas y el marco narrativo que propone, tenemos que empezar poniendo en contexto alguno de sus “niveles”. Lo mejor es empezar con el primero, así no destripamos momentos más avanzados del juego, y también porque es uno de los mejores ejemplos de innovación sin necesidad de grandes aspavientos técnicos. Durante este capítulo seguimos el caso de una paciente de nuestro protagonista que se ha suicidado y tenemos que indagar en su psique mientras que nuestro acosador misterioso trata de culparnos y hundirnos. La chica en cuestión padece un trastorno psicológico por el que tiene fobia a mostrarse en público, a ser observada y a verse a sí misma en los espejos, y es aquí donde entra en juego uno de los elementos más originales de In Sound Mind. La psicología que protagoniza su argumento y a sus personajes se da la mano con la jugabilidad y se aprovecha en las mecánicas: las armas convencionales no dañan a la chica, y tenemos que hacer uso de un fragmento de espejo que empuñamos para obligarla a verse reflejada y sufrir daños. Utilizamos este objeto en tiempo real, permitiéndonos ver lo que tenemos detrás, por lo que al contrario de lo que es habitual en la mayoría de juegos de terror, somos menos vulnerables cuando le damos la espalda al enemigo. Cuando nos ataca por la espalda tenemos que elevar el espejo, y así, cuando esté muy cerca nuestro, justo antes de atacar, se verá a sí misma y retrocederá.
Esta es una de las mecánicas que despliega In Sound Mind, y que cambian capítulo, en función de a qué nos enfrentemos. Estos cambios continuos hacen que el juego se mantenga fresco y dinámico del principio al final, sin desvelar todas sus cartas desde el inicio, y evitando así caer en la monotonía. Por otro lado, In Sound Mind no está concebido estrictamente como un juego de terror, sino que se trata de una aventura narrativa y de misterio con secciones en las que el terror aprieta más fuerte. No hay que confundirse, la atmósfera malrollera e inquietante siempre está ahí, pero el juego no hace uso de un terror propiamente dicho sino en secciones concretas. Por otro lado, al contrario de lo que se ha vuelto tendencia en las aventuras narrativas y de terror en los últimos años, en este título no estamos indefensos, podemos usar armas, y de hecho tenemos varias a nuestra disposición. Es decir, no tendremos que pasarnos todo el juego jugando al gato y al ratón. Estas mecánicas de acción y combate, sumadas a la resolución de puzles y el plataformeo, logran que la narrativa no se vuelva repetitiva o aburrida, ya que el juego nos ofrece varios estímulos, y no deja caer todos su peso en la calidad y el ritmo de la historia.
El sistema de progresión de personaje también se siente fresco y como un aliciente más, y se aleja del modelo de personaje “jugablemente estático” predominante en el género. Podremos mejorar aspectos como la velocidad, la vitalidad máxima o el sigilo, a través de objetos distribuidos por todo el juego. Además, esto también contribuye a que el jugador explore más a fondo y reciba una recompensa que lo incite a seguir haciéndolo. Por último, otro rasgo distintivo de In Sound Mind es su estética y acabado visual. Rompe con los escenarios mayoritariamente oscuros, y adopta una llamativa gama de colores entre violetas y amarillos casi como una identidad visual, que puede apreciarse desde la misma portada del juego. Esto no quiere decir que no haya escenarios realistas u oscuros, sino que estos no se convierten en rutina, y se combinan con secciones más coloridas y llamativas.
Dicho esto, In Sound Mind se presenta como una alternativa fresca para los aficionados al terror inmersivo, ya que conserva la esencia del mismo, pero es capaz de añadir toques de innovación y originalidad sin tener que romper el molde para hacerlo. Reconocible y familiar en las sensaciones del género, pero sorprendente en los mecanismos para lograr dichas sensaciones. Todo esto se suma a una historia interesante, más allá del terror por el terror y los jumpscares baratos. Una historia que puede recordar a títulos como The Evil Within con sus escenarios oníricos, o a Silent Hill por sus personajes retorcidos y profundos.