Donde fluyen los videojuegos... y las personas
Una semana he necesitado para superar la resaca emocional y sentarme a escribir estas líneas. Puede sonar exagerado, pero a decir verdad no quería tener que enfrentarme a este momento; tener que recapitular —y, por definición, dar por finalizado— el que ha sido para un servidor uno de los mejores eventos de videojuegos en el que ha estado jamás, y fácilmente el mejor organizado que recuerda, como mínimo, a nivel nacional. Así de fuerte ha arrancado Guadalindie con su primera edición: con un sentimiento de alegría y satisfacción compartido entre sus más de 2.500 asistentes, y con un contagioso optimismo que, de alguna forma, responde a esa duda que muchos nos preguntamos por desgracia de manera cada vez más recurrente: ¿por qué, pese a todo, seguimos haciendo videojuegos?
Esta edición debut tomó como marco, como no podía ser de otra manera, la ciudad de Málaga, una capital en la que apunta a acomodarse debido a su afinidad con la comunidad organizadora, MálagaJam. Despojado de todo patriotismo andaluz, tras estos días pienso en Málaga como uno de los mejores y más coherentes lugares donde celebrar un evento de estas características: una ciudad sociable, acogedora, donde las distancias son ínfimas en comparación con las habituales Madrid o Barcelona (la gran mayoría de asistentes pudimos llegar al evento en un solo bus, sin transbordos), y donde las escapadas a la playa o a cualquier bar donde pongan espetos están servidas en bandeja de plata. Por la noche, Málaga se corona como un espacio vibrante en el que socializar, bailar y celebrar, pero también en una apacible urbe en la que pasear sin demasiado bullicio mientras charlas, ríes y, en el mejor de los casos, comes helado. Conocedora de estas bondades, MálagaJam impulsó a través de sus redes y canales planes de ambas índoles para que todo el mundo pudiese sentirse acogido y pudiese disfrutar al máximo de un viaje que en líneas generales se antojó más veraniego que primaveral.
Dentro de la buena elección que pienso que fue Málaga, FYCMA (el Palacio de Ferias y Congresos de Málaga) fue también un espacio ideal para la celebración de este punto de encuentro entre profesionales, desarrolladores, inversores y aficionados de todo el mundo. Con una estética marcada —pero respetuosa por la identidad establecida por Daruma Studio— y un vasto hub central donde descansar, tomar café y charlar distendidamente, tanto las zonas de conferencias como los puestos de juego estaban perfectamente acondicionadas, evitando grandes aglomeraciones o colas insufribles (incluso el día de público), y quitando algún momento puntual más ruidoso de lo normal, podría decirse que el ambiente respiraba por sí solo. Nada de ello fue casualidad, y es que con una mínima atención al detalle podía intuirse cómo este no era precisamente el primer evento organizado por MálagaJam, una asociación que sabe perfectamente qué tiene que hacer y cómo tiene que hacer las cosas para que fluyan lo que han de fluir. Y así lo dejó patente.
Esta consolidación de la que habla Raúl habría sido muy difícil de conseguir sin los ponentes que allí se reunieron, todos ellos de primer nivel y provenientes de Europa, Norteamérica, Sudamérica y Asia. Pese a que ciertos nombres como Daniel Mullins (Inscryption, Pony Island), Daniel Benmergui (Storyteller), o Nina Freeman (Tacoma) pudiesen tener más renombre, el nivel medio de todas las charlas y talleres, de aproximadamente una hora de duración, fue altísimo, y muy poco tuvo que envidiar a otras conferencias impartidas en eventos internacionales como Game Developers Conference. Todas ellas fueron debidamente retransmitidas por Twitch a través del canal de MálagaJam, contando con unos valores de producción muy altos y ofreciendo retransmisiones sin cortes ni problemas técnicos a todos aquellos que no pudieron asistir físicamente o simplemente prefirieron disfrutarlas desde casa. Asimismo, estarán disponibles en el canal de YouTube de MálagaJam para los más rezagados.
Por su parte, en la zona de exhibición hubo lugar para más de 60 stands, los cuales pusieron a disposición de público y prensa aquellos videojuegos en los que tanto siguen trabajando. El trato entre público o prensa y desarrollador se mantuvo cercano de manera constante, y diseñadores como Eric Rodríguez (Farlands) o Nacho Requena (Prelude Dark Pain) contaron a los que se acercaron los secretos de los que se postulan como dos de los mejores juegos que la industria nacional nos dejará durante los próximos años. Además, obras como AIKODE se erigieron como representantes del solo dev en España; una modalidad muy humana y personal del desarrollo que cada vez parece estar más extendida, y que en el caso de Guadalindie estuvo tremendamente presente. Bueno es señalar que, para mayor nerviosismo de los desarrolladores, publishers como Team17, RawFury, SelectaPlay, JanduSoft o Devolver Digital también hicieron acto de presencia, dejándose caer por el evento, concertando entrevistas con algunos de los equipos y aprovechando para ojear el talento nacional en busca del próximo gran éxito independiente.
Terapia de pareja
Poco más puedo decir de un evento que concluyó su jornada profesional con los Premios Goti, unos galardones con forma de gotita surfera que buscaban divertir a los asistentes premiando aspectos como el “buen rollo”, “la comida de un videojuego más apetecible” o el “mejor juego de palabras”. Quizás fuesen estos mismos premios la mejor representación de lo que fue Guadalindie: un espacio menos centrado en el networking y en el bizdev (aunque igualmente solvente en ambos apartados), pero mucho centrado más en el pasarlo bien, en los reencuentros con la gente que queremos y en reconciliarnos con los videojuegos. Algo que, a día de hoy, creo que era más necesario que nunca.