Terror folclórico tradicionalista

IkaiIkai es un juego muy en la vena de lo que me gusta llamar Amnesia-like; juegos de terror en primera persona que usan la falta de capacidad de defenderse a uno mismo, el sigilo y escapar constantemente de amenazas que te persiguen o siguen un patrón de desplazamiento determinado y la atmósfera para causar terror. Acompañado de todo esto, la historia suele ser difusa y el protagonista o bien no recuerda o no quiere admitir una pieza clave de la trama que pone en movimiento todos los sucesos del juego. Esto último es lo que menos me suele gustar de estos juegos dado que, en muchas ocasiones, se usa para camuflar una trama endeble o de poco impacto bajo un manto de misterio artificial para revelar el gran giro al final sin dar mucho tiempo a que el grueso de la historia respire y así el jugador no se dé cuenta, al menos en primera instancia, de que la historia en sí no era la gran cosa. Dicho esto, sí hay juegos que usan bien esta fórmula. El mismo Amnesia: The Dark Descent hace un uso más que decente de todos estos elementos y yo, que apenas lo jugué este año tras años de jugar amnesia-likes de variante calidad, me llevé una grata sorpresa de parte de éste.

Ikai no es una obra que haga un uso especialmente ingenioso de estos tropos tan manidos, pero está lejos de ser de los peores ejemplares del género. Simplemente se encuentra en el medio, el cual está ya bastante atiborrado de lanzamientos constantes que o bien tratan de rascar un poco del éxito de su ya antiguo antecesor, o bien que tratan de darle un giro único pero que fallan en ejecución, por el motivo que sea.

En el caso de Ikai la ejecución no está para nada mal. Los gráficos son más que cumplidores, así como el diseño sonoro. La historia es algo básica, pero se sirve bastante bien de revelarse al final como el gran giro. A pesar de hacer uso de este desgastado tropo, aprovecha la fórmula a su favor. Y, si hay algo que destacar, serían esos momentos clave en algunas escenas en las que claramente sus creadores tuvieron un momento de ingenio esclarecedor que sale a relucir con tanto un concepto como una ejecución remarcable.

Ikai

El terror folclórico

Ikai se desarrolla en el japón feudal, donde encarnamos a una sacerdotisa novata tratando de defender su santuario de una cadena de demonios que llegarán a atormentarla. Y para desarrollar esta idea, el juego presenta a cada demonio como un episodio diferente del juego y tendremos que lidiar con éste encontrando la fuente de su maldición y sellándola con un pergamino que tendremos que dibujar nosotros mismos. Ninguna de las criaturas presentes en el juego tienen relación alguna con la trama -salvo la última-, pero sí están sacadas directamente de la mitología japonesa. De hecho, el juego, aunque desarrollado en España, tiene una clara afición por enseñarnos a nosotros como jugadores sobre las distintas criaturas de la mitología nipona a través de coleccionables que cuentan o describen cómo supuestamente eran estas criaturas. Algo que nos ayuda, también, a entender un poco el pensamiento y la cultura de la época, junto a comentarios ocasionales de la protagonista.

Últimamente, y principalmente gracias a Mundaun me he interesado profusamente en los juegos de terror folclórico. No solo porque es interesante aprender sobre distintas culturas y sus temores, sino porque nos ayuda a situarnos en el lugar y tiempo donde se desarrolla la historia. Además de salirnos un poco de las más que habituales historias de fantasmas o demonios cristianos, podemos ver conceptos fascinantes a través de un personaje que vivió en la época y que, como tal, los encuentra lo suficientemente peligrosos para haber generado todo un mito al respecto.

Y por mucho que me haya gustado este aspecto de Ikai y el dormir con una tabla con púas en Mundaun para estar a salvo de cualquier amenaza que podría venir de noche, desearía un juego donde la amenaza sea el Trauco, el Tue Tué o que abordemos el fantasmagórico Caleuche. Y si no entienden de que estoy hablando, es porque estoy mencionando criaturas del folclore chileno y que, de niño y a pesar de vivir en Santiago -es decir, lejos de donde supuestamente se aparecían todas estas criaturas- les tenía un verdadero temor, al punto de no querer volver a estar solo en la casa después de leer un relato del Trauco, una especie de Íncubo chilensis.

Un juego con onis, que no ónico

Volviendo a Ikai, pese a que disfruté de su aspecto más folclórico por los motivos que mencioné anteriormente, no puedo evitar sentir que algo más faltó para que la experiencia estuviese completa. No digo que debía durar más (difícilmente digo que un juego de cualquier tipo deba durar más de lo dura), pero quizás se hubiese agradecido un mayor empeño en profundizar acerca del por qué cada demonio nos ataca más allá del hecho de que hayamos sido maldecidos. Quizás más mecánicas que cambien el feel de cada demonio y su modus operandi. Ese es, tal vez, mi mayor problema con Ikai, un juego casi sin fallos pero con muy pocos aciertos más allá de ciertos momentos puntuales en los que el entorno se volvía genuinamente interesante; una sensación de mismidad en un género que necesita desesperadamente de aire fresco.

kofi

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Esta crítica ha sido realizada con una copia digital para PlayStation 5 cedida por Endflame Studios.