Las flechas del tiempo solo marchan hacia delante
Un expolicía convertido en un vendedor de puerta a puerta, buscando el fantasma de un compañero que lo traicionó; un otrora ladrón de poca monta tratando de vivir honestamente, aunque al mínimo esfuerzo; un famoso escritor venido a menos tras una novela fracasada tras otra; una anciana que desea fervientemente que su sueño se cumpla; un padre soltero alcohólico con problemas para tratar con su pequeña hija y un desfile de personajes tanto coloridos como enigmáticos ven sus destinos cruzados durante la noche del veintiocho de diciembre de mil novecientos setenta y nueve.
Pero no solo sus huéspedes se han venido a menos, sino también el mismo hotel que los aloja, Hotel Dusk, solía ser un recinto de renombre hasta que un día, de la noche a la mañana, se convirtió en un agujero al lado del camino donde van a caer los desafortunados, los que buscan un cambio en sus vidas o a alguien que las cambie por ellos. Sea cierto o no el rumor de que todo empezó con la desaparición de una niña, lo cierto es que el hotel, antes conocido por sus sórdidas fiestas, ahora no es más que una sombra de lo que solía ser.
Hotel Dusk: Room 215 es una novela visual/aventura gráfica fuertemente inspirada por la literatura noir que nos pone en la piel de Kyle Hyde, un expolicía que entregó la placa tras ser traicionado por su mejor amigo y, ahora, como vendedor puerta a puerta, somos encomendados a encontrar dos objetos de lo más ordinario en Hotel Dusk: una revista para adultos en cuya portada sale una famosa actriz bajo el nombre de Cecily Lee y una pequeña caja de madera roja. Aunque Hyde no tardará en comenzar a ver cada vez más hilos conductores que vinculan al hotel con su antigua vida como policía, partiendo por el hecho que un ladrón de poca monta llamado Louis DeNonno al que solía arrestar día sí y día también trabaja ahí mismo.
Deseos imposibles, vidas quebradas
Poco más les puedo contar de la trama sin querer destripar todo lo que hace a la obra de Cing tan especial, aparte, quizás, de los diversos gimmicks que aprovechan al máximo las cualidades de la consola para la que fue hecho: la Nintendo DS. Pero no vengo a hablar de eso hoy, sino del tema principal que trata el juego; los deseos.
No es coincidencia, ni mucho menos, que cada cuarto del hotel tenga un nombre y que, para sorpresa de nadie, la habitación donde se hospeda nuestro protagonista es llamada Deseo, pues según el dueño, dicha habitación adquirió ese nombre ya que se corría el rumor de que quien se quedara una noche ahí, vería sus sueños cumplidos. Y es quizás irónico que el menos interesado y el más escéptico ante dichos rumores sea el mismo huésped de dicha habitación, quien no está interesado en nada más que en encontrar los objetos que se le habían sido encomendados y cobrar su paga -motivación con la que me puedo identificar completamente, debo añadir-.
Pero sí habrá gente interesada en la habitación y aunque nadie pierde el tiempo pidiéndole a Hyde un cambio de cuartos ni mucho menos, si podremos ir desvelando cuáles son esos deseos que desean cumplir y el cómo cada uno de ellos parece ser más imposible que el anterior. El hotel, como mencioné anteriormente, es un imán para gente con la vida resquebrajada. Y esta temática nos acompañará durante toda la aventura y será el foco principal de cada trama y subtrama, mientras estas se retuercen y entremezclan.
Quizás lo más encomendable de todo esto es que, a pesar de lo disparatadas que pueden llegar a ser las coincidencias que se dan a través de la historia, es que Hotel Dusk: Room 215 no brinda soluciones fáciles ni mucho menos idealistas a ninguna problemática; muy por el contrario, cada alma perdida que deambula por los pasillos del antiguo recinto verá sus sueños acercarse un paso y retroceder dos. Y es en ese juego, ese balance, donde se encuentra lo más agridulce de la historia, ver a personajes increíblemente humanos aferrándose desesperadamente a sus ilusiones pese a que todo esté en contra, dejando su verdadero ser entreverse entre las grietas y, aunque salgan lastimados reiteradamente, es la misma esperanza lo que los mantiene en pie y les permite seguir avanzando.
La línea entre lo idóneo y lo realista
Con todo, Hotel Dusk: Room 215 no hace sino caminar entre la delgada línea de la fantasía más idealista y la realidad más cruda. Se da tumbos hacia un lado y otro y es en esos momentos cuando más brilla su narrativa. Y no es otro lugar sino en sus personajes, siendo el mismo hotel otro más de ellos y posiblemente el más importante de todos, donde esta temática brilla más. Podría alargar mucho este texto apreciando el cuidado apartado artístico, desde los dibujos que mezclan los cómics occidentales con un diseño más orientalizado o su impoluta banda sonora, pero para tributos ya tienen el grandioso texto de mi colega JP. La verdad es que yo mismo le dedicaría una carta de amor a este juego, pero, ya que estamos, pertinente me parece hablar sobre lo que más destacó para mí y, si es que me explique bien en este texto, se habrá entendido que es en el tema que subyace bajo la superficie del juego y que, aunque nunca llega a ser remarcado de manera literal en la obra, si se encuentra presente de principio a fin. Adiós, Hotel Dusk, nunca olvidaré mi estadía.