Encender las luces
Cuando pensamos en juegos de música actuales, lo que se nos viene a la mente son los asiáticos. Si bien los juegos rítmicos tuvieron un petardazo importante durante la década pasada, ahora forman un “nicho”. Está el Taiko no Tatsujin o el reciente Trombone Champ, algún que otro juego rítmico como Thumper, de bailar tenemos el Just Dance y para cantar Let’s Sing, por poner algunos ejemplos. Si queremos ir a la chicha, tenemos que pasarnos al mercado móvil o a “emuladores” de arcades muy específicas. Juegos como Osu! siguen siendo muy relevantes, al igual que Dance Dance Revolution o Guitar Hero, pero solo si lo estás buscando de forma activa. FUSER presentaba un concepto distinto, poniéndonos en una mesa de mezclas a mixear unos temardos. Es convertirse en Neil Cicierega en vez de Slash, pero el juego no sabía muy bien qué quería ser más allá de eso.
Para situarnos un poco: el juego se lanzó hace dos años y fue desarrollado por Harmonix, ahora parte de Epic games. Esta gente es la de Rock Band, cuyo último juego lleva siete años en activo con nuevas canciones cada poco tiempo. Sin embargo, ayer lanzaron un comunicado anunciando que el juego dejará de estar disponible junto a sus DLCs dentro de dos semanas. Podrás seguir jugando si tienes una copia, por supuesto, pero no podrás usar ninguna funcionalidad online. El comunicado no dice mucho más, por lo que podemos especular que esto viene de un problema de licencias, de malas ventas o muy posiblemente ambas cosas. Es un anuncio triste, porque llevábamos desde febrero sin actualización alguna de lo que iba a suceder con el juego. Pasamos de tener noticias una o dos veces por semana a un silencio de radio extraño por parte de la desarrolladora.
Un último acorde
FUSER no es que fuese muy bien anunciado en su salida, y su vida no ha sido para nada sencilla. El concepto para empezar tiene sus ventajas al no tener que depender de un periférico externo, las canciones que incluía estaban bastante bien y podías hacer cosas muy chulas experimentando con qué suena bien y qué no. El juego es muy permisivo, ajustando el tempo correcto cada vez que cambias una de las cuatro pistas y mostrándote el mejor momento para hacerlo. Sin embargo, todo lo malo vino a la hora de implementar estos sistemas. Tienes que pasarte la campaña sí o sí para desbloquear canciones y otras muchas solo se conseguían con DLCs, por lo que el desembolso inicial no lo es tanto.
Todo esto va en contra de la idea de ser un artista, que es lo que aquí te están pidiendo. Te dan la libertad de hacer lo que quieras, pero en la campaña si no haces lo que quieren que hagas estás fuera. Está bien para ir aprendiendo y tal, pero la mayoría de los interesados en el juego no entran para cumplir una lista de objetivos, sino para hacer memes, y es un público potencial que se ha desaprovechado completamente. Intentando contentar a los que solo quieren echarse unas risas y a los que quieren memorizar pulsaciones de botones muy rápido se quedaron a mitad de camino, y es una pena.
Trombone Champ es un juego brillante y que abraza la locura de crear sin saber lo que están haciendo. FUSER podría perfectamente haber sido la versión refinada de esa filosofía que trajera a los grandes artistas, pero no supieron leer la habitación del todo. Sí, la gente quiere hacer mixes de All-Star y compartirlo con sus colegas, pero no de esta forma. Por intentar apuntar a un modelo como servicio se han pegado un tiro en el pie tremendo, porque para Rock Band al menos tienes una base muy dedicada, pero para esto no. Es triste que este juego muera de esta forma, pero siempre hay esperanzas de que llegue un clon del estilo de Stepmania que permita al menos meter tus propias canciones. El problema no es que no hubiera público ni que el juego sea malo (todo lo contrario), sino que no se molestaron en entenderlo y se centraron en lo que menos podía atraerle.