Exploración alienígena al estilo Metroid
El desarrollo indie, a veces, da lugar a cosas fascinantes. Hemos visto numerosos ejemplos, pero hay una idea que parece prevalecer en líneas generales y es que, cuando todo el mercado está copado por títulos, un proyecto pequeño debe destacar con ciertas apuestas originales. En algunos casos, esta originalidad puede provenir del toque nostálgico. En otros, de un concepto nuevo o ambientación nueva, que nunca hayamos disfrutado previamente. Y en algunos, lo original proviene de mezclar las sensaciones retro con los avances que el videojuego como medio ha ido experimentando a lo largo de los años.
Este es el caso de Ghost Song, un juego desarrollado por Old Moon que ha sufrido complicaciones a lo largo de los años. Solo hay que comprobar que su campaña de Kickstarter inició nada menos que en 2013, publicándose ahora gracias a Humble Games. Aquella fecha tiene mucho que ver en cómo se concibió el título (y los antiguos diseños), que pensaba aunar ideas de los Metroid clásicos con Dark Souls. Con el tiempo, la saga Souls ha seguido evolucionando y, lo que es más importante, han salido obras que ya pensaron en este concepto, como Hollow Knight. Esto permite que, ahora, la principal comparativa tienda hacia el juego de Team Cherry, si bien cada título posee su personalidad y su forma de hacer las cosas.
En Ghost Song despertamos dentro de la Deadsuit, una especie de avanzado traje integral. Nos encontramos en lo que parece un planeta alienígena y no tardamos mucho en comprobarlo, teniendo en cuenta las horrendas criaturas que encontramos a nuestro paso y que no dudarán en acabar con nosotros. Esto, de hecho, pasará más de una vez, como una de las mecánicas principales del metroidvania moderno que ha abrazado ideas de los Souls (como muchos otros títulos). En general, no tenemos muy claro quién somos ni qué hacemos aquí, pero lo que está claro es que no somos los primeros en pasar por este planeta, como puede apreciarse en las estructuras abandonadas y en la ristra de cadáveres que encontramos por doquier. Para encontrar respuestas, eso sí, habrá que congeniar con otros supervivientes (a su propio accidente) para ayudarles a reparar la nave.
Toca, entonces, explorar, nuestra parte favorita. La sensación de descubrimiento es, precisamente, uno de los puntos fuertes del videojuego como medio, permitiendo al jugador ser partícipe de encontrar y cartografiar, y aquí, en un planeta desconocido, tenemos una buena oportunidad de hacerlo. Nuestro mapa se irá llenando de detalles conforme alcancemos sala tras sala, algunas con salidas por arriba, otras por los laterales y otras por debajo. Hay diferentes zonas a modo de biomas, algunos extremadamente peligrosos y otros que suponen un paseo con algún que otro alienígena. Eso sí, llegar de un punto a otro no es tarea simple y multitud de enemigos estarán ahí para intentar frenarnos. Es más, no debemos confiarnos ni habiendo pasado una decena de veces por el mismo pasillo, porque puede que aparezca alguien a quien no habíamos visto anteriormente y contra el que nos toque pelear. Así que más nos vale llevar siempre la energía vital rebosante y andar bien equipados.
Algunas piezas de equipamiento las encontraremos por ahí, mientras que otras armas y mejoras las compraremos a un comerciante utilizando nanogel, que sueltan todos los seres al morir. Este nanogel, además podemos utilizarlo en unas máquinas enormes que encontramos en lugares de guardado para subir tres atributos principales, algo muy necesario si queremos, por ejemplo, hacer algo más de daño. Estas zonas de guardado las encontraremos si seguimos las flores que crecen en algunas partes del mapa, aunque no todas tienen disponible la máquina para las mejoras. Lo más importante a tener en cuenta es que, como ya es costumbre, el nanogel se pierde al morir, teniendo que ir a buscarlo en el lugar donde caímos por última vez.
Estamos ante un metroidvania muy… Metroid. Se siente, como decimos, moderno en muchos aspectos, sobre todo el formato de algunos jefes, el abuso de la esquiva, etcétera. Pero por otro lado apreciamos un carácter muy retro que nos recuerda, no solo por ambientación, a nuestra querida Samus. Probablemente, lo más llamativo sea el propio bláster, que podemos utilizar en movimiento y que será nuestra arma principal. Eso sí, para apuntar en condiciones tendremos que estar estáticos y orientar el joystick en la dirección requerida, pudiendo así eliminar a enemigos con precisión. Esto dificulta la capacidad de movimiento y nos obliga a gestionar bien nuestro posicionamiento en la pantalla, o nos llevaremos numerosos golpes inesperados. Como curiosidad, la mecánica del bláster tiene una ligera capa de profundidad extra, ya que se sobrecalienta y disparará más lento teniendo que hacer ráfagas cortas. Sin embargo, podemos sobrecalentarlo a propósito y atacar cuerpo a cuerpo haciendo más daño de lo normal.
Como en todo metroidvania que se precie, iremos mejorando nuestras capacidades de movimiento para poder acceder a lugares nuevos, permitiendo que nos distanciemos mucho del superviviente con un simple bláster que encontrábamos al inicio. Por su parte, las reminiscencias de Hollow Knight pueden apreciarse en su sistema de módulos. Podemos equiparlos y desequiparlos a placer (aunque habrá que desactivar el traje, así que debemos estar seguros de que no hay peligro cerca), haciendo las combinaciones que queramos siempre que no superemos nuestro límite. Funciona, como decíamos, similar a como lo hace el sistema de medallones del juego de Team Cherry. Y, como tal, obtendremos sinergias interesantes en nuestros ataques y nuestro entorno. Algunos de estos, además, activan nuestro ataque secundario, que depende de cuál llevemos equipado. Pueden ser simples misiles, armas que pretender quemar o incluso pequeños bichos babosos que atacan por nosotros, entre otros muchos ejemplos. Algunos módulos incluso poseen desventajas a cambio de una buena mejora.
Ghost Song es un juego con el que, a veces, cuesta un poco avanzar. Su manejo es ciertamente robótico, como decíamos de cara al apuntado. Hoy en día hay sistemas de control más eficientes, convirtiendo esto en un pequeño lastre, en parte nostálgico, en parte superable. Sin embargo, consigue de forma efectiva someternos a buenos niveles de adrenalina en el entorno hostil. Dominar el dash y su invulnerabilidad no es tarea fácil, por lo que hasta el enemigo más mediocre puede hacernos bastante daño si nos despistamos. Con ello, el punto de tensión durante la exploración será bastante elevado, llegando a grandes picos en los combates con los jefazos. Habrá momentos en los que algunos enemigos nos perseguirán como locos y no podremos utilizar el viaje rápido para acortar distancias, algo que suma enormemente a esos picos de adrenalina en los que sufrimos por nuestra supervivencia.
Ghost Song es un híbrido entre conceptos clásicos y modernos del género
El juego propone la exploración de lo inhóspito como punto central, por lo que detallar más las situaciones que podemos encontrar iría contra natura. Los personajes que encontramos en el juego tienen sus propias vidas e inquietudes, por lo que es interesante charlar con ellos (cuando podrían haber sido NPCs vacíos de contenido) para comprobar cómo se están descubriendo a sí mismos, generando momentos humanos y especiales con los que es fácil empatizar. Solo queda decir que se trata de una experiencia curiosa, a veces frustrante cuando un enemigo nos supera, pero que sin duda será divertida y apasionante para cualquier fan de Metroid o, como decimos, del más moderno Hollow Knight. Tal vez no nos sintamos tan poderosos como El Caballero en los paseos por Hallownest bien avanzado el título, pero llegaremos a dominar la Deadsuit a niveles insospechados.