Caídos en el horizonte
Hoy, 4 de septiembre, se pone a la venta Los Renegados, la gran expansión de Destiny 2 que, a un precio de 39,99€, promete brindar una segunda vida a un juego que lo pedía a gritos desde hace unos cuantos meses. Como no podía ser de otra forma, este esperadísimo contenido descargable trae consigo nuevo arsenal, decenas de objetos a conocer e incluso nuevas subclases para el Titán, el Cazador y el Hechicero, aunque quizás la mayor inclusión en este sentido sea Gambito, su modo de juego exclusivo que aúna las bondades del PvE y del PvP para ofrecernos una experiencia competitiva innovadora, original y ampliamente disfrutable por todos los jugadores potenciales de la entrega.
Por suerte, yo fui uno de los pocos afortunados que pudo hincarle el diente durante la pasada Gamescom 2018 que tuvo lugar en Colonia (Alemania) a finales de agosto, disputando una partida completa en la piel de un Cazador con luz 400. En el universo de Destiny suelo jugar como Hechicero, aunque realmente disfruté de la experiencia dadas las nuevas herramientas que nos brindaba esta expansión, como era el caso del arco, que ocupaba el slot del arma secundaria y que se notaba preciso y letal. Puede que no sea un arma óptima para jugar en PvP, puesto que resulta algo lenta y no da margen alguno al fallo, pero su inclusión, a falta de probarla en la vertiente cooperativa de la entrega, se agradece y mucho, brindando de una mayor variedad al ya de por sí amplio conjunto.
Hecho este paréntesis, creo oportuno explicar el significado de la propia palabra que da nombre a esta notable apuesta. Obviando la existencia del homógrafo X-Men, Gambito es una jugada de ajedrez que los jugadores más avanzados realizan ocasionalmente, sacrificando una de sus fichas al inicio de la partida con tal de lograr una posición favorable en el tablero. Dicha definición resulta extrapolable a esta experiencia, y es que nos encontramos ante una batalla disputada por dos equipos de 4vs4 en la que resulta vital saber priorizar nuestros objetivos con tal de posicionarnos constantemente mejor que el rival. Se trata, por ende, de un modo que no se encuentra centrado en la competición más directa, sino en entorpecer y fastidiar, de una u otra forma, al equipo contrario.
Comienza la partida, y lo primero que vemos es al equipo enemigo posicionado justo ante nosotros, dando lugar a burlas y/o saludos formales; toda una declaración de intenciones. Tras unos segundos, nos vemos teletransportados, junto a nuestros tres compañeros, a un punto aparentemente aleatorio de un escenario enorme e interconectado, en el que deberemos de acabar con varias hordas de enemigos con tal de recoger las motas de luz que poseen. Una vez acumulemos una cantidad suficiente de las mismas, podremos depositarlas en un contenedor enorme que, una vez rellenado por completo, liberará al Primordial: un poderoso jefe final capaz de darnos la victoria de la ronda si lo derrotamos a tiempo. Sobre el papel, el planteamiento parece bastante sencillo, pero hay ciertas variables que tendremos que tener en cuenta.
Una de ellas, quizás la más curiosa de todo este esquema, no es otra que la posibilidad de invadir directamente el mundo rival, tal y como ocurre en otras aventuras como Dark Souls, para así ayudar a las oleadas de lacayos y caídos que atacan al equipo contrario y, en definitiva, ralentizar el ritmo de su misión. Se dan, así, situaciones intensas y emocionantes, en las que el equipo perdedor puede darle la vuelta a la tortilla invadiendo a aquellos que pelean por el oro e impidiéndoles recoger motas o, en el más irritante de los casos, acabar con su Primordial. Se trata de una mecánica muy bien medida, que alarga los enfrentamientos de una manera orgánica para dar lugar a esta clase de giros de 180º, dotando de una considerable cantidad de salud al enemigo final y brindando de una serie de facilidades al equipo con menor puntuación.
Definitivamente, pienso que esto es lo que necesitaba el PvP de Destiny 2. Anteriormente estancada en los clásicos Duelos por equipos con pequeñas variaciones, la vertiente realmente necesitaba un soplo de aire fresco que nos invitara a los jugadores menos competitivos al volver al Crisol semana tras semana. Y sí, el tema de recompensar a la comunidad con loot diario está muy bien, pero a la larga acaba siendo una cansada estrategia que hace al amplio conglomerado de jugadores querer alejarse de la misma. Gambito, por el contrario, no necesita excusas de ese tipo para gustar y posicionarse como una opción realmente adictiva para la citada parte de la comunidad. Una experiencia fluida, que hace sentir útiles a todos los integrantes de la escuadra, y que se antoja flexible ante nuestra forma de jugar, pudiendo desempeñar diversos roles dentro de una misma partida. Una experiencia orgánica, que, pulida y equilibrada hasta niveles enfermizos, deja patente la capacidad de Bungie de innovar y de hacer las cosas bien. Porque si algo debemos de tener claro a estas alturas es que talento en Bungie hay a raudales, aunque en ocasiones parezcan empeñarse en demostrarnos lo contrario.