Una run más...
Son muchas las claves que necesita pulir casi a la perfección un roguelike para que las decenas de horas que suelen ser necesarias para completarlos al 100% merezcan la pena y no se hagan en ningún momento repetitivas. Y es que colarse a estas alturas dentro de los mejores de uno de los géneros mas multitudinario del momento hace falta, diría, una precisión de cirujano dentro de su diseño y desarrollo si no se quiere acabar destinado al abismo de los lanzamientos olvidados. Su sistema procedural tiene que funcionar de tal manera que la repetición de niveles sea amena, la jugabilidad a los mandos tiene que ser eficaz, dinámica y a la vez divertida; y, sobretodo, la progresión, tanto del personaje como de la propia historia, debe ser natural. Éste último en especial tiene una importancia clave a la hora de mantenernos pegados a la pantalla mientras intentamos desbloquear constantemente ese poder tan potente o ese final verdadero. Y eso es algo que desde Supergiant Games parece que lo tuvieron muy en cuenta durante el desarrollo y Early Access de uno de los juegos del momento, Hades, porque pocas cosas tan adictivas como él me he encontrado hasta el momento.
Su planteamiento no es ni mucho menos novedoso si somos jugadores habituados al género roguelike -o roguelite, como queráis llamarlo en vuestras casas-, bebiendo de títulos como The Binding of Isaac, Nuclear Throne y, en mayor medida, de Dead Cells. En resumen: toma, aquí tienes a tu personaje, intenta llegar hasta el final de los niveles -esta vez basados en el inframundo griego- a base de poderes y enemigos que irán apareciendo de forma aleatoria por todo el mapa. Y muere. Muere mucho. Mas de lo que os podéis llegar a imaginar. Porque la muerte es lo que hace avanzar tu progreso como personaje -aquí la clara referencia a Dead Cells que comentaba- a base de desbloqueables, dinero y mejoras; y, además, impulsa la propia trama del juego. Porque, aunque es cierto que Hades no es un roguelike que introduzca nuevas reglas jugables a la fórmula, sí consigue una hazaña extremadamente difícil dentro de este tipo de videojuegos: sabe crear un orden muy específico dentro de su propio caos.
Estamos acostumbrados a iniciarnos dentro de un nuevo roguelike y, simplemente, repetir y repetir runs hasta que tenemos suerte en una y desbloqueamos ese aspecto del juego que queríamos. Son videojuegos muy mecánicos que en ocasiones castigan los errores de forma exagerada para que su duración aumente, dejando por el camino un jardín lleno de frustración en el que no sabemos muy bien qué tenemos que hacer a continuación. Suele haber poca recompensa si no llegamos al final de la run: ¿has muerto? Una pena, ahora vuelve a empezar de cero. Sin embargo, Hades consigue darle la vuelta a esto, cogiendo esa base jugable que fue la muerte en Dead Cells llevándola a un nuevo nivel. En la obra de Motion Twin el error servía para ir mejorando a tu personaje con los objetos que conseguías en la anterior partida, aquí cada vez que morimos, además de eso, hacemos avanzar la trama principal, las quests de los muchos personajes que tenemos en la base y repartidos por los niveles, y contamos con un sinfín de desbloqueos y armas que podemos ir mejorando. Todo ello de una forma excesivamente natural, minimizando la frustración dentro un videojuego tan exigente como este.
¿Has muerto en Hades? No pasa nada, con lo que has conseguido ahora mismo puedes hablar con este personaje, darle este objeto a este otro, saber más del lore general del juego y desbloquear esa arma tan molona a la que le habías echado el ojo antes (y obviamente no os olvidéis de acariciar a Cerbero). Un proceso que consigue tenerte pegado a la pantalla durante horas y horas sin que te canses, que te echa continuamente a la cara razones para no soltar el mando y que te regala un orden dentro de tu propia progresión a la vez que juega continuamente con la aleatoriedad de su planteamiento roguelike. Aquí la expresión “una run mas y lo dejo” se multiplica hasta límites insospechados, y ese es con diferencia el mayor acierto que estoy encontrando en esta sorpresa tan grata que está siendo Hades después de quince horas dentro de su peculiar versión de la mitología griega.