... Pues he pecado
El boomer shooter está viviendo su época dorada, sin duda alguna. Es cosa de ver títulos como Dusk que ha salido recientemente para Nintendo Switch o Quake que recibió un impecable remaster para PC y Xbox con un nuevo capítulo extra que muestra lo mejor el clásico de id Software. Pero estos títulos renombrados no son la única evidencia de esta época dorada. Un título más pequeño y más reciente es Forgive me Father de Byte Barrel que fue lanzado para PC el 26 de octubre.
Este título en cuestión combina los tropos más clásicos de los boomer shooter, tales como la necesidad de estar en movimiento constante, premiar el juego agresivo -con mecánicas en las que profundizaré en un momento- y los enemigos con ataques “esquivables”, a diferencia de los shooters más modernos que usan el método hit scan –que en pocas palabras se puede describir como un ataque de impacto instantáneo-. Todo esto se tiñe con una capa de pintura de horror cósmico digna de H.P. Lovecraft con criaturas abismales con tentáculos y sacerdotes de religiones paganas. Todo exento del racismo del laureado escritor, afortunadamente.
Sin duda el apartado en llamar primero la atención es la estética; el juego se presenta como si fuese un cómic, con personajes bidimensionales en un entorno 3D, onomatopeyas y headshots escritos literalmente en la pantalla tras realizarse uno. Pero esta estética va más allá; la paleta de colores cambiará en determinadas oportunidades, como al rellenarse la barra de Locura -que no solo aumentará el daño que infrinjamos, sino que además reducirá el que recibamos- que hará que todo se torne blanco y negro o al usar ciertos objetos, como la biblia que nos da inmunidad temporal tiñendo todo de un color amarillo vivo. Esto, sin embargo, no viene libre de pegas, pues cuando todo se decolora será más difícil notar ciertas amenazas, como enemigos escondidos en la oscuridad mientras que, por otra parte, el amarillo nos ayudará a que todo sea más fácil de distinguir.
El minuto a minuto es lo mejor del juego
Sin duda la mayor marca que tiene un buen boomer shooter es el gameplay, que suele ser tan intenso que no deja al jugador descansar dos segundos seguidos y, si lo hace, lo castiga por ello. Y quizás Forgive me Father sea el juego que mejor ejemplifique esto. Como bien mencioné anteriormente, tendremos una barra que mide la Locura del sacerdote protagonista y, a diferencia del uso común de la Locura en los juegos, ésta nos beneficiará reduciendo el daño recibido y aumentando el que infrinjamos en nuestros enemigos. Además, todos los objetos que nos brindan habilidades especiales -como el crucifijo que nos sanará una medida determinada de salud o la biblia que nos brindará inmunidad por un tiempo determinado- se van recargando a medida que aumentemos nuestra Locura. El punto crítico, eso sí, es que este medidor se va rellenando a medida que hagamos daño a enemigos o bien consumamos alcohol, el cual será muy escaso sobre todo en las primeras horas de juego, manteniéndose por unos instantes tras dejar de luchar y, tras expirado el tiempo límite, la Locura se vaciará por completo, no gradualmente, por lo que conviene siempre estar buscando enemigos para luchar ya que la diferencia de daño es más que notoria y fácilmente puede determinar el resultado de un enfrentamiento.
Dicho esto, he de decir que Forgive me Father es un juego muy exigente con su dificultad, quizás aún más que el boomer shooter promedio, que ya de por sí se caracterizan por eliminarnos de unos pocos ataques. En este título en concreto no solo nos tendremos que enfrentar a hordas numerosas de enemigos constantemente que procedan de todos los flancos, sino que además cada ataque puede restarnos una suma importante de vida que es mucho más significativa a la que podamos recuperar a través de objetos de curación dropeados por los enemigos o a través de nuestro crucifijo, haciendo clave el estar en constante movimiento y alerta tanto de las amenazas que tenemos frente a nosotros como a las que tenemos atrás, siendo esencial evitar quedar arrinconado ya que esto derivará en nuestra muerte casi inevitablemente.
Sumado a esto la campaña a día de hoy -pues el juego se encuentra en acceso temprano- cuenta con dos jefes finales que se diferencian mucho de los enemigos normales al tener gimmicks especiales para derrotarse y, a diferencia de la mayoría de bosses que he visto en el género, son bastante divertidos de derrotar y ponen a prueba todo lo que aprendimos durante el transcurso del juego.
Ruega por nosotros, pecadores
Todo sea dicho, Forgive me Father es un ejemplo de boomer shooter en toda regla. Si bien no hace mayores esfuerzos para revolucionar el género -aparte de, quizás, adoptar un árbol de habilidades para ir mejorando tanto la munición máxima, el efecto de los objetos y las armas, entre otras cosas-, sí que cumple muy bien donde tiene que cumplir. Las mayores contras que señalaría serían los detrimentos visuales al cambiar la paleta de colores sin pensar mucho en si se distinguirán los enemigos del fondo o no y que en contadas ocasiones los frames por segundo bajaban, sin llegar a romper la experiencia, eso sí. Y, aunque quizás esto sea lo más personal, no me gusta ni un poco que hayan incluido referencias a otros juegos, como una fogata de Dark Souls junto a la espada de Artorias del Abismo y un dibujo de Goro Majima de Yakuza. Si bien ambos juegos listan en mis favoritos, no tienen cabida en este título y lo único que lograban sus inclusiones era sacarme de la experiencia. Esto, debo admitir, son quejas menores y el que no tenga nada más negativo que decir sobre el juego muestra lo bien hecho que está. En el panorama generalizado, es un juego redondo y bien llevado que no rompe esquemas ni revoluciona nada, pero es cumplidor y se hace muy ameno.
Esta crítica ha sido realizada con una copia digital del juego para Steam cedida por 1C Publishing.