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Hubo un tiempo donde las aventuras gráficas tipo point and click eran la crème de la crème de los juegos en PC. LucasArts fue el principal “culpable” de que ese tipo de videojuegos llegasen a un nivel de calidad muy elevado lanzando buenos títulos y dejando tras de sí el mítico motor SCUMM, que llegó a ser poco menos que un estándar del género. Ahí están los míticos Maniac Mansion (el título que engendró dicho motor), los Monkey Island o los Indiana Jones. Sin embargo otras compañías intentaban alcanzar esa excelencia desde puntos de vista diferentes, con aventuras algo más serias o de un corte claramente adulto. Pero en todos destacaba la gran importancia de las historias, las conversaciones y el entorno, que le otorgaban la cualidad de sumergirnos es una especie de película que iba avanzando conforme resolvíamos los diferentes puzzles.
Sin embargo ese boom, tal y como vino, se fue: los jugadores perdieron interés poco a poco al ser un género con limitados avances mientras surgían otras propuestas. A finales de los 90 ya estábamos plenamente metidos en juegos más frenéticos con un 3D que empezaba a pegar con fuerza, y con unos PC cada vez más potentes gracias a las tarjetas gráficas Voodoo. Sólo hubo que vivir esa época para recordar cómo un juego llamado Quake empezó a exprimir como nunca unos ordenadores caseros cuyo uso era casi anecdótico para la mayoría. Las aventuras gráficas no murieron a pesar de todo, pero nunca más tuvieron el impacto de su época dorada.
Sin embargo aún quedan juegos de ese tipo con una calidad impresionante, y de eso el mundo indie sabe bastante. Hoy quiero rescatar a Gemini Rue, un juego realizado por una sola persona (Joshua Nuernberger) y puesta a punto para el disfrute público gracias a WadjetEye Games, productora y distribuidora especializada en títulos point and click. Fue lanzado en 2011 aunque tuvo adaptaciones sucesivas a lo largo del tiempo, y después de 8 años ha demostrado que envejece de forma sublime.
Con una ambientación bastante noir y cyberpunk a lo Blade Runner nos metemos en la piel de Azriel Odin, un ex asesino reconvertido en detective que está buscando pistas sobre Daniel, su hermano desaparecido. La diversa información proporcionada por Matthius, viejo amigo del protagonista que se encuentra en medio de un entramado mafioso, nos llevará a investigar diversas localizaciones del sistema planetario Gemini. Por el camino llegaremos a saber de la existencia de una instalación penitenciaria secreta llamada Centro 7, donde podría estar Daniel. A lo largo de la historia no solo iremos conociendo a distintos personajes, sino que paralelamente jugaremos con Delta-Seis, un preso del Centro 7, que nos permitirá profundizar aún más en los secretos de la trama hasta el punto que ambas líneas argumentales confluyen. Un guión bien llevado que dará más de una sorpresa y dejará buen sabor de boca.
La aventura conserva la jugabilidad clásica del género, aunque simplifica bastante las opciones e incorpora algunas mecánicas interesantes.
Las acciones básicas para interactuar se resumen en observar, tocar/manipular, hablar y golpear, cosa que agiliza la exploración. El resto queda a merced de los diferentes objetos que vayamos encontrando a lo largo de la aventura y que no sólo serán claves para hacer avanzar el juego, sino que llegan a sustituir a otros comandos y acciones ausentes por defecto. Una mecánica incorporada muy interesante son los tiroteos: a veces nos veremos obligados a intercambiar algunos balazos con los enemigos, así que incorpora un sistema de combate donde tendremos la posibilidad de apuntar al contrario y hacer uso de algunas coberturas para seguir conservando la vida… porque sí: en este juego se puede morir, cosa no muy frecuente en este tipo de títulos.
Los puzzles a resolver no son especialmente complicados porque no es el objetivo del juego. Se nota que son casi un trámite para darle cierta variedad e ir incorporando distintas partes jugables para desarrollar la historia, ya que quiere mantenernos ocupados pensando sin necesidad de atascarnos. Que nadie me malinterprete, no lo considero malo porque sabe mantener el nivel durante las aproximadamente 5 horas que puede durar, pero como seáis un poco exigentes en ese apartado desde luego no os va a dar lo más sesudo del mundo. Eso sí, tiene partes que suponen un cierto reto y los citados combates a veces pueden darnos algún que otro game over hasta que les cojamos el truco. Vamos, que no es difícil pero tampoco un paseo por el campo, ya que mantiene un equilibrio muy decente para todos los públicos.
El apartado artístico es muy bueno: gráficos de estilo pixelado (no son pixel art en sí mismos, ojo) y una música envolvente bien ejecutada donde encontraremos algunos blues (perfecto para un ambiente policíaco) en armonía con piezas más ambientales y otras más tensas. En el aspecto sonoro también se puede destacar el doblaje de voces, el cual es muy profesional para un proyecto de este presupuesto y ayuda a disfrutar la aventura. Tiene incluso dos modos: uno normal y otro con comentarios del autor al más puro estilo “director’s cut”, el cual sólo está recomendado para una vez que hayamos completado el juego porque pueden contener spoilers.
Lo de siempre, pero mejorado
Gemini Rue tiene muchas cosas destacables y es difícil quedarse con una, pero sin duda la introducción del juego es fantástica. Ni que decir tiene la elegante escena bajo la lluvia (que acompaña a la introducción) o los guiños al anime Cowboy Bebop. Todo está sólidamente ejecutado como si fuese una obra en plena inspiración, dando lo mejor de sí misma. Ya seáis gustosos jugadores del género o ajenos a él, es un título recomendable a tener en la colección. Está disponible en diversas plataformas (Steam, GOG, dispositivos móviles) y sistemas operativos, por lo que es fácil encontrar una copia según las necesidades. Además su precio bien lo merece: por 8 o 9 € podemos hacernos con él. Aunque no tiene versión oficial en español sí existen diversos parches con traducciones muy buenas a varios idiomas. Vamos, que quien no lo juega es porque no quiere.