O cómo aprendí a pasar de los "martes locos"

Para muchas personas una pizza margarita puede ser aburrida, pero una muy buena pizza margarita… es una experiencia increíble. Desde su simpleza, puedes apreciar el frescor de la mozzarella y de la albahaca, todo unido por un elemento clave y silencioso, una salsa de tomate que equilibra el resto de sabores. Incluso si se cocina más de la cuenta, esta salsa puede que amargue un poco, pero bueno, para gustos colores. Todo recae sobre una masa esponjosa, sin levadura. Una base humilde y sencilla para un plato que, a priori, parece poco elaborado.

En la tónica de juegos como Getting Over It with Bennett Foddy, Jump King y, más recientemente, el viral Chained Together; aparece este 2025 -de la mano de AnomalyGuys– un pequeño juego llamado GuGu Pizza: ¿Entregar una pizza a la estación espacial? ¡Jefe, esto no está bien! (al que ahora, por cuestiones obvias, llamaremos GuGu Pizza a secas). 

Interpretando a una intrépida y, posiblemente, mal pagada paloma, en GuGu Pizza deberemos llevar un total de cinco pizzas hasta el lugar más alto que la mano del ser humano ha logrado alcanzar: una estación espacial. Una premisa tontorrona para un juego que no se toma muy en serio así mismo, pero…

¿Está GuGu Pizza a la altura? 

No nos olvidemos de la salsa

Tras un estilo visual que combina los modelados 3D con un diseño de personajes en pixel art (ahora hablaremos de ello), GuGu Pizza nos ofrece unos ingredientes sencillos para sus mecánicas:

  1. Por un lado, con nuestra cruceta, podemos ir de derecha a izquierda (sencillo).
  2. Con la barra espaciadora podremos saltar de una plataforma a otra. Teniendo en cuenta cuanto tiempo pulsemos la barra, nuestro salto tendrá una mayor o menor longitud. Si mientras saltamos pulsamos el botón “abajo” en la cruceta, podremos bajar plataformas.
  3. La base mecánica del juego, equilibrar las pizzas, la cumpliremos usando las teclas A y D, para inclinar derecha a izquierda o viceversa nuestro “delivery”. Cuidado, ¡no te olvides de que si cambias de dirección con tu cuerpo, las pizzas continuarán su inercia anterior!

A partir de aquí todo va como debe esperarse y es que a medida que subimos todo se vuelve más difícil: aparecen chispas que pueden electrocutarte, las superficies son cada vez más estrechas, pueden empezar a moverse… 

Si pierdes el equilibrio, te desconcentras o si caes, todas y cada una de las pizzas saldrán disparadas en cualquier dirección. Todo lo que has avanzado se pierde. Una fórmula sencilla que nos deje ese amargor, ese regusto, de necesitar intentarlo de nuevo.

Ponle… ¡MOZZARELLA!

Hay una constante en estos juegos, una relación íntima y frustrante con algo que nos resulta incómodo: el fracaso. Son juegos diseñados para que perdamos, para equilibrar nuestra frustración con el miedo a rendirnos, a ser -en nuestro subconsciente- peores jugadores. 

El desafío es mecánico, directo a nuestras manos; pero también mental/emocional: ¿te rindes? ¿O merece la pena seguir intentándolo? Este equilibrio debe ser bien entendido, si no pasa como el queso (voy a estirar la metáfora lo máximo que pueda y sí, eso es otro chiste de queso fundido). 

El queso tiene la gran virtud de tener un sabor explosivo e intenso… sin embargo, es uno de esos alimentos que mata el sabor de otros. Una pizza con queso está rica, pero ¿nunca has notado que cuanto más queso tiene, más se vuelve una bola?

La respuesta al empacho que puede ser la dificultad en este juego es un modo asistencia. Sin embargo, no puedo decir de buena conciencia que esté bien implementado: si bien no te hace, por ejemplo, volver automáticamente hasta el punto más alto que has alcanzado; el modo de asistencia de GuGu Pizza toma la arriesgada decisión de eliminar su mecánica de equilibrio. 

Esto implica que la mitad del desafío desaparece y es que, si bien cada salto debe ser medido con cuidado, deja de ser difícil alcanzar la siguiente plataforma una vez entras en un estado de “flow” (algo asumible cuando, literalmente, pierdes la mitad de tus preocupaciones). Hay múltiples formas de balancear la relación entre accesibilidad-dificultad, de medir la cantidad de queso que le echo a mi pan con tomate: desde ampliar el tiempo o margen de pérdida de equilibrio para quienes tengan una menor capacidad de reacción a, sencillamente, añadir un indicador de tu potencia de salto y calcular dónde caeremos.

El modo asistencia, además, te pone un hada monísima a tu lado. Al principio puede parecer un detalle inocente, pero al intentar desactivar las ayudas que el juego te brinda, el hada no desaparece: es ahora un símbolo de “tu vergüenza”, un recordatorio de que en un momento no pudiste llegar a hacer algo sin limitar el desafío que el juego pone ante ti. Es un chiste malo, como las caras de Blazkowicz en Wolfenstein al elegir la dificultad.

La albahaca: frescura y color

Como ya hemos mencionado, GuGu Pizza cuenta con un apartado visual precioso, pues combina la simpleza e iconicidad de una paloma en pixel art -peak character design- con escenarios modelados en 3D que parecen dioramas con arquitectura imposible. Mirad capturas del juego: ¡no parece ni difícil!

En cada rinconcito encontramos animales hablando o carteles que critican la pizza con piña. Podemos ir por diversos mundos y todo se siente vivo, con coches que van de un lado para otro, lluvia que lo vuelve todo gris y una iluminación que te hace sentir como si estuvieras dentro de una película de animación. Pero incluso el apartado visual es un arma de doble filo, pues influye en su dificultad. ¿Cómo? Pues con las perspectivas.

Para entender a lo que me refiero, miremos más allá: Getting Over It with Bennett Foddy, un juego en 2D con un estilo visual… particular, pero que deja claro cada camino a seguir por sus jugadores y te anima a analizar dónde posicionar tu martillo para que la subida sea eficiente y precisa. Un juego injusto, sí, pero que se deja de florituras para que te quede claro tu objetivo es escalar. Pero hay ejemplos en los que el desafío es lo fundamental y, sin embargo, no se abandona lo estético.

Jump King, por su parte, es un juego con pixel art en el que el salto debe estar medido al milímetro. O, por ejemplo, juegos como Celeste –qué decir de Celeste que no se haya dicho ya- poseen un pixel art inmaculado, lleno de tonos y juegos de luces que te dejan con la boca abierta; que te avisan del peligro o te indican -con el contraste de estos colores en la pantalla- qué elementos y superficies necesitas utilizar para avanzar y cuales están en el fondo. Ninguno parece anteponer una decisión estética a tu experiencia jugable/mecánica.

GuGu Pizza es un juego legible, pero el hecho de que algunas de sus plataformas tengan una perspectiva más torcida, más inclinada, hace que (a veces) cueste discernir entre un objeto y el fondo. Cuesta distinguir la hitbox de cada superficie. El mimo y el cuidado a cada bioma dentro del juego son de agradecer y, de nuevo, la iluminación es cuidada e interactúa con los modelos 3D y el pixel art como esas maquetas que buscan recrear juegos antiguos y pones en tu estantería; esas de Castlevania Super Mario que al habitar tu mundo -real- crean un extraño naturalismo igual de satisfactorio y hermoso que el que podemos ver en GuGu Pizza.

¿Y sabéis las ironía? Que, pese a todo, sigue siendo un juego adictivo.

La clave está en la masa

Lo mejor de GuGu Pizza es que es eso, que todos los elementos y bases para un juego que gira en torno a la frustración están ahí. Es una pizza margarita que cumple con lo que promete: ser un juego tontorrón y difícil. Es honesto, en la cara; y te atrapa, como todos estos juegos, en ese vicio y ciclo jugable de intentarlo de nuevo; porque hay que pelear por la poca honrilla que nos queda. 

Y si bien creo que su modo asistencia no cumple, no puedo hablar de curva de dificultad porque, desde lo más profundo de mi corazón, no creo que pueda completarlo. Soy un jugador torpe de videojuegos, no me escondo. La Bailarina de Valle Boreal en Dark Souls 3 me hizo dejar de jugar el juego, no pude pasarme el segundo boss de Sifu y casi lloro venciendo a Mr. X; un jefe final que no es ni difícil, pero creedme cuando digo que fue un reto para mí.

GuGu Pizza es un juego con todos los elementos para convertirse en algo viral, de esos en los que ves streamers e influencers frustrarse.

Divertido sí, pero no para mí.

Y creo que eso está bien.


Esta crítica ha sido realizada mediante una clave de descarga digital para Steam cedida por AnomalyGuys.