Identificación, conservación y ayudas para la adquisición de videojuegos son conceptos que resuenan con fuerza esta semana
La imagen que la sociedad forma de este medio videolúdico es una siempre cambiante. Los medios de comunicación habituales han tendido a demonizar a los sangrientos machaca demonios o a los peligrosos porta katanas, convirtiendo en una tarea más complicada pedirle un videojuego a tu madre por navidad que una botella de ginebra. Por suerte, vivimos en un mundo cada vez más conectado, donde toda opinión y creación tiene su pequeño hueco. Como resultado, tenemos acceso a todo tipo de visiones, evitando que tengamos que tomar una como la ciertamente correcta. Esta semana, estamos más cerca de que este medio sea aceptado con buenos ojos por el público general, y es que dentro de todas las funestas noticias que cada mañana nos muestran que el mundo es un lugar hostil y despiadado, algunas llegan para darnos un respiro. Este martes se aprobó la nueva reforma de la norma de depósito legal, la cual se centra en las creaciones digitales, teniendo como resultado la inclusión en la Biblioteca Nacional de todos los videojuegos diseñados en territorio español. Siendo estrictamente realistas, dentro de la norma ya se incluían productos audiovisuales producidos o editados en el país, margen donde podían incluirse los videojuegos, pero ahora se indica con una declaración directa.
Este mensaje en pos de la conservación se abraza con fuerza, en parte debido a los eventos de semanas previas, donde hemos sido testigos una vez más lo volátil que es el producto digital, que depende de la permanencia en activo de servidores, los cuales inevitablemente, se apagarán en algún momento, como es el caso de la eShop de Nintendo 3DS y Wii U. Repitiendo las palabras de mi compañero Juan Pablo, “ninguna empresa de videojuegos (o de cualquier ámbito) es una ONG“. El objetivo final es obtener beneficios a cambio del diseño de productos audiovisuales. Cuando una consola termina su vida útil, mantener en activo una tienda y un sistema de almacenamiento de títulos que ya no se compran es un gasto recurrente, que desde el punto de vista económico es un suceso que evitar. No es la primera vez que se habla de las ventajas del formato digital respecto del físico y los inconvenientes que este introduce, pero es innegable que el camino a seguir en los próximos años va a ser cada vez menos tangible desde el mundo real. No podemos ganar al enemigo, así que lo mejor es unirse a él, y con medidas como la comentada estamos más cerca de mantener beneficios sin sufrir las desventajas en toda su magnitud.
Junto a esta noticia, viene de la mano el bono cultural de 400 euros para jóvenes, este consiste en una partida del presupuesto del estado para que los jóvenes de dieciocho años puedan acceder a recursos culturales de todo tipo, estando entre ellos (si nada cambia), los videojuegos. Cuando salió Sable a la venta, me sorprendió a mal que el título no contase con una localización al español en un primer momento, y me puse a investigar. La información que se materializó no terminó de fascinarme: si bien es cierto que España se encuentra en la parte alta del top de ingresos generados por los videojuegos, se posiciona en la base de esta. Países como Francia presentan mayor consumo que la unión de todos los países de habla hispana. La piratería no es necesariamente el enemigo, pero es una actitud que cuando no se emplea por necesidad se convierte en un enemigo, creando un pez que se muerde la cola: no se traduce un juego porque no se compra, y no se compra porque no se traduce. Favorecer que los jóvenes puedan gastar una pequeña cantidad en adquirir estos productos de forma lícita es una medida para revitalizar el mercado que me alegra bastante, dejando a un lado la discusión de si es este el momento adecuado, debido a los eventos globales que están dándole la vuelta al mundo como lo conocemos. Pero bueno, aquí hemos venido a hablar de videojuegos.
El otro día mi amigo JP publicaba en Twitter una foto donde sus abuelos se alegraban gratamente de estas noticias siendo que estaba dedicando muchos esfuerzos al medio, y menuda dosis de dopamina más gratuita nos regalaron. Termino estas líneas muy contento, puesto que el camino que lleva hacia el respeto y la valoración del medio está más asfaltado que nunca. Todavía queda mucho por hacer, y desde los medios de prensa seguiremos luchando por poner al videojuego en el lugar que se merece, mientras tanto y como ya suelo servir de despedida, esperaremos con el mando en la mano.