Un pequeño gran viaje
He de reconocer que en una primera instancia enfoqué con algo de dudas la entrada de Obsidian Entertainment en el mundo del survival. Vale, son buenos haciendo RPGs, pero dudaba que fueran capaces de trasladar sus virtudes al género de forma eficiente. Ahora, después de jugar a la versión final de Grounded, tras cerca de dos años de acceso anticipado, no tengo dudas de que el equipo californiano es capaz de enfrentarse al desafío que más le apetezca.
Con Grounded, nos encontramos con una aventura en miniatura que toma como premisa la película Cariño, he encogido a los niños (1989). Despertando confusos y con un tamaño reducido, nos daremos cuenta rápidamente de que todos esos problemas que nos acompañaban hace escasos instantes, han perdido toda su importancia. Por una vez en la vida, todas las dudas, ensoñaciones y objetivos confusos y mezclados que se asocian al desarrollo de un adolescente se desvanecen frente a la realidad: acaba de comenzar la verdadera lucha por la supervivencia. Como objetivo último, tendremos que intentar recuperar nuestro tamaño original, necesitando para ello, atravesar el jardín de nuestra casa, el cual conforma todo un mundo visto desde la miniatura. Conseguirlo, no será cosa fácil, puesto que todas esas pequeñas molestias que acompañan a la naturaleza cuando somos más grandes se convierten en auténticas pesadillas ahora que somos pequeños.
Este jardín no está para flores
Como buen chico de ciudad, he crecido de forma que mi inicial desapego hacia el mundo de los insectos se convertía cada vez más rápidamente en algo más desagradable, similar a una fobia. No miento cuando digo que tuve que armarme de valor para meterme en estos jardines (nunca mejor dicho), pero el esfuerzo valió la pena indudablemente. Al echar un primer vistazo a Grounded, sobre todo desde fuera, a través de los tráilers y las imágenes promocionales, da la sensación de que estamos delante de un juego agradable y accesible para todo el mundo. Al fin y al cabo, los protagonistas son niños y, además, el apartado artístico parece bonito, parecen suficientes indicativos de que todo irá bien… ¿verdad?
Por suerte o por desgracia, todo lo que en un primer momento es acogedor, no necesita apenas tiempo para mostrar su verdadera cara, una mucho más oscura y despiadada. Perdonad la siguiente expresión, pero Grounded es el Dark Souls de los survivals. Lo sé, hace un tiempo recomendé Fornite como juego terapéutico, ya estoy blindado frente a la opinión pública, lo que me permite no sudar demasiado sosteniendo esas palabras. Pero no puedo negar una realidad, y es que la sensación que me transmitieron los primeros compases del título contaba con unos niveles de desorientación, percepción del riesgo y desconfianza muy similares a mis primeros pasos en Lordran.
Poco después de despertarnos, una vez completado el pequeño tutorial nos encontraremos frente a tres caminos. En este viaje, se apuesta por dejar de lado los indicadores, flechas o marcadores más allá de unos niveles mínimos, por lo que no sabremos hacia donde dirigirnos en muchas ocasiones, como en este caso. A forma de aviso, la manera que el título tiene de decirnos “amigo, por ahí no” es tan sutil y agradecida como soltarnos una enorme tejedora nacida de las mayores pesadillas de cualquier niño. Después de este sustito, siento deciros que las cosas no mejoran rápidamente. Vamos a encontrarnos en muchas ocasiones con retos para los que simplemente, no estamos todavía a la altura, así que salir por patas va a ser nuestra principal estrategia en multitud de ocasiones.
Esta dificultad en los enfrentamientos viene dada por quizá los dos puntos más flojos de la experiencia: el sistema de combate y el de progresión. El primero es el más notable puesto que tendremos que abrirnos paso golpe a golpe, palo a palo durante la mayor parte del viaje. Los enfrentamientos se sienten bastante toscos, con sistemas simples basados en golpes normales y golpes cargados. Cada enemigo contará con un patrón de ataque, así como distintas resistencias y debilidades, lo que conseguirá agregar algo de diversidad a la experiencia, pero sin lograr un resultado demasiado exitoso. Junto a esto, los enemigos no serán muy espabilados, que digamos, contando con una inteligencia bastante simple que permite bloquearlos en muchas ocasiones (de todas maneras, creo que no podría haber superado muchos enfrentamientos de no ser por esto).
Respecto al sistema de progresión, considero que es un pie flojo por lo confuso que puede ser entender como avanzar en él. Posiblemente parte de la culpa venga de la predisposición a pensar que gran parte de los recursos vienen del entorno, como vetas minerales, rocas y demás. Es cierto que necesitaremos cosechar estas materias primas pero la mayoría de ingredientes los obtendremos de los insectos del jardín. Estos, al igual que el equipo se encuentran separados por tiers, pero en muchas ocasiones se duda sobre cual es el siguiente objetivo. Concretamente, he tardado mucho en descifrarlo, pasando por un bloqueo considerable a la hora de fabricar el primer arco, el cual es accesible desde los primeros compases de la partida, pero todo parece indicar que “todavía no es el momento”, casi obligándote a avanzar con desventaja por ello.
Lo pequeño pesa como lo más grande
A pesar de que en esta versión final el título cuenta con historia y con objetivos claros por los que avanzar, el peso narrativo no es muy elevado. Podremos informarnos del porqué de la situación, así como acceder a más datos en forma de registros de texto y de audio, pero vamos, si no lo haces, tampoco pasa nada. En cambio, donde más brilla el juego es en su diseño de escenarios. Jugar con las escalas no es tan fácil como pueda parecer. Somos muy pequeños, por lo que la más minúscula brizna de hierba se convierte en un árbol en comparación. Centrar el escenario en esta premisa obliga a diseñar un terreno muy pequeño, para luego conseguir que se sienta gigantesco al ampliarlo. De esta forma se consigue el escenario de Grounded, que sorprende por como sin extenderse sobremanera, es tan completo y diverso como los gigantescos mundos de otros survivals similares.
Como ya he dicho antes, Obsidian ha decidido por reducir los mapas e indicadores no diegéticos, por lo que en un principio orientarse será una ardua tarea, pero antes de darnos cuenta aprenderemos a localizarnos usando los elementos del entorno, como puede ser un gran roble o la figura de Battletoads. A lo largo del escenario encontraremos multitud de puntos de interés magistralmente colocados a forma de carteles de dirección. Soy capaz de perderme en mi propia casa, por lo que no puedo sino que alabar el trabajo de diseño después de ser capaz de volver a mi base únicamente mirando a mi alrededor.
Parte de la gracia de Grounded radica en su modalidad cooperativa. Por desgracia, no tengo amigos, así que tan sólo he podido disfrutar de la experiencia de un jugador. Esto implica unas cotas de dificultad superiores, puesto que cada combate es un desafío y la gestión de recursos una pesadilla. Pero pese a ser difícil, el juego cuenta con un equilibrio (una vez entendida la progresión) que convierte el viaje en solitario en toda una experiencia. De todas formas, recomiendo que intentéis juntar a varios jugadores antes de meteros al jardín, creedme, saldréis ganando.
Hablando de dificultad, el título cuenta con multitud de ajustes posibles para modificar la experiencia, desde los niveles habituales hasta opciones como el “modo creativo”, donde los enemigos se mantendrán pasivos todo el tiempo. Cabe destacar que el juego conoce y entiende de las fobias hacia cierto tipo de insectos, como las arañas, y cuenta con un modo más amigable donde estas bestias se convertirán en pelotas, literalmente. De esta forma, se presenta un entorno hostil pero que no apuesta por la agonía y el sufrimiento del jugador.
All in
En conclusión, Grounded, la apuesta de Obsidian Entertaiment por el survival es todo un acierto. Pese a su apartado artístico a primeras vista dulce y acogedor, se trata de toda una experiencia de supervivencia. Con una barrera de entrada bastante elevada, lo soluciona con un escalado más equilibrado conforme la experiencia avanza. Se trata de un título capaz de mirar a la cara a las estrellas del survival, sin necesidad de despeinarse demasiado. Además, no hay que olvidar que se encuentra en Game Pass como parte de los títulos de Xbox Game Studios, por lo que no son muchas las excusas que puedan impedirnos acceder a este gran jardín.
Esta crítica se ha realizado con un código de tres meses de Xbox Game Pass cedido por Xbox España.