He soñado que jugaba

Sigue sorprendiéndome como de vez en cuando, aparece un juego destinado a cambiar el medio. No son muchos, los títulos que terminan dejando huella en la industria, pero sí unos cuantos, creciendo en número aceleradamente, hasta el punto en el que podemos señalar al menos uno dentro de cada género. Leyendo estas líneas dentro de la crítica de Gamedec, supongo que sabéis de quién estoy hablando.

En caso contrario, me remitiré a la descripción de este título: Gamedec es un RPG ciberpunk isométrico en el que tomamos el papel de un detective. Si sigues sin saber de que juego hablo, la verdad es que te envidio, porque en tu futuro cercano tienes la opción de encontrarte por primera vez con Disco Elysium. ZA/UM al estrellato de los desarrolladores de videojuegos y de colocar a su criatura dentro del salón de la fama de los RPG, de los juegos conversacionales y de los juegos de detectives. Problemas aparte, se trata de un viaje obligatorio para todo aquel que en algún momento de su vida haya disfrutado ligeramente con un mando entre las manos.

No sé cuántas veces he dicho que las corporaciones comparaciones son odiosas, pero estamos sin duda delante de un elefante en la habitación; es imposible pasar por alto todo aquello en lo que una obra destaca por encima de la otra, o la divergencia de camino en las decisiones tomadas. Curiosamente, ambos títulos tienen un nacimiento cercano temporalmente hablando: el lanzamiento de Disco Elysium pilló al equipo polaco de Anshar Studios a mitad de su desarrollo, por lo que se puede deducir que todas las ideas nacen de pensamientos originales.

Si estoy hablando ahora de Gamedec es porque se celebra su llegada a PlayStation 5, bajo la coletilla de una edición definitiva y, la verdad, era una buena oportunidad para tachar un nombre de la eterna lista de juegos pendientes. Cuando entré a la Varsovia del siglo XXII no sabía qué era lo que me esperaba. Sí, la palabra ciberpunk estaba clara, pero poco más. Ni siquiera había prestado atención al propio título del juego.

Este, hace referencia directa a la profesión del protagonista. Somos un gamedec, una suerte de detective digital, que se gana la vida solucionando los problemas que sus clientes tienen dentro de los juegos de realidad virtual en los que la población pasa la mayor parte de su tiempo. Tal es el interés de la humanidad por evadirse de la realidad, que el propio mundo físico pasa a llamarse realium, nominación que parece más propia del entorno videolúdico o virtualium.

Si este mundo no te gusta, tengo otros

Con una idea similar a la planteada en la obra Ready Player One (libro o película), la dedicación e implicación de la sociedad por esta realidad alternativa dirige suficientes recursos a estos mundos que es posible ganarse la vida jugando a videojuegos. De esta manera, un problema con un NPC, un tonteo con herramientas de hacker o un virus instalado en nuestro sofá de inmersión constituyen problemas igual de graves que una amenaza de muerte.

Y ahí entramos nosotros, la vieja vida del detective privado, nena. Despertarse, consultar los contratos pendientes e intentar resolverlos para costear el whisky que cada noche acalla nuestros pensamientos. La forma en la que se plantea el universo del juego, original de las novelas de Marcin Przybyłek, permite separar cada investigación de forma capitular, lo que ayuda a simplificar el título, a pesar de restarle profundidad.

Para solventar la mayoría de misterios, tendremos que introducirnos en distintos videojuegos, lo que ocupará la mayor parte de nuestro tiempo, a excepción de alguna vuelta por el mundo real. De una forma bastante simple, el protagonista se realizará diversas preguntas, las cuales tendremos que responder investigando el entorno y hablando con todo aquel que se nos cruce, con el fin de intentar sacarle esa valiosa información que oculta. Si bien este loop jugable permite sentirse un detective de los de antaño, no tarda en hacerse algo monótono, a través de interacción tras interacción con personajes no tan interesantes como los que dirigen la trama principal.

Pero este inconveniente se solventa con el sistema de deducción. Conforme vayamos consiguiendo pistas, podremos relacionarlas para elegir una respuesta a cada una de las incógnitas del caso. No hay un camino erróneo. Si determinamos que el asesino es el mayordomo, la línea temporal avanzará a través de esa decisión. Esto permite obtener experiencias radicalmente distintas que avanzan por el mismo tronco argumental, dotando al juego de cierta rejugabilidad y permitiendo que el progreso se desarrolle lo rápido que nosotros queramos: si planteamos una investigación detallada y atenta a cada detalle, se nos permite explorar hasta hartarnos, mientras que si por el contrario planteamos acusar al primer sospechoso que se nos cruce, podremos hacerlo y avanzar. De una forma u otra, se agradece la duración moderada del título, que evita que la repetición dentro de sus sistema nos introduzca de pleno en la monotonía.

GamersTM, reuníos

Posiblemente, lo más interesante dentro de la obra recaiga sobre virtualium. Hay algo poético en entrar en un videojuego dentro de un videojuego, a lo Nolan. Sin hacer mucho hincapié en las distintas producciones para no destripar demasiado, Gamedec anticipa la evolución de muchos de los problemas endémicos del medio. ¿Recordáis los juegos de granjas de Facebook? esos capaces de mantener a vuestra madre absorta en la recolección de maíz dorado con un 20% más de recompensa, que llenaban la bandeja de correos de gran parte de usuarios con invitaciones y promociones para obtener algún potenciador o vidas extra.

Pues, sorpresa, en Gamedec son una realidad. ¿Quién podría interesarse en la vieja interacción dedo-pantalla cuando puede sentir en carne y hueso el peso del sol abrasador mientras cultiva su huerto en el Salvaje Oeste? Poco sorprende, que detrás de la barrera de micropagos y suscripciones, pueda esconderse un sistema caciquista que explote a los jugadores para enriquecerse en el mundo real.

De esta forma y muchas otras, en Gamedec los problemas del mundo son más visibles a través de la representación virtual de la realidad que desde el propio mundo que nos rodea. Como en toda distopía futurista, la mayor parte de la población vive rodeada de miseria y enfermedad, en la parte inferior de una macro torre. Los videojuegos son la principal vía de escape, de una forma mucho más intensa y eficaz de lo que pueden serlo hoy en día. Esta situación provoca una mayor demanda, lo que a su vez incite a los peces gordos a buscar su parte del pastel, absorbiendo todavía más sangre del pueblo, incapaz de detectar que el resort vacacional donde se evade es propiedad de la misma corporación que derribó su casa.

Una propuesta interesante dentro del RPG detectivesco

Gamedec se asienta sobre unas bases sólidas pero incapaces de remodelar el medio. Por suerte, su corta duración lo seleccionan como una buena opción para evadirse un rato de la realidad, y entrar en un virtualium que nos escupa en la cara todos los males del mundo, pero a la vez nos ofrezca una una solución eficaz, por un módico precio y un pedazo de nuestra alma. El ciberpunk está de moda, y también los detectives, así que qué mejor momento para calzarse estas botas virtuales que el ahora, un ahora, la verdad, ya marcado por muchos de los problemas que podemos encontrar en la obra de Anshar Studios. El mundo dista de ser un lugar bonito, pero los videojuegos son nuestros, al menos, de momento.


Esta crítica se ha realizado con un código de descarga para PS5 cedido por Meridiem Games.